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CAPITULO III<br />
Aaa... ooo... mmm... Reminiscencias... Reminiscencias, luego de<br />
una desconocida noche sin dimensiones, una noche anterior al Génesis:<br />
inocente despertar en la relatividad.<br />
Aaa..., prolongadísimo, hasta alcanzar el caos de los gametos. Caos<br />
que significa aquella unión de dos individuos de inteligencia intuitiva, de<br />
dos microscópicos seres de sexos diferentes, uno pisciforme y el otro<br />
esferoidal. Una comunión, momentánea para nosotros, y de largo plazo<br />
para ellos; gracias al amor, se convierten en un sólo individuo, en un ser<br />
andrógino. Como es arriba es abajo, ¿los dioses no tienen sexo? ¡Sí, lo<br />
tienen! y deviene de esa unión semejante a la de los gametos, femenino y<br />
masculino, un sexo como lo tiene el infinito, sea masculino o femenino. El<br />
andrógino empieza con la sutilidad abstracta y transparente del<br />
protoplasma. El andrógino sí tiene sexo con esa capacidad de crear<br />
galaxias y estrellas.<br />
Ooo..., extensísimo, una eternidad gestante. La multiplicación del<br />
andrógino, como la mórula. Dicho de otra manera, el crecimiento del<br />
andrógino en el seno de su madre, que puede ser una mujer o un planeta<br />
cualquiera o un cúmulo de galaxias, siguiendo los mandatos genéticos en<br />
el cuerpo donde se gesta.<br />
Mmm..., ubicuo, omniscio. El nacimiento del andrógino en esferas<br />
superiores, como el niño que nace del vientre de una mujer o aquél amanecer<br />
de una galaxia entera al compás del verbo... Inefable instante. ¿Podemos<br />
conocer si es niño o niña? Claro que sí, existen planetas masculinos<br />
y otros femeninos, como también hay galaxias masculinas o femeninas.<br />
Alegría insondable... Reminiscencias... Enigmas...<br />
Los gigantescos helechos y los enormes árboles cubiertos por<br />
epifitas, en este momento se cubren con un singular halo de vibraciones<br />
cromáticas, son el preámbulo de algo... venidero: mi intuición me lo dice<br />
de esa peculiar manera. Instantáneamente, comenzando con un chispazo,<br />
se enciende la poderosa presencia de «La Vigilancia», ha tratado de<br />
sorprenderme desprevenido e indagar sin reservas mías, mis más íntimos<br />
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R.HUAYNA INGÉNITO