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Esos maravillosos vegetales absorben los componentes que necesitan<br />
para vivir, del suelo especial donde están plantadas, de un suelo<br />
gaseoso, de un suelo de música densa; para ello utilizan unas sutiles raíces<br />
intestinales, una especie de tenues antenas orgánicas. En la planta,<br />
todo lo absorbido es transformado en música sideral, en una exaltación<br />
al Amor perpetuo. Música que brota fraganciosa por cada estoma y<br />
permite su propia levitación y la del jardín. También encuentro, entre las<br />
flores, algunos pétalos, que son verdaderas gotas de rocío iridiscente de<br />
tal manera que añade divinidad a cada suceso del jardín. Y no será nada<br />
raro aquí encontrar a alguna joven con una de esas flores prendida de su<br />
cabello.<br />
Muchos seres retozan en el jardín, lo hacen de manera serena y<br />
lúcida, como una extensión de la meditación. Observo con detenimiento<br />
un matrimonio, encuentro en ellos las características de los gemelos cósmicos,<br />
masculino y femenino; tienen los rostros idénticos con evidente<br />
diferenciación sexual. Los cabellos blancos, el del varón: cortísimo, el de<br />
la dama: largos y vaporosos. La diferencia más saltante está en el contorno<br />
de sus cuerpos que están vestidos con largas, hermosas e inconsútiles<br />
túnicas blancas. Son un auténtico matrimonio, coinciden estrictamente<br />
desde lo íntimo de sus seres irradiando sabiduría y amor hasta lo externo<br />
en la apariencia y en los ademanes suavemente diferenciados. Sintiéndose<br />
aludidos ante mi mirada me dan una bienvenida acompañada de una<br />
sonrisa serena y bondadosa. Les respondo con la misma reverencia.<br />
En un punto indeterminado mi guía desaparece. Simplemente se<br />
desvaneció cuando caminaba junto a mí. Me ha dejado frente al magno<br />
edificio de la ciudad espacial y en medio de unas viviendas que en realidad<br />
son unos huecos de luz simulando ser esferas, pues sus moradores al<br />
ingresar en ellas se diluyen, entran a otra dimensión donde verdaderamente<br />
están ubicadas sus habitaciones. Las viviendas y la calzada convergen<br />
en la gran esfera central, allá voy.<br />
Frente a la colosal esfera con profundo respeto, muy dentro de mí,<br />
pido ser trasladado al interior. Me es concedido en el momento en que<br />
un largo centelleo, como el de un astro de luz infinita, aguijonea el negro<br />
cielo. Hay un detalle importante que no se me ha escapado, es que el<br />
edificio está compuesto por tres esferas superpuestas, una dentro de<br />
otra y una última dentro de esta. Las esferas están separadas por espacios<br />
con diferente densidad síquica y divinal, el espacio más sutil o sea la<br />
tercera está cerca al corazón del templo...<br />
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R.HUAYNA INGÉNITO