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ingénit - Liceus

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vibrando en mi interior como una intima realidad, resuena en mi interior<br />

con inteligibles ecos de pasmo y veneración infinita. Enseguida cada una<br />

de mis células físicas suelta su par mental, son diminutas chispas abandonado<br />

la materia. Y me desprendo de mi cuerpo físico.<br />

—¡Omniscio! —profiero exultante.<br />

—¡Claro que sí! —complementa el resplandeciente cuerpo mental<br />

de mi maestro instructor, que también abandona su cuerpo físico cerca al<br />

mío en otro colchón.<br />

Viste inmaculado aura.<br />

—Acompáñame —dice enseguida.<br />

Partimos de una gigantesca ciudad subterránea. Atravesamos un<br />

grueso manto de roca para alcanzar la superficie accidentada, encima de<br />

los edificios de metal y cristal líquidos de la ciudad. Cerca un colosal<br />

volcán regurgita ingentes cantidades de líquida roca que escurre luego<br />

para unirse a una extensa laguna de lava rojiza. Vapores anímicos se<br />

levantan de la laguna en exultantes vaharadas incandescentes; es lo mismo<br />

afirmar que incontables criaturas etéreas de la naturaleza retozan<br />

dentro de la aureola ígnea agitando verdaderas tormentas minerales, algunas<br />

criaturas sedimentan, otras solidifican y aquellas cristalizan sus virtudes<br />

y propiedades físicas. Cruzamos a través de ellas sin importunarlas<br />

y nos lanzamos al infinito.<br />

Pronto y bien arriba, a punto de abandonar el aura planetario distinguimos<br />

la espiral del planeta. La espiral del eterno presente cuyos extremos<br />

inmensurables se unen en la eternidad, en lo inmanifestado; es un<br />

símbolo del infinito. En realidad todos los cuerpos celestes son una espiral<br />

cuyos extremos se pierden en la iluminada noche del infinito; una espiral<br />

viva; la esfera no muestra más que un relativo presente: la ilusión.<br />

¿La espiral no es una mayor ilusión?... Fuera del aura planetario la maravillosa<br />

sinfonía estelar nos golpea con sus rayos vivos, cada cuerpo celeste<br />

es una fracción de infinito completa e instantánea y podemos intuir<br />

la particularidad de cada uno de ellos sin interferencias.<br />

Somos dos puntos luminosos, desplazándonos rumbo a la delgada<br />

espiral plateada de una luna que brilla en el espacio serpenteando al<br />

planeta.<br />

—El satélite está repleto de luz —dice mi maestro instructor.<br />

—Sí —converso—. Está radiante.<br />

Y bello.<br />

—No dirás lo mismo cuando estés en su interior.<br />

177<br />

R.HUAYNA INGÉNITO

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