08.05.2013 Views

Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique

Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique

Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¡Muchachos! —Continuó al limpiar sus pequeños y gruesos<br />

lentes—. A pesar de que éste es un momento difícil, no quiero, mejor<br />

dicho, la nueva patrona no quiere que vayan a preocuparse acerca<br />

de lo que va a pasar en <strong>el</strong> ranchón, ahora que se nos ha ido <strong>el</strong><br />

patrón. ¡Sólo Dios sabe por qué hace las cosas! Nosotros sólo podemos<br />

aceptar que estamos en sus manos y resignarnos.<br />

Los otros, sin contestarle, intercambiaron una larga mirada y se<br />

levantaron puyados por <strong>el</strong> desprecio. A paso lento, en silenciosa fila<br />

y con la cabeza hacia <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, fueron a discutir alrededor d<strong>el</strong> viejo<br />

tronco donde <strong>el</strong> finado jefe acostumbraba vigilar, rumiar y planear<br />

sus lances. Mientras tanto, la ahora viuda y la que fuera mujer de<br />

Sandoval llamaron al abogado para decirle que tratara de lograr lo<br />

más posible y al final aceptara lo que pidieran si las carajadas se<br />

calmaban. Al regresar a paso más lento, y siempre con la mirada<br />

clavada, cada uno volvió a sentarse en <strong>el</strong> sitio donde estuvo, menos<br />

Gallón. Habían decidido que éste debía comprobar si era cierto que<br />

<strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong> patrón llegó a tan amarillo, y con cada vez más olor a<br />

difunto, por la pura “ahogazón de guaro”. Gallón conocía de esto.<br />

Ahora lo que cabía era esperar. Un silencio cada vez más pegajoso<br />

se entretejió alrededor de los tres Gallos que se quedaron entre <strong>el</strong><br />

respirar y <strong>el</strong> acariciar las cachas de los puñales, y <strong>el</strong> abogado, que<br />

sólo acataba a sudar y esconder <strong>el</strong> miedo, en lo que era un experto,<br />

con su cara de yonofui. Al rato, al salir Gallón d<strong>el</strong> cuartillo, en lugar<br />

de venir hacia <strong>el</strong>los, se fue hasta <strong>el</strong> armario más grande de la sala,<br />

donde revolcó y revolcó hasta sacar unos amarillentos pap<strong>el</strong>es cuidadosamente<br />

doblados. Con lentitud los ojeó hasta que separó cuatro,<br />

que volvió a espiar para devolver <strong>el</strong> resto al armario. Al regresar<br />

a donde estaba <strong>el</strong> cuerpo en su tiesera, hizo una seña al licenciado<br />

para que lo siguiera.<br />

—La jugada está así — aparenta una rama seca que agitara un<br />

puñado de pap<strong>el</strong>es— usted, o la patrona, nos da una de estas a cada<br />

uno y asunto arreglado.<br />

Gallón está al tanto que aquél conoce que ninguno de los Gallos<br />

sabe leer, pero que no sería capaz de hacerles una jugarreta. No es<br />

que no les tenga miedo, sino que es de a por derecho en lo que hace.<br />

Por <strong>el</strong>lo entrega con tranquilidad las antiguas carta-ventas, donde<br />

quedaba arreglado que las tierras se las “vendieron” a El Albino.<br />

—Cada una —continúa <strong>el</strong> primero, acariciando con suavidad,<br />

“por si las moscas”, piensa, <strong>el</strong> cuchillo que se agazapa al cinto—<br />

debe ser escriturada por usted. Nosotros esperamos que su trabajo<br />

será legal, igual que se lo haría al finado patrón. Y rapidito, que al<br />

muerto no se le aguanta la hediondez.<br />

112

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!