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R.HUAYNA INGÉNITO<br />
—¡Pero usted no está! —bromea el de la cámara, gritándome.<br />
—¡Es verdad! —tercia una de las damas—. ¿Estará malograda la<br />
máquina?<br />
—No —replica el de la cámara—. Creo que no, antes de traerla<br />
verifiqué su funcionamiento. Es nueva.<br />
—¿Entonces?<br />
—Es extraño.<br />
En el momento de la toma mi anatomía física no era más que una<br />
niebla, un espejismo en solidificación.<br />
—Es extraño —vuelve a decir el de la cámara y grita—. ¡Sorprendente,<br />
amigo! ¡Sorprendente; nuestra máquina es sorprendente!<br />
Comprendo la sensibilidad de esa excusa.<br />
Mi vestimenta no les impresiona si bien les llama la atención. Me<br />
voy del paraje de mármol derruido no sin antes echar un vistazo a sus<br />
numerosos visitantes. La larga cinta de una vía sintética aparece bordeando<br />
una ondulación del terreno y desaparece en la lejanía. Varios<br />
vehículos se desplazan por esa vía propulsadas por rudimentarios motores,<br />
arrojando al ambiente, componentes de monstruosa letalidad. Además,<br />
mucho ruido.<br />
Lo olvidado regresa a mi conciente. Tengo que detenerme. La sensación<br />
es dulce y delicada, arrobante. En un roquedal solitario, rodeado<br />
de altos arbustos me abandono en la tranquilidad.<br />
Reminiscencias. En el Universo no hay lugar para ellas,<br />
solamente son detalles que el sueño hace inteligibles.<br />
Reminiscencias, sois un sueño, sois el olvido.<br />
Reminiscencias, ¿qué significa acabar para ti?<br />
¿Se puede despertar recordando?<br />
Y despertar en el sueño de otro,<br />
y luego en el de otro más augusto, más magno<br />
y más antiguo que continúe a aquél ¿y así sucesivamente?<br />
La jerarquía del sueño.<br />
Un sacratísimo mantram, insondable y perfecto vibra en mi laringe<br />
armonizando la eternidad de mi interior. Combina sabiamente luces, sonidos<br />
e intuiciones maravillosas. Mientras permanezco sobre un delgado<br />
colchón blanco, tengo los ojos cerrados y mi pecho sube y baja<br />
acompasadamente con la lentitud de lo profundo. Cuando mis funciones<br />
fisiológicas y sicológicas disminuyeron al mínimo, el mantram continúa<br />
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