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¡Atroz! ¡Sí!, palpitante.<br />
Realidad ignorada en la Etiología de los dogmas.<br />
¿Lo sentimos mientras lo sabemos?<br />
¡Atroz! y no es mío.<br />
No es mío... ¡Atrás!<br />
Lo aprendí y luego puedo olvidar<br />
sus ingredientes ilusorios.<br />
Atroz. Ancestral y perennizado.<br />
—¡Atrás! —rujo<br />
Con la amplitud de mi voluntad, enfoco la fluidica anatomía interna<br />
de mis nervios: exacto duplicado del físico y me sumerjo por aquellos<br />
derroteros transitados por el dolor. El laberinto síquico es insondable,<br />
pero me aventuro por él hacía donde se dirigen, con cierta identidad<br />
cromática y luminosa, los impulsos dolorosos; sigo una ruta que me lleva<br />
hacía el resplandeciente cerebro, ¡Hacía el universo de mi mente! Ya<br />
muy cerca, lo desconocido me arrastra con la fuerza de una colosal brisa<br />
enigmática. Viene una campiña feraz, idealizada por mi amnésica mente.<br />
El dolor adquiere las dimensiones del universo. El dolor adquiere<br />
panorama, bello y emotivo. Sin aridez alguna, cultivada a la perfección.<br />
Sin discordia alguna, cortés, y rodea una lujosa vivienda de aspecto<br />
síquico, agradable y multifacética, en resumen: multidimensional.<br />
—¿Quién vive? —llamo a la puerta.<br />
La respuesta es instantánea y viene sintética a mi pregunta. El dolor<br />
toma personalidad. Mi mente adolorida toma personalidad e irrumpe<br />
silenciosamente con agilidad atlética tras la puerta. La abre y saliendo se<br />
dedica a estudiarme cuidadosamente con la mirada escondida; satisfecho<br />
su apetito inquisidor se detiene en mis ojos y pregunta en ellos algún<br />
indicio orientador que le satisfaga. No, no encuentra ninguno y nada, no<br />
se lo permito. Esto altera sus facciones severas:<br />
—¿Quién sois? —pregunta.<br />
Mi respuesta es un silencio impenetrable.<br />
—¿Qué buscáis?<br />
Silencio.<br />
Sus facciones se modifican. Está a punto de explotar en iracundia a<br />
causa de esas singulares respuestas. En una segunda oportunidad aprieta<br />
los dientes y cambia de actitud prudentemente; suaviza su semblante,<br />
sonríe.<br />
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R.HUAYNA INGÉNITO