CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal
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circunstancias, y nunca se está dispuesto a excusar; nunca se está dispuesto a ejercitar la<br />
misericordia. El hombre <strong>de</strong> espíritu caritativo posee discernimiento y está dispuesto a<br />
ejercitarlo. Está dispuesto a escuchar para ver si hay una explicación, si hay una excusa,<br />
para <strong>de</strong>scubrir si hay quizá circunstancias atenuantes. Pero el hombre que juzgue dice,<br />
"No, no necesito nada más". En consecuencia, rechaza toda explicación, y no escucha ni<br />
razones ni argumentos.<br />
Quizá po<strong>de</strong>mos concluir la <strong>de</strong>scripción y culminarla diciendo: este espíritu en<br />
realidad se manifiesta en la ten<strong>de</strong>ncia a emitir juicios <strong>de</strong>finitivos acerca <strong>de</strong> las personas<br />
como tales. Esto significa que no es tanto un juicio <strong>de</strong> lo que hacen o creen o dicen, sino<br />
<strong>de</strong> las personas mismas. Es un juicio <strong>de</strong>finitivo <strong>de</strong> la persona, y lo que lo hace tan<br />
terrible es que para ser así se arroga algo que pertenece a Dios. Recor<strong>de</strong>mos cuando<br />
nuestro Señor envió mensajeros a los pueblos <strong>de</strong> los samaritanos para que se prepararan<br />
para su llegada, y al no recibirlos, Santiago y Juan, al enterarse dijeron: "Señor, ¿quieres<br />
que man<strong>de</strong>mos que <strong>de</strong>scienda fuego <strong>de</strong>l cielo, como hizo Elías, y los consuma?" Eso es;<br />
querían <strong>de</strong>struir a estos samaritanos. Pero nuestro Señor se volvió a ellos y los censuró<br />
diciendo, "Vosotros no sabéis <strong>de</strong> qué espíritu sois; porque el Hijo <strong>de</strong>l Hombre no ha<br />
venido para per<strong>de</strong>r las almas <strong>de</strong> los hombres, sino para salvarlas!' Fueron culpables <strong>de</strong><br />
formar y emitir un juicio <strong>de</strong>finitivo acerca <strong>de</strong> estas personas y <strong>de</strong> proponer su<br />
<strong>de</strong>strucción. Existe una diferencia enorme entre hacer esto y expresar una crítica<br />
inteligente e ilustrada <strong>de</strong> los puntos <strong>de</strong> vista y teorías <strong>de</strong> un hombre, <strong>de</strong> su doctrina, <strong>de</strong><br />
su enseñanza o <strong>de</strong> su modo o estilo <strong>de</strong> vida. Se es-. pera que hagamos esto último; pero<br />
en cuanto con<strong>de</strong>namos y rechazamos a la persona, nos arrogamos un po<strong>de</strong>r que<br />
pertenece sólo a Dios y a nadie más.<br />
Es un tema penoso, y hasta ahora hemos examinado solo el mandato. No hemos<br />
estudiado todavía la razón que nuestro Señor agrega al mandato. Simplemente, hemos<br />
tomado las dos palabras, y confío en que siempre las recordaremos. "No juzguéis". Al<br />
cumplirlo, agra<strong>de</strong>zcamos a Dios por tener un evangelio que nos dice que "siendo aún<br />
pecadores, Cristo murió por nosotros", que nadie se sostiene por su propia justicia, sino<br />
por la justicia <strong>de</strong> Cristo. Sin Él estamos con<strong>de</strong>nados, completamente perdidos. Nos<br />
hemos con<strong>de</strong>nado a nosotros mismos al juzgar a otros. Dios el Señor es nuestro Juez, y<br />
Él nos ha proporcionado una forma <strong>de</strong> pasar <strong>de</strong>l juicio a la vida. La exhortación es a<br />
vivir nuestra vida en este mundo como personas que han pasado por el juicio 'en Cristo',<br />
y que ahora viven por Él y como Él, dándose cuenta <strong>de</strong> que han sido salvados por su<br />
gracia y misericordia maravillosas.<br />
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