CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal
CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal
CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
y <strong>de</strong> la psicología <strong>de</strong> las ventas. No nos correspon<strong>de</strong> a nosotros juzgar si un curso así es<br />
necesario o no, pero sí po<strong>de</strong>mos utilizar esto para subrayar el hecho <strong>de</strong> que el Nuevo<br />
Testamento siempre ha enseñado la necesidad <strong>de</strong> la preparación. ¡No es que necesitemos<br />
un curso <strong>de</strong> psicología! No; pero sí necesitamos conocer nuestro Nuevo<br />
Testamento. Si lo conociéramos sabríamos que las personas son todas diferentes; y si<br />
<strong>de</strong>seamos <strong>de</strong> verdad ganar almas, y no sólo dar nuestro testimonio, entonces caeremos<br />
en la cuenta <strong>de</strong> la importancia que tiene discernir y compren<strong>de</strong>r. No <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>cir,<br />
"Bueno, yo soy así, es mi temperamento, y así es como hago las cosas!' No; con el<br />
apóstol Pablo <strong>de</strong>bemos hacernos 'todos a todos' a fin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r salvar a algunos. Al judío<br />
se hizo judío, al gentil se hizo gentil, a los que estaban bajo la ley se hizo como bajo la<br />
ley, precisamente con este propósito.<br />
Éste es el primer punto, y <strong>de</strong>bemos estar <strong>de</strong> acuerdo en que a menudo hemos<br />
caído en esta trampa respecto al dar testimonio. Tien<strong>de</strong> a hacerse mecánico, y quizá<br />
incluso nos sentimos casi complacidos cuando alguien se comporta con nosotros como<br />
el perro y el cerdo, porque entonces sentimos que hemos sido perseguidos por Cristo,<br />
cuando en realidad no ha sido así, sino simplemente que no hemos conocido bien la<br />
Biblia y no hemos dado testimonio en la forma a<strong>de</strong>cuada.<br />
El segundo principio es que <strong>de</strong>bemos no sólo apren<strong>de</strong>r a distinguir entre<br />
diferentes tipos <strong>de</strong> personas; también <strong>de</strong>bemos volvernos expertos en saber qué ofrecer<br />
a cada tipo. Uno no trata a un Hero<strong>de</strong>s y a un Pilatos exactamente <strong>de</strong> la misma manera;<br />
se contesta a las preguntas <strong>de</strong> un Pilatos, pero no se le dice nada a un Hero<strong>de</strong>s. Debemos<br />
ver a las personas tal cual son y ser sensibles a ellas. Hemos sacado la viga <strong>de</strong> nuestro<br />
ojo, nos hemos librado <strong>de</strong> todo lo que es espíritu <strong>de</strong> censura, y estamos realmente<br />
preocupados por ayudar a los <strong>de</strong>más. Según ese espíritu, tratemos precisamente <strong>de</strong><br />
encontrar lo a<strong>de</strong>cuado para esa persona. Es curioso darse cuenta <strong>de</strong> cuan fácilmente nos<br />
volvemos esclavos <strong>de</strong> las palabras. He conocido personas que, cuando predican acerca<br />
<strong>de</strong>l texto <strong>de</strong> hacerse 'pescadores <strong>de</strong> hombres', tienen siempre mucho cuidado en <strong>de</strong>cir<br />
que <strong>de</strong>bemos saber qué cebo usar; pero cuando llegan a un texto como éste, parecen<br />
olvidar que se aplica el mismo principio, y que también es cierto aquí. Debemos saber<br />
qué es apropiado para cada persona en cada situación específica.<br />
Esta es una <strong>de</strong> las razones <strong>de</strong>l por qué es difícil que un recién convertido sea un<br />
buen testigo. Po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>r más claramente, a la luz <strong>de</strong> este principio, por qué Pablo<br />
dice que no hay que darle a ningún recién convertido una posición prominente en la<br />
<strong>iglesia</strong>. ¡Cuánto nos hemos apartado <strong>de</strong>l Nuevo Testamento en nuestra práctica! Tenemos<br />
la ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> imponer las manos en el recién convertido e inmediatamente<br />
colocarlo en alguna posición <strong>de</strong>stacada. Pero la Biblia nos dice que no se <strong>de</strong>be empujar<br />
a ningún hombre <strong>de</strong> inmediato a la prominencia. ¿Por qué? En parte, por esta razón,<br />
porque el recién convertido quizá no sea experto en las cosas que estamos examinando.<br />
Nuestro tercer principio es que <strong>de</strong>beríamos ser muy cuidadosos en cuanto a la forma en<br />
que presentamos la verdad. Aparte <strong>de</strong> la verdad misma, el método <strong>de</strong> presentación <strong>de</strong>be<br />
variar <strong>de</strong> persona a persona. Debemos apren<strong>de</strong>r a evaluar a las personas. Para algunos<br />
ciertas cosas resultan ofensivas aunque no lo sean para otros. Debemos tener cuidado en<br />
no presentar la verdad en una forma que pueda resultar ofensiva para ninguna clase <strong>de</strong><br />
persona.<br />
Por ejemplo, ir a cualquier no creyente y <strong>de</strong>cirle, "¿es usted salvo?" no es el<br />
método bíblico. Hay un cierto tipo <strong>de</strong> personas que, si se les dice eso se ofen<strong>de</strong>rán, y no<br />
se <strong>de</strong>jarán conducir a la verdad. El efecto <strong>de</strong> una pregunta tal sobre esta persona será<br />
producir la respuesta que nuestro Señor <strong>de</strong>scribe, la reacción <strong>de</strong>l perro y <strong>de</strong>l cerdo, el<br />
pisotear y el <strong>de</strong>strozar, la blasfemia y la maldición. Y <strong>de</strong>bemos tener siempre cuidado en<br />
no dar pie a nadie para que blasfeme o maldiga. Hay quienes, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, lo harán por