08.05.2013 Views

Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique

Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique

Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

tro novedoso PROGRAMA PERSONALIZADO DE EDECANES.<br />

Sandoval no replicó. Firmó un par de cosas y se montó en <strong>el</strong> taxi<br />

que lo trasladó, lo más rápido que los caminos lo permitieron, hasta<br />

<strong>el</strong> aeropuerto de tales lejanías: una larga y plana franja de polvo. Un<br />

asiento en una avioneta bimotor, reservado con urgencia, lo espera.<br />

Sonrió, de medio lado. La avioneta era tan vieja y temblaba tanto<br />

que si terminaban <strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o sería porque los sostuvieran d<strong>el</strong> aire las<br />

franjas de pintura azul y amarilla que untaron a mano contra <strong>el</strong><br />

blanco desteñido d<strong>el</strong> aparato. Atrás de él, un extranjero de idioma<br />

nunca oído perdió <strong>el</strong> rojo de su pi<strong>el</strong> achicharrada por <strong>el</strong> sol, que colgaba<br />

de una brillante cab<strong>el</strong>lera rubia. <strong>En</strong> su lugar se situó un pálido<br />

verdoso que no lo abandonó hasta que llegaron a la capital. El piloto,<br />

un tipo gordo, de mediana edad, bajito, con un ancho y tostado<br />

bigote, y calvicie precoz, sonrió. Luego volvió a ver al extranjero,<br />

haciéndole un guiño a Sandoval, antes de comenzar a tocar teclas y<br />

botones como un poseído, hasta que, por fin, comenzaron a girar las<br />

oxidadas hélices. Varios brincos fueron un pálido presagio de lo que<br />

les esperó. El ardor en las tripas hizo que viera <strong>el</strong> paisaje en tonos<br />

rojizos, mientras la avioneta, titubeante, lo alejaba para siempre d<strong>el</strong><br />

hot<strong>el</strong>. Al llegar, su médico lo trasladaría hasta <strong>el</strong> hospital, si bien<br />

primero tuvo que reanimar al otro pasajero, <strong>el</strong> extranjero que visitaba<br />

<strong>el</strong> país por primera, y única vez, en su vida.<br />

XVIII<br />

Horas antes, al salir d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong>, alguno quizás se preguntó si a Sandoval<br />

no le faltaba equipaje. Otro tal vez dijo que se veía más pálido<br />

de la cuenta. Los empleados lo olvidarían, incluso antes de que él<br />

abandonara las dos largas y cuidadas lenguas de zacate, flanqueadas<br />

por palmeras enanas y combinadas bougainvilleas amarillas y azules.<br />

Sandoval intentó varias llamadas al localizador S15, incluso al<br />

estar su equipaje guardado y abierta la puerta de un taxi que pujaba<br />

rabioso por querer emponzoñarlo todo con un humo renegrido, sin<br />

obtener respuesta de Elena. Se la había tragado la tierra. Sólo al escurrirse<br />

dos días la muchacha se presentó en <strong>el</strong> hot<strong>el</strong>, directo a la<br />

trampa d<strong>el</strong> MANAGER JUNIOR que la esperaba frente a los que pudo<br />

convocar para que vieran cómo la llamaba al orden:<br />

—Acá tiene compañera Elena—carraspeó con aparente señorío—.<br />

Es su primera amonestación no verbal oficializada. Nos preocupa<br />

debido al exc<strong>el</strong>ente desempeño que ha venido realizando, pero<br />

usted misma comprenderá que no podemos dejar pasar por alto<br />

69

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!