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ingénit - Liceus

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R.HUAYNA INGÉNITO<br />

—¡Paz inverencial! —impregna mi interior una voz venida desde<br />

las profundidades del Templo Corazón.<br />

Mi reverencia es infinita. El Templo Corazón está en otra dimensión,<br />

en una dimensión hecha con átomos de oro.<br />

—¡Paz inverencial! —es mi respuesta que trata de alcanzar esa<br />

magnificencia.<br />

—¡Pase!<br />

Unas maravillosas notas susurradas por valquirias incorpóreas hacen<br />

desaparecer el último obstáculo. Aparece un hierático Guardián del<br />

Templo, y con sonrisa y atuendo de paraíso me invita a continuar; su<br />

elocuente ademán es semejante al de su compañera. Ambos son dos<br />

columnas sagradas en el portal del Templo.<br />

Se me ha abierto un espacio inabarcable. Las dimensiones, aquí,<br />

son las de un corazón sideral inmerso en una noche o día, da igual, provista<br />

de misterios. Enseguida mis pasos me llevan ante la presencia de<br />

venerables seres, tanta belleza tienen que sus auras producen un inmediato<br />

amanecer en la lontananza perenne. Un amanecer con el color del<br />

fuego transmutado. Mis muestras de respeto reverencial son respondidas<br />

con la misma cortesía. Visten como todos los demás seres de la<br />

ciudadela espacial, inmaculados, pero irradian una mayor luminosidad.<br />

La belleza de la dama es la virtud corporizada, la bondad, es el incienso<br />

mismo de la oración. La severidad del varón lleva impregnada toda la<br />

sabiduría, omniscia, de lo divino.<br />

—¡Bienvenido Ourus! —dicen con íntima felicidad.<br />

Me impresiona de manera especial la voz de la dama, es única,<br />

atávica. Resuena limpiamente en mi interior...<br />

—Estuvimos observándote —continúan, se suman en una sola, no<br />

hay coro—. Supimos de tu llegada desde el momento en que apareciste<br />

tras el cristal de nuestra primera barrera protectora allá en lo tridimensional.<br />

Eso nos llenó de íntima alegría...<br />

No puedo dejar de sentirme profundamente atraído por la expresión<br />

femenina de los divino, por la parte femenina de esa voz. Me conmueve<br />

intensamente hasta el arrobamiento espiritual; no funciona óptimamente<br />

el permanente dominio que tengo sobre mis emociones.<br />

—Eres, una de las pocas personas, que llega hasta aquí después de<br />

mucho tiempo —aseveran e inmediatamente añaden—: Hace poco, Hoge,<br />

con todo su poder quiso abrirse paso e invadirnos... pero el transmutador<br />

de tiempo lo repelió...<br />

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