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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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una vez hecho esto, presentar algunas razones que justifican su cumplimiento. No necesita<br />

haberlo hecho. Pero en ello vemos algo <strong>de</strong> su gran corazón pastoral y <strong>de</strong> su compasión por<br />

nosotros como pueblo suyo. Él es el Sumo Sacerdote que sabe tener compasión <strong>de</strong> nosotros. Nos<br />

entien<strong>de</strong>. Sabe que somos tan falibles e imperfectos, como consecuencia <strong>de</strong>l pecado, que no<br />

basta simplemente mostrarnos el camino. Necesitamos que se nos <strong>de</strong>n razones. "Entrad por la<br />

puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y<br />

muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a<br />

la vida, y pocos son los que la hallan!'<br />

¿Cuáles son, pues, las razones? Limitémonos a resumirlas. La primera razón que nos da<br />

para entrar por esta puerta estrecha, es la índole <strong>de</strong> las dos clases <strong>de</strong> vida que nos son posibles.<br />

Está el camino espacioso al que se entra por la puerta ancha, y esta el otro camino al que se entra<br />

por la puerta estrecha, camino que es angosto siempre. Si nos diéramos cuenta <strong>de</strong> la verdad<br />

respecto a la índole <strong>de</strong> estos dos caminos, no habrían vacilaciones. Claro está que nos es muy<br />

difícil <strong>de</strong>spegarnos <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> este mundo, y, sin embargo, la esencia <strong>de</strong> todo esto es que<br />

<strong>de</strong>beríamos hacerlo. Por esta razón, si se pudiera <strong>de</strong>cir así, Dios en su sabiduría infinita or<strong>de</strong>nó<br />

que uno <strong>de</strong> cada siete días se reservara para la contemplación <strong>de</strong> estas cosas, para que los<br />

hombres se reunieran juntos en culto público. Cuando nos reunimos para dar culto salimos <strong>de</strong><br />

este mundo en el cual vivimos a fin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r examinarlo objetivamente. ¡Es tan difícil hacerlo<br />

cuando uno está en él!; pero cuando uno sale <strong>de</strong>l mismo, y se sienta aparte para examinarlo<br />

objetivamente, comienza realmente a ver las cosas como son.<br />

Veamos por un momento esa vida mundana en que viven las personas que andan por el<br />

camino espacioso. Veamos esta vida, por ejemplo, tal como se presenta en los periódicos.<br />

Tomemos cualquiera <strong>de</strong> ellos. Presentan la vida mundana típica en sus aspectos mejores y<br />

peores. Veamos esa vida que fascina tanto a tantas personas, esa vida que las fascina hasta tal<br />

punto que están dispuestos a arriesgar su alma eterna por ella, caso <strong>de</strong> que crean en la existencia<br />

<strong>de</strong>l alma. ¿Qué les tiene reservado? Veamos la vida y analicémosla. ¿Qué hay en último término<br />

en ella, con toda su pompa y su gloria y sus lujos? ¿Pue<strong>de</strong> alguien imaginar algo que a fin <strong>de</strong><br />

cuentas sea tan totalmente vacío? ¿Qué satisfacción verda<strong>de</strong>ra hay en una vida así? Recor<strong>de</strong>mos<br />

las famosas preguntas que el apóstol Pablo hizo a los romanos, las cuales me parece que<br />

sintetizan esto a la perfección. Al final <strong>de</strong> Romanos 6:21, pregunta, "¿Qué fruto teníais <strong>de</strong><br />

aquellas cosas <strong>de</strong> las cuales ahora os avergonzáis? porque el fin <strong>de</strong> ellas es muerte!' Ahora que ya<br />

eres cristiano, dice, al repasar tu vida, te avergüenzas <strong>de</strong> ella. Pero ¿qué fruto conseguiste <strong>de</strong> ella<br />

incluso entonces?<br />

Ésta es una pregunta que todos <strong>de</strong>berían hacerse, especialmente los que viven <strong>de</strong> placer<br />

en placer, y los que consi<strong>de</strong>ran que el trabajo honrado es una molestia, o simplemente un medio<br />

<strong>de</strong> conseguir dinero para volver a procurarse más placer. ¿Qué hay en ello? ¿Cuál es la ganancia?<br />

¿Cuál es la satisfacción? ¿Qué tienen <strong>de</strong> valor <strong>de</strong>finitivo incluso en el or<strong>de</strong>n intelectual, para<br />

consi<strong>de</strong>rar sólo esto? ¿Qué hay <strong>de</strong> elevado y ennoblecedor en vestir <strong>de</strong> una forma <strong>de</strong>terminada y<br />

en que la fotografía <strong>de</strong> uno aparezca en los periódicos llamados sociales, en ser conocido por<br />

vestir a la moda o por la apariencia personal, o por el papel que representa, y todas estas cosas?<br />

¿Qué valor real hay en la alabanza y adulación <strong>de</strong>l hombre? Miremos a las personas que viven<br />

para esas cosas, analicemos su vida, y especialmente su final. Esto no es cinismo, sino realismo.<br />

Como dice aquel himno:<br />

"Los placeres <strong>de</strong>l mundano se esfuman, Con su aparente pompa y ostentación."<br />

¡Qué vida tan vacía! El apóstol Pedro la <strong>de</strong>scribe como 'vana manera <strong>de</strong> vivir'. No tiene<br />

contenido. Es superficial y vacía. Si se prescin<strong>de</strong> <strong>de</strong>l cristianismo resulta muy difícil enten<strong>de</strong>r la

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