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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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nada sirve presentar la ley a esas personas. Oyen la ley, pero no la quieren. Des<strong>de</strong> luego, cuando<br />

se sientan cómodamente en un sillón para escuchar una afirmación abstracta acerca <strong>de</strong> cómo<br />

tendría que ser la vida, dicen que les gusta. Pero si se les aplica la ley, inmediatamente la odian y<br />

reaccionan contra ella. En cuanto se les aplica, les <strong>de</strong>sagrada y se resienten.<br />

¿Pero por qué <strong>de</strong>bería ser así? Según la Biblia todos somos así por naturaleza porque,<br />

antes <strong>de</strong> que nos <strong>de</strong>sagradara la ley, y antes <strong>de</strong> tener esta actitud equivocada frente a la ley, existe<br />

nuestra actitud equivocada hacia Dios mismo que es el dador <strong>de</strong> la ley. La ley es una expresión<br />

<strong>de</strong> la voluntad santa <strong>de</strong> Dios; es expresión, en cierto sentido, <strong>de</strong> la persona misma, <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong><br />

Dios. Y al hombre le <strong>de</strong>sagrada la ley <strong>de</strong> Dios porque naturalmente odia a Dios. Este es el<br />

argumento <strong>de</strong>l Nuevo Testamento: "La mente carnal es enemistad contra Dios". El hombre<br />

natural, el hombre tal como es, como consecuencia <strong>de</strong> la Caída, es enemigo <strong>de</strong> Dios, le es<br />

extraño. Está "sin Dios en el mundo"; le <strong>de</strong>sagrada Dios, le odia a Él y a todo lo que proce<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

Él. ¿Y por qué es así? La respuesta única es que la actitud que tiene hacia sí mismo es errónea.<br />

Ésta es la razón por la que todos los hombres, por instinto y naturaleza, no se apresuran a poner<br />

en práctica esta regla <strong>de</strong> oro.<br />

Todo se pue<strong>de</strong> reducir a una palabra, el 'yo'. Nuestro Señor lo dice afirmando que<br />

<strong>de</strong>beríamos "amar al prójimo como a nosotros mismos". Pero eso es lo que no hacemos, y no<br />

queremos hacerlo, porque amamos el yo <strong>de</strong>masiado y en una forma equivocada. No hacemos a<br />

los <strong>de</strong>más como quisiéramos que ellos nos hicieran a nosotros, porque siempre estamos pensando<br />

sólo acerca <strong>de</strong> nosotros mismos, y nunca nos <strong>de</strong>dicamos a pensar en los <strong>de</strong>más. Es <strong>de</strong>cir, en otras<br />

palabras, la condición <strong>de</strong>l hombre en pecado es el resultado <strong>de</strong> la Caída. Está totalmente centrado<br />

en sí mismo. No piensa en nada ni en nadie sino en sí mismo; no se preocupa por nada sino por<br />

su propio bienestar. Esto no lo digo yo; es la verdad, la verdad simple y literal, acerca <strong>de</strong> todos<br />

los que no son cristianos; y, lamentablemente, también se aplica a menudo incluso a los cristianos.<br />

Por instinto, todos estamos centrados en el yo. Nos duele lo que se dice y piensa <strong>de</strong><br />

nosotros, pero parece que nunca caemos en la cuenta <strong>de</strong> que los <strong>de</strong>más también son así, porque<br />

nunca pensamos en los <strong>de</strong>más. Todo el tiempo pensamos en el yo, y nos <strong>de</strong>sagrada Dios porque<br />

Dios es alguien que interfiere con esta in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y posición <strong>de</strong> que todo gire en torno al yo.<br />

Al hombre le gusta pensar que es completamente autónomo, pero hay Alguien que le <strong>de</strong>safía<br />

esto, y al hombre por naturaleza le <strong>de</strong>sagrada.<br />

Así pues, el fracaso <strong>de</strong>l hombre en vivir según la regla <strong>de</strong> oro y cumplirla se <strong>de</strong>be al<br />

hecho <strong>de</strong> que está centrado en el yo. Esto, a su vez, conduce a la satisfacción <strong>de</strong>l yo, la<br />

protección <strong>de</strong>l yo, la preocupación por el yo. El yo está siempre en primer plano, porque el<br />

hombre lo <strong>de</strong>sea todo para sí. En último término, ¿no es esta la causa real <strong>de</strong> los problemas en las<br />

disputas laborales? En realidad todo se reduce a esto. Una parte dice: "Tengo <strong>de</strong>recho a recibir<br />

más". La otra parte dice, "Bien, si recibe más, yo tendré menos". Y, en consecuencia, objetan los<br />

unos contra los otros y hay disputas, porque cada parte piensa sólo en sí misma. No digo nada<br />

acerca <strong>de</strong> quién pue<strong>de</strong> tener razón en disputas específicas. Ha habido casos en los que los obreros<br />

han tenido <strong>de</strong>recho a recibir más, pero siempre hay tensiones <strong>de</strong>bido al pecado y al yo. Si<br />

fuéramos suficientemente sinceros para analizar nuestra actitud respecto a todas estas<br />

situaciones, tanto políticas, como sociales, económicas, nacionales, o internacionales,<br />

encontraríamos que todo se reduce a esto. Se ve en las naciones. Dos naciones <strong>de</strong>sean lo mismo,<br />

y por ello se vigilan mutuamente. Todas las naciones tratan <strong>de</strong> verse a sí mismas simplemente<br />

como las protectoras y salvaguardas <strong>de</strong> la paz general <strong>de</strong>l mundo. Siempre hay un elemento <strong>de</strong><br />

egoísmo en el patriotismo. Es 'mi país', 'mi <strong>de</strong>recho'; y la otra nación dice lo mismo; y por estar<br />

todos tan centrados en sí mismos hay guerras. Todas las disputas y tensiones e infelicida<strong>de</strong>s,

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