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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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sola vez, y que, habiéndolo recibido, vamos viviendo <strong>de</strong> él. "Pero __dijo—, no es así. Esto<br />

resultaría muy peligroso para nosotros. Si Dios nos diera todos sus gloriosos dones <strong>de</strong> gracia <strong>de</strong><br />

una sola vez, correríamos el peligro <strong>de</strong> disfrutar <strong>de</strong>l don y <strong>de</strong> olvidarnos por completo <strong>de</strong> Dios!'<br />

Porque aunque no po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>rlo, Dios <strong>de</strong>sea que le hablemos y, como Padre nuestro, le<br />

gusta que lo hagamos. Es como un padre terrenal en ese sentido. El padre terrenal se siente<br />

hondamente herido ante el hijo que se contenta con disfrutar <strong>de</strong> lo que el padre le ha dado, pero<br />

que nunca vuelve a buscar su compañía hasta que ha agotado los recursos y necesita más. No, al<br />

padre le gusta que el hijo venga a hablarle; y ésta es la forma en que Dios actúa. Es, dice el Dr.<br />

Simpson, exactamente como un padre que ha puesto a nombre <strong>de</strong>l hijo un gran <strong>de</strong>pósito en el<br />

Banco, y el hijo pue<strong>de</strong> solamente retirar cada vez una cantidad con un cheque. Cada vez que<br />

necesita más tiene que librar otro cheque. Y así es como Dios actúa con nosotros. No nos lo ha<br />

dado todo <strong>de</strong> una vez. Nos lo da por partes. Dios está ahí con la gracia ofreciendo su garantía, y<br />

todo lo que nosotros tenemos que hacer es firmar nuestros cheques y presentarlos. Esto es la<br />

oración, presentar nuestro cheque, acudir a Dios y pedirle que lo pague.<br />

Sin duda es algo maravilloso que a Dios le guste que acudamos a Él. El Dios que existe<br />

por sí mismo, el gran Jehová, el Dios que no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> nadie, que existe <strong>de</strong> eternidad a<br />

eternidad, que existe en sí mismo y aparte <strong>de</strong> todo, porque somos sus hijos —esto es lo<br />

asombroso—, se agrada <strong>de</strong> que vayamos a Él para complacerse en oírnos.<br />

Al Dios que hizo el cielo y la tierra, y que señala el curso <strong>de</strong> las estrellas, le gusta oír<br />

nuestras alabanzas balbucientes, le gusta oír nuestras peticiones. Es así, porque Dios es amor, y<br />

ésta es la razón <strong>de</strong> que, aunque conoce todas nuestras necesida<strong>de</strong>s, le dé gran placer, por así<br />

<strong>de</strong>cirlo, cuando nos ve acudir a Él para pedirle nuestro pan cotidiano.<br />

Pero todavía <strong>de</strong>bemos subrayar otro aspecto: todos <strong>de</strong>bemos recordar nuestra<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia total <strong>de</strong> Dios, incluso para nuestro pan cotidiano. Si Dios lo quisiera, no tendríamos<br />

pan cotidiano. Podría ocultar el sol; podría <strong>de</strong>tener la lluvia; podría hacer que la tierra fuera tan<br />

estéril que el labrador incluso con todos sus implementos mo<strong>de</strong>rnos y abonos químicos, no<br />

pudiera conseguir la cosecha. Podría hacer que se perdiera la cosecha si lo quisiera. Estamos<br />

absolutamente en las manos <strong>de</strong> Dios, y la necedad suprema <strong>de</strong> este siglo XX es pensar que,<br />

porque hemos adquirido cierta cantidad <strong>de</strong> conocimientos <strong>de</strong> las leyes <strong>de</strong> Dios, somos<br />

in<strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong> Él. No po<strong>de</strong>mos vivir ni un solo día sin Él. Nada seguiría existiendo si Dios no<br />

lo sostuviera e impulsara. 'El pan nuestro <strong>de</strong> cada día, dánoslo hoy! Es bueno que por lo menos<br />

una vez al día aunque cuanto más mejor, recor<strong>de</strong>mos que nuestra existencia misma está en sus<br />

manos. Nuestro alimento y todas las cosas necesarias provienen <strong>de</strong> Él, y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>mos para su<br />

consecución <strong>de</strong> su gracia y misericordia.<br />

Llegamos ahora a la segunda división, que suele ser fuente <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s dificulta<strong>de</strong>s. 'Y<br />

perdónanos nuestras <strong>de</strong>udas, como también nosotros perdonamos a nuestros <strong>de</strong>udores! Las<br />

dificulta<strong>de</strong>s principales en cuanto a esto son dos. Hay quienes piensan que el cristiano no<br />

necesita pedir perdón, y entre éstos se forman dos grupos. Unos dicen que los cristianos no<br />

necesitan pedir perdón, porque son justificados por fe, con lo cual quieren <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego,<br />

que estamos justificados por fe en la presencia <strong>de</strong> Dios. ¿Qué significa 'justificados por fe'?<br />

Quiere <strong>de</strong>cir que Dios <strong>de</strong>clara que ha perdonado todos nuestros pecados en la Persona <strong>de</strong>l Señor<br />

Jesucristo, los pecados que hemos cometido y los que cometeremos; que ha consi<strong>de</strong>rado como<br />

nuestra la rectitud <strong>de</strong> Jesucristo, y nos consi<strong>de</strong>ra y <strong>de</strong>clara justos en Él. Esto es justificación por<br />

fe. En este caso, argumentan, si todos mis pecados han sido ya perdonados, ¿qué necesidad tengo<br />

<strong>de</strong> pedir perdón?<br />

Otros, <strong>de</strong>bido a la i<strong>de</strong>a que tienen <strong>de</strong> la santificación dicen que no se necesita pedir

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