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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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sonas que parecen pensar que lo único necesario es que las promesas <strong>de</strong> Dios existan.<br />

Sin embargo esto no es suficiente, porque el problema básico <strong>de</strong>l género humano es que<br />

no cae en la cuenta <strong>de</strong> la necesidad en que está. Hay muchos que predican acerca <strong>de</strong>l<br />

Señor Jesucristo sin conseguir ningún efecto y éste es el por qué. No tienen doctrina <strong>de</strong>l<br />

pecado, nunca convencen a las personas <strong>de</strong> su pecado. Siempre presentan a Cristo y<br />

dicen que esto es suficiente. Pero no es suficiente; porque el efecto <strong>de</strong>l pecado en<br />

nosotros es tal que nunca acudiremos a Cristo a no ser que caigamos en la cuenta <strong>de</strong> que<br />

somos pobres. Pero no nos gusta consi<strong>de</strong>rarnos como pobres, y no nos gusta sentir<br />

nuestra necesidad. La gente está dispuesta a escuchar sermones que presentan a Cristo,<br />

pero no les gusta que se les diga que son tan incapaces, que Cristo tuvo que ascen<strong>de</strong>r a<br />

la cruz y morir para que pudieran ser salvos. Piensan que eso es ofensivo. Tenemos que<br />

caer en la cuenta <strong>de</strong> nuestra necesidad. Los dos primeros elementos esenciales para la<br />

salvación y para el gozo en Cristo son la conciencia <strong>de</strong> nuestra necesidad, y la<br />

conciencia <strong>de</strong> la riqueza <strong>de</strong> la gracia que hay en Cristo. Sólo los que se dan cuenta <strong>de</strong><br />

estas cosas pue<strong>de</strong>n verda<strong>de</strong>ramente 'pedir', porque sólo el que dice "¡Miserable <strong>de</strong> mí!"<br />

busca la liberación. Los otros no son conscientes <strong>de</strong> su necesidad. El que sabe que está<br />

hundido es el que comienza a pedir. Y entonces comienza a darse cuenta <strong>de</strong> las<br />

posibilida<strong>de</strong>s que existen en Cristo.<br />

Lo que nuestro Señor subraya aquí, al comienzo, es la importancia <strong>de</strong>cisiva <strong>de</strong><br />

conocer nuestra necesidad. Lo dice por medio <strong>de</strong> estos tres términos —pedir, buscar,<br />

llamar. Al leer los comentaristas encontramos gran<strong>de</strong>s discusiones respecto a si buscar<br />

es más vigoroso que pedir, y llamar más vigoroso que buscar. Dedican mucho tiempo a<br />

discutir tales puntos. Y como <strong>de</strong> costumbre, uno encuentra que tien<strong>de</strong>n a contra<strong>de</strong>cirse.<br />

Unos dicen que pedir significa un <strong>de</strong>seo superficial, buscar un <strong>de</strong>seo mayor, y llamar<br />

algo muy po<strong>de</strong>roso. Otros dicen que el hombre que llama es el que está afuera y que lo<br />

más elevado es pedir, no llamar. El no creyente, dicen, <strong>de</strong>be llamar a la puerta, y una<br />

vez que ha entrado por la puerta comienza a buscar, y por fin, frente a frente a su Señor<br />

y maestro, pue<strong>de</strong> pedir.<br />

Pero todo esto está fuera <strong>de</strong> propósito. Nuestro Señor simplemente quiere<br />

enfatizar una cosa, a saber, que hemos <strong>de</strong> mostrar persistencia, perseverancia, porfía.<br />

Ello se ve claramente cuando se presta atención al marco general <strong>de</strong> este pasaje en<br />

Lucas 11. Ahí tenemos la parábola <strong>de</strong>l hombre a quien llega <strong>de</strong> repente un huésped a<br />

medianoche, y como no tiene pan para él, sale a llamar a la puerta <strong>de</strong> un amigo que ya<br />

estaba acostado. Y <strong>de</strong>bido a su porfía el amigo le da algo <strong>de</strong> pan. Lo mismo se enseña<br />

en la parábola <strong>de</strong> la viuda insistente en Lucas 18. Y esto es lo que tenemos aquí. Estas<br />

tres palabras subrayan el elemento <strong>de</strong> persistencia. Hay momentos <strong>de</strong> hacer balance <strong>de</strong><br />

la vida cuando nos <strong>de</strong>tenemos y <strong>de</strong>cimos: "La vida sigue; yo sigo. ¿Qué progreso hago<br />

en esta vida y en este mundo?" Comenzamos a sacar el balance <strong>de</strong> nuestra vida y a <strong>de</strong>cir<br />

"No vivo la vida cristiana como <strong>de</strong>bería; no soy lo diligente que <strong>de</strong>bería en la lectura <strong>de</strong><br />

la Biblia y en la oración. Voy a cambiar todo esto. Comprendo que hay un nivel más<br />

elevado que <strong>de</strong>bo alcanzar, y quiero llegar a él!' Somos sinceros; somos muy sinceros;<br />

<strong>de</strong> verdad <strong>de</strong>seamos hacerlo. En consecuencia, durante los primeros días <strong>de</strong> un nuevo<br />

año, leemos la Biblia con regularidad, oramos y pedimos a Dios su bendición. Pero —y<br />

esto nos ocurre a todos— pronto comenzamos a flojear y a olvidar. En el momento en<br />

que pensamos en <strong>de</strong>dicarnos a la lectura o a la oración suce<strong>de</strong> algo imprevisto, como<br />

<strong>de</strong>cimos, algo que no habíamos prevenido, y todo nuestro programa queda alterado. Al<br />

cabo <strong>de</strong> una o dos semanas <strong>de</strong>scubrimos que hemos olvidado por completo nuestra<br />

excelente resolución. Esto es lo que le preocupa a nuestro Señor. Si hemos <strong>de</strong> alcanzar<br />

realmente estas bendiciones que Dios nos tiene reservadas, <strong>de</strong>bemos seguir pidiéndolas.<br />

'Buscar' simplemente significa seguir pidiendo; 'llamar' es lo mismo. Es como una

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