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ingénit - Liceus

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R.HUAYNA INGÉNITO<br />

Más tarde nos encontramos volando bajo la parte más oscura de la<br />

nube. Para entonces volamos en círculos ascendentes, manteniéndonos<br />

dentro de un permanente campo de sustentación. Obtenemos más velocidad<br />

en cada rizo. Superada la negra nube, bajo nosotros tiene todo el<br />

aspecto de una enorme cordillera oscura bordeada por una llanura<br />

grisácea. Nos interesamos en el astro que la ilumina... Sí, ¿donde estamos?<br />

Las nubes se extienden, como no lo podíamos suponer en un principio,<br />

hasta más allá de los límites de nuestra visión. Sometidas a constante<br />

movimiento, encierran una poderosa energía por desatar. Guardan<br />

una tormenta colosal, no vividas hasta ahora por nosotros. Decidimos<br />

descender por un agujero entre las nubes, en línea recta; luego volamos<br />

paralelo a la base de nubes. Subimos otra vez cuando encontramos una<br />

zona llena de turbulencia, lluvia y granizo.<br />

Ascendemos en espirales hasta el final de la corriente. La suavidad<br />

de la atmósfera es extasiante. El viento sopla contra las nubes y gran<br />

parte de él rebota hacía arriba, en rizos. Afuera del planeador la temperatura<br />

es increíblemente baja y el gas respirable insignificante. Verificamos<br />

nuestra altitud: ¡el indicador debe estar averiado, es tanta!<br />

—Tenemos que averiguar en que lugar nos encontramos —rompo<br />

el silencio.<br />

Sí, Descendamos —dice ella sacudiendo suavemente su cabellera<br />

clara.<br />

—¿Dónde supones que estemos? —pregunto.<br />

—No lo sé.<br />

—Bueno, bajemos.<br />

Mis pensamientos son obedecidos de inmediato y el ligerísimo aparato<br />

cae en picado vertical.<br />

Isis, está tranquila. No hay otro detalle que diga lo contrario de su<br />

estado de ánimo.<br />

Después de cierto tiempo de descenso raudísimo, en el que deberíamos<br />

ver una verde y amarillenta campiña con impresionantes monumentos<br />

naturales, sólo encontramos una bullente superficie acuosa de<br />

donde brotan incesantes columnas de vapores calientes.<br />

Una densa neblina nos cierra el paso. Nos elevamos bordeándola.<br />

El tiempo pasa y la neblina se ha unido al techo de nubes grises y oscuras.<br />

Continuamos volando hasta muy tarde, hasta cuando no tenemos<br />

más alternativa que descender por dentro del vaporoso azar de nubes.<br />

Picamos con cautela.<br />

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