DEL MODERNISMO A LA VANGUARDIA: «CERVANTES. REVISTA ...
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EDICIÓN DE UNA COMEDIA BURLESCA <strong>DEL</strong> SIGLO XVII 251<br />
auditivo de la palabra. A veces esas voces sonoras tienen un sentido impreciso o<br />
inexistente. Por ejemplo en 1I, v. 41: «Rodrigo es, que atrochimoche». Son también<br />
auditivas las repeticiones en «eco», cuando sale el Rey (1, vv. 283-285). También<br />
producen aliteraciones algunas sonoras nmas internas; Laínez comienza su discurso<br />
en petición de honra en tono seno, para terminar con una ripiosa combinación<br />
de palabras: «De aquesta afrenta infinita / dar parte a mi hijo elijo» (1I, vv. 233<br />
234). Y también, en medio de la que pretende ser valerosa caza real, dice uno de<br />
sus acompañantes al Rey «de caza no hay traza» (1I, v. 390).<br />
f) Parodia de lenguajes y motivos tÓpICOS de la comedia convencional<br />
En la parodia de los diferentes discursos propIOS de la comedia nueva se halla<br />
una de las claves fundamentales de la comicidad de las comedias burlescas.<br />
Los artificios del lenguaje amoroso, las apóstrofes, exclamaciones, y demás recursos<br />
retóricos empleados habitualmente para los monólogos en defensa de la honra,<br />
para los duelos o para las relaciones de batallas, eran bien conocidos por los<br />
espectadores. Ese público encuentra en las comedias de chanzas esos mismos recursos<br />
lingüísticos, pero deformados por los conceptos disparatados que contienen,<br />
o por las alusiones escatológicas, eróticas, o alimentarias. Se procede a una ridiculización<br />
de los temas manteniendo las formas, para que el espectador reconozca<br />
el modelo serio y se ría comprobando el proceso de degradación que ha sufrido<br />
esa escena de amor o ese diálogo defendiendo el honor. En primer lugar observamos<br />
una inversión de papeles en la pnmera escena: Los criados tutean a Jimena,<br />
y ella alterna el tuteo con las fórmulas de trato habituales (1, vv. 11-12; 1,<br />
vv. 37-41). En un momento dado este rebajamiento llega hasta el punto de que<br />
Jimena pIde a Flora, en una parodia de las formas de cortesía, «licencia» para<br />
actuar (1, vv. 49-52). También le pide permiso para llorar y le pregunta la «cantidad»<br />
del llanto (1I, vv. 11-12).<br />
Los tópicos de la «doncella agraviada», el «padre deshonrado», el «hijo valeroso»<br />
están ya muy gastados, y, como dice García Lorenzo (1977), «desmitificado está<br />
el honor, otra de las grandes preocupaciones de nuestros dramaturgos del XVII». Imitando<br />
paródicamente panegíricos de honor y honra, que en las obras «serias» pretenden<br />
deslumbrar al interlocutor, aquí, por el contexto y los personajes ridículos,<br />
aunque se utilicen recursos retóricos similares a los de las comedias «serias»<br />
(anáforas, paralelismos, etc.) sólo consiguen reforzar ese efecto burlesco, y más por<br />
el modo como terminan estos discursos (1, vv. 299-310). Las acciones reales se anuncian<br />
con gran boato, pero aquí no se trata de hechos heroicos, sino de hechos relativos<br />
a su alimentación. Las figuras e imágenes en torno a la comida se repiten en<br />
la obra: el monarca va a comer «un gran rato / con el mayor aparato / que tuvo<br />
ningún monarca» (III, vv. 121-123). Comerá «con pompa y autoridad» (1I1, v. 125).<br />
y ante la comida del rey, encontramos exclamaciones admirativas propias de otras<br />
situaciones y cualidades reglas bien diversas de ésta: «[No se VIO tal Majestad], /<br />
¡Pasmado de vella estoy' / ¡SU opulencia es peregnna! / ¡Soberbio es su proceder!<br />
(1I1, vv. 126-129)>>. Incluso en los momentos trágicos de la muerte, como es el caso<br />
de Jimena, envenenada por su padre, se desmitifica ese lenguaje grandilocuente<br />
mediante grotescas rupturas finales (1I, vv. 141-148). También el autor parodia palabras<br />
propias de la poesía grave: alude a la «parca» -muerte en la lengua poéti-