CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal
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Siempre estuvieron presentes, y cada vez que aparecía un verda<strong>de</strong>ro profeta, como Jeremías o<br />
algún otro, los falsos profetas siempre dudaban <strong>de</strong> él, le resistían, y lo acusaban y ridiculizaban.<br />
¿Pero cómo eran ellos? Así es como se les <strong>de</strong>scribe: "Curaron la herida <strong>de</strong> la hija <strong>de</strong> mi pueblo<br />
con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz!' El falso profeta siempre es un predicador muy<br />
consolador. Al escucharlo da siempre la impresión <strong>de</strong> que no hay muchas cosas malas. Admite,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, que algo malo hay; no es lo bastante necio para <strong>de</strong>cir que no hay nada malo. Pero<br />
dice que todo va bien y todo irá bien. "Paz, paz", dice. "No escuchen a alguien como Jeremías",<br />
exclama; "es <strong>de</strong> mente estrecha, es un cazador <strong>de</strong> herejías, no tiene espíritu cooperador. No lo<br />
escuchéis, todo está bien!' "Paz, paz". Cura "la herida <strong>de</strong> la hija <strong>de</strong> mi pueblo con liviandad,<br />
diciendo: Paz, paz; y no hay paz!' Y, como agrega el Antiguo Testamento en forma aplastante y<br />
diciendo una verdad tan aterradora respecto a la gente religiosa <strong>de</strong> entonces y <strong>de</strong> ahora, "mi pueblo<br />
así lo quiso". Porque nunca los perturba y nunca los hace sentir incómodos. Uno sigue como<br />
está, todo está bien, no hay que preocuparse acerca <strong>de</strong> la puerta estrecha ni <strong>de</strong>l camino angosto,<br />
ni <strong>de</strong> esta doctrina específica o <strong>de</strong> aquella. "Paz, paz!' Muy consolador, muy tranquilizante;<br />
siempre es así el falso profeta, en su vestido <strong>de</strong> oveja; siempre inofensivo y agradable, siempre,<br />
invariablemente atractivo.<br />
¿De qué manera se manifiesta esto en la práctica? Diría que se manifiesta en general en<br />
una ausencia casi total <strong>de</strong> doctrina en cuanto tal en el mensaje. Siempre habla con vagueda<strong>de</strong>s y<br />
en Corma general; nunca <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> a <strong>de</strong>talles doctrinales. No le gusta la predicación doctrinal;<br />
siempre es muy vaga. Pero alguien quizá pregunte: "¿Qué quiere <strong>de</strong>cir con esto <strong>de</strong> <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r a<br />
<strong>de</strong>talles doctrinales y cómo se relaciona esto con la puerta estrecha y el camino angosto?" La<br />
respuesta es que el falso profeta muy raras veces nos dice algo acerca <strong>de</strong> la santidad, la justicia y<br />
la ira <strong>de</strong> Dios. Siempre predica acerca <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios, y nunca menciona las otras cosas.<br />
Nunca hace temblar a nadie cuando habla <strong>de</strong> este Ser santo y augusto con el que todos <strong>de</strong>bemos<br />
enfrentarnos. No dice que no crea en estas verda<strong>de</strong>s. No; no es esa la dificultad. La dificultad es<br />
que no dice nada acerca <strong>de</strong> ellas. No las menciona para nada. En general, subraya solamente una<br />
verdad aceica <strong>de</strong> Dios, y es el amor. No menciona las otras verda<strong>de</strong>s que figuran <strong>de</strong> forma<br />
igualmente <strong>de</strong>stacada en la Biblia; y ahí está el peligro. No dice cosas que sean obviamente<br />
verda<strong>de</strong>ras y justas. Y por esto es falso profeta. Ocultar la verdad es tan reprochable y<br />
con<strong>de</strong>nable como proclamar una herejía completa; y por esto, el efecto <strong>de</strong> tal enseñanza es el <strong>de</strong><br />
un 'lobo hambriento'. Es muy agradable, pero pue<strong>de</strong> conducir al hombre a la <strong>de</strong>strucción porque<br />
nunca se le plantea el problema <strong>de</strong> la santidad y la justicia y la ira <strong>de</strong> Dios.<br />
Otra doctrina que el falso profeta no enfatiza nunca es la <strong>de</strong>l juicio final y el <strong>de</strong>stino<br />
eterno <strong>de</strong> los con<strong>de</strong>nados. En los últimos cincuenta o sesenta años, no se ha predicado mucho<br />
acerca <strong>de</strong>l juicio final, y tampoco acerca <strong>de</strong>l infierno y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción eterna <strong>de</strong> los malvados.<br />
No, a los falsos profetas no les gustan enseñanzas como las que contiene la segunda Carta <strong>de</strong><br />
Pedro. Han tratado <strong>de</strong> negar su autenticidad porque no cuadran con su doctrina. Dicen que ese<br />
capítulo no <strong>de</strong>bería estar en la Biblia. Es <strong>de</strong>masiado tuerte y agresivo; pero ahí está. Y no es un<br />
caso aislado. Hay otros. Leamos la Carta <strong>de</strong> Judas, leamos el así llamado suave apóstol <strong>de</strong>l amor,<br />
el apóstol Juan, en su primera Carta, y encontraremos lo mismo. Pero también está aquí en este<br />
Sermón <strong>de</strong>l Monte. Sale <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong>l Señor mismo. Él es quien habla acerca <strong>de</strong> los falsos<br />
profetas con vestimenta <strong>de</strong> oveja que son como lobos rapaces; Él es quien los <strong>de</strong>scribe como<br />
árboles corruptos y malos. Trata <strong>de</strong>l juicio exactamente <strong>de</strong> la misma manera en que Pablo lo hizo<br />
cuando predicó a Félix y a Drusila acerca <strong>de</strong> "la justicia, el dominio propio y el juicio veni<strong>de</strong>ro!'<br />
La enseñanza <strong>de</strong>l falso profeta tampoco subraya la condición radicalmente pecaminosa <strong>de</strong>l<br />
pecado y la incapacidad total <strong>de</strong>l hombre para hacer algo por su propia salvación. A menudo, ni