Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique
Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique
Libro_En_ el_Reinodela_Sal.pdf - Editores Alambique
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
con lentitud. Sin que pueda impedirlo, la muchacha comienza a tener<br />
un nuevo orgasmo. Contenido, profundo, agudizado hasta sensaciones<br />
nunca experimentadas. Causadas por <strong>el</strong> movimiento de los dedos<br />
d<strong>el</strong> hombre. Un grito estalla hacia dentro d<strong>el</strong> cuerpo de la mujer. Un<br />
chorro perlado sale de la vulva al anidárs<strong>el</strong>e <strong>el</strong> otro anular, <strong>el</strong> índice<br />
y <strong>el</strong> pulgar. Una explosión de sudor le estalla de la cabeza a los pies.<br />
—No por favor —ronronea temblando, abriéndose, urgiendo<br />
más. Fuera de sí, trata de enderezarse al frotar <strong>el</strong> pene—. Béseme —<br />
gruñe—. Métam<strong>el</strong>a —gime con urgencia <strong>el</strong> erizarse por completo y<br />
tener otro orgasmo.<br />
Le ha hecho <strong>el</strong> amor con las manos, ignora que ninguno la había<br />
tratado de esa manera, porque tiene miedo de que no pueda con<br />
<strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> cuerpo. Quiere creer que así a la chica se le acabarán<br />
las ganas. Pero su cuerpo, que comienza a reb<strong>el</strong>arse d<strong>el</strong> hastío de<br />
quien lo habita, muestra un duro y largo pedazo de carne liberada<br />
con la punta d<strong>el</strong> glande morado, turgente. La boca de la hembra así<br />
lo encuentra antes de engullirlo y paladearlo con lenta urgencia.<br />
Ella quiere más. Es sana. A pesar de que <strong>el</strong> cuerpo se le reb<strong>el</strong>a,<br />
Sandoval se dice que no puede más. No habría deseado ni llegar<br />
hasta ahí. No quiere, no puede sentir nada por nadie. Nada profundo.<br />
No con lo que ahora le ocurre. Trata de excusarse. Trata. De<br />
aferrarse a su rajadura o hacerse la víctima como primero pueda.<br />
Lo último gana. Se reclama por qué vino a encontrar a esta criatura<br />
ahora. Un mes atrás, con suerte habrían sido un “nunca más en la<br />
vida” de carne bañados en sudor y semen. Quiere que su impotencia<br />
de cada día se apodere de su entrepierna. Desea no poder.<br />
Triunfa: <strong>el</strong> pene vu<strong>el</strong>ve a estar flácido.<br />
—No ahora —se excusa.<br />
—¿Hice una cosa mala? —Pregunta <strong>el</strong>la, sorprendida, acostumbrada<br />
a escuchar cuando los cuerpos hablan.<br />
—Nada. Sólo que... la verdad —miente ahora en voz alta—...me<br />
cuesta la primera vez. Es por mí, no tiene nada que ver con vos. Debe<br />
ser <strong>el</strong> ataque de alguna carajada rara que me —y aunque no dice<br />
la verdad, trata de no pronunciar aqu<strong>el</strong>la palabra, que siempre le<br />
produce náuseas, sin lograrlo— enternece.<br />
—¿Y si le da <strong>el</strong> enternecimiento ése no se le para?... ¡Qué raro!<br />
—Es una manera de decirlo. No es por vos, que quede claro…<br />
No sé si lo entenderás.<br />
—Pues es raro, pero trataré de entender. “Paciencia y un garabato”,<br />
decía La Negra.<br />
La luz de la t<strong>el</strong>evisión sin volumen da a Elena una asombrosa<br />
apariencia de lujurioso cadáver azul. Él piensa que al evocar su cer-<br />
64