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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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CAPITULO LIV<br />

Falsa Paz<br />

Examinemos ahora la sección 7:21-23. No cabe duda que estas palabras son, en muchos sentidos,<br />

las más solemnes que haya pronunciado en este mundo, no sólo algún hombre, sino incluso el<br />

mismo Hijo <strong>de</strong> Dios. En realidad, si alguien, un simple hombre, pronunciara palabras así nos<br />

sentiríamos compelidos no solo a criticarlo sino a con<strong>de</strong>narlo. Pero son palabras que pronunció<br />

el Hijo <strong>de</strong> Dios y, en consecuencia, exigen nuestra atención mas <strong>de</strong>dicada. ¿Cuántas veces, me<br />

pregunto, las hemos examinado o hemos oído predicar acerca <strong>de</strong> ellas? ¿No <strong>de</strong>bemos acaso<br />

<strong>de</strong>clararnos culpables <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que, aunque pretendamos creer en toda la Biblia, en la<br />

práctica a menudo negamos parte <strong>de</strong> ella al prescindir <strong>de</strong> la misma, simplemente porque no<br />

favorece a la carne, o porque nos perturba? Pero si creemos realmente que ésta es la Palabra <strong>de</strong><br />

Dios, <strong>de</strong>bemos examinarla toda; y, en especial, <strong>de</strong>bemos tener cuidado <strong>de</strong> evitar esos argumentos<br />

espaciosos con los que algunos tratan <strong>de</strong> eludir la enseñanza clara <strong>de</strong> la Biblia. Estas palabras son<br />

sumamente solemnes y la única forma <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarlas <strong>de</strong> verdad es examinarlas a la luz <strong>de</strong>l hecho<br />

<strong>de</strong> que llegará un día en que todos los escenarios humanos <strong>de</strong>saparecerán. Estas palabras se<br />

dirigen a hombres y mujeres que están conscientes <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que tendrán que presentarse<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios para el juicio final.<br />

Es evi<strong>de</strong>nte que en este párrafo nuestro Señor prosigue el tema <strong>de</strong>l que se ha ocupado en<br />

el párrafo anterior, don<strong>de</strong> puso sobre aviso al pueblo frente a los falsos profetas. Para nuestro<br />

Señor este asunto es tan extremadamente grave que vuelve a ocuparse <strong>de</strong> él. No le basta una<br />

amonestación. Ya ha concluido la enseñanza <strong>de</strong>l Sermón, y lo ha elaborado en gran <strong>de</strong>talle.<br />

Ahora lo está aplicando. Comienza la aplicación en la exhortación acerca <strong>de</strong>l entrar por la puerta<br />

estrecha y andar por el camino angosto. Pero le preocupa que nadie se <strong>de</strong>svíe a este respecto, que<br />

repite la amonestación una y otra vez.<br />

Una vez nos ha mostrado la sutileza <strong>de</strong> los falsos profetas en las dos analogías notables<br />

que hemos examinado, nuestro Señor ahora advierte acerca <strong>de</strong> lo mismo en una forma todavía<br />

más explícita. Esta vez incluso es más brusco que la anterior, y nuestro Señor sin duda lo plantea<br />

así porque se trata <strong>de</strong> un asunto sumamente grave por tratarse <strong>de</strong>l peligro terrible que nos acecha<br />

a este respecto. Su método es el mismo que ha empleado a lo largo <strong>de</strong>l Sermón <strong>de</strong>l Monte,<br />

comienza siempre con una afirmación franca, luego la examina e ilustra. La elabora y amplia.<br />

Esto es lo que tenemos en este párrafo específico. Ante todo dice, "No todo el que me dice:<br />

Señor, Señor, entrará en el reino <strong>de</strong> los cielos, sino el que hace la voluntad <strong>de</strong> mi Padre que está<br />

en los cielos!' Esta es la afirmación. Pero luego pasa a ilustrarla y elaborarla. "Muchos me dirán<br />

en aquel día: Señor, Señor!' etc.<br />

Lo más importante, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la exposición, es que tenemos las dos<br />

partes juntas, que no aislemos el versículo 21 <strong>de</strong> los versículos 22 y 23, como algunos han<br />

tratado <strong>de</strong> hacer, sino que tomemos todos estos versículos juntos y los consi<strong>de</strong>remos como la<br />

presentación <strong>de</strong> la proposición y la <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> sus implicaciones. La importancia <strong>de</strong><br />

hacerlo así se ve cuando se nos recuerda que algunos, tomando el versículo 21 por separado, han<br />

argüido que nuestro Señor en realidad enseña que, en última instancia, lo que-importa no es tanto<br />

lo que el hombre cree sino lo que el hombre hace. Esta cita la emplean a menudo los que gustan<br />

<strong>de</strong> presentar como dos cosas opuestas la fe y las obras. Preguntan: "¿Acaso no dijo, no todo el<br />

que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino <strong>de</strong> los cielos, sino el que hace la voluntad <strong>de</strong> mi<br />

Padre que está en los cielos?". Sostienen que se subraya la acción. Y luego presentan toda su<br />

doctrina <strong>de</strong> la salvación por las obras. "Algunos", dicen, "se preocupan siempre <strong>de</strong> la doctrina, y

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