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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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que eso; va en <strong>de</strong>trimento <strong>de</strong> la gloria y majestad <strong>de</strong> Dios mismo. Por consiguiente, nunca<br />

<strong>de</strong>beríamos <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el ayuno, <strong>de</strong>dicarnos a él o practicarlo, como método o medio <strong>de</strong> obtener<br />

una bendición directa. El valor <strong>de</strong>l ayuno es indirecto, no directo.<br />

Lo último que nos queda por examinar es que obviamente <strong>de</strong>bemos tener mucho cuidado<br />

en no confundir lo físico con lo espiritual. No po<strong>de</strong>mos ver esto en forma exhaustiva ahora, pero,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber leído relatos acerca <strong>de</strong> personas que han practicado el ayuno, sí siento que<br />

cruzan la frontera entre lo físico y lo espiritual. Describen cómo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s<br />

físicas preliminares <strong>de</strong> los tres o cuatro días primeros, y sobre todo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l quinto día, suele<br />

llegarles un período <strong>de</strong> claridad mental excepcional; y a veces algunos <strong>de</strong> estos amigos lo <strong>de</strong>scriben<br />

como si fuera puramente espiritual. Claro que no puedo probar que no sea espiritual; pero sí<br />

podría afirmar que hombres que no son cristianos y que se someten a un período <strong>de</strong> ayuno,<br />

invariablemente dicen lo mismo. No pue<strong>de</strong> caber la menor duda <strong>de</strong> que el ayuno puramente en el<br />

ámbito físico y corporal, es bueno para el organismo si se hace a<strong>de</strong>cuadamente; y no cabe duda<br />

<strong>de</strong> que tras él vendrán la claridad <strong>de</strong> mente, cerebro y comprensión. Pero <strong>de</strong>bemos siempre tener<br />

mucho cuidado en no atribuir a lo espiritual lo que se pue<strong>de</strong> explicar a<strong>de</strong>cuadamente por lo<br />

físico. Volvemos a encontrarnos con un gran principio general. Es lo que algunos <strong>de</strong> nosotros<br />

diríamos a aquellos que atribuyen ciertos efectos especiales a la fe y a la santidad, y también a<br />

aquellos que están siempre dispuestos a llamar milagroso a algo que cierta e indiscutiblemente,<br />

no es tal. Perjudicamos la causa <strong>de</strong> Cristo si preten<strong>de</strong>mos que es milagroso algo que se pue<strong>de</strong><br />

explicar fácilmente en un nivel natural, este mismo peligro —la confusión entre lo físico y lo<br />

espiritual— está presente en el asunto <strong>de</strong>l ayuno.<br />

Así pues, una vez examinados algunos <strong>de</strong> los aspectos falsos en este tema <strong>de</strong>l ayuno,<br />

veamos ahora cuál es la forma correcta y a<strong>de</strong>cuada. Ya la he sugerido. Se ha <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar<br />

siempre como el medio para un fin, y no como un fin en sí mismo. Es algo que se <strong>de</strong>be hacer<br />

solamente si uno se siente impelido o guiado a ello por razones espirituales. No ha <strong>de</strong> hacerse<br />

porque un cierto grupo <strong>de</strong> la <strong>iglesia</strong> obligue a ayunar el viernes, o durante el período <strong>de</strong> cuaresma,<br />

o en cualquier otro tiempo. Esas cosas no hay que hacerlas mecánicamente. Hay que<br />

disciplinar nuestra vida, pero hay que hacerlo durante todo el año, y no tan sólo en ciertos días<br />

establecidos. Debo disciplinarme a mí mismo siempre, y <strong>de</strong>bo ayunar solamente cuando el Espíritu<br />

<strong>de</strong> Dios me guíe a hacerlo, cuando me halle empeñado en algún propósito espiritual<br />

importante, no según reglas, sino porque siento que existe una necesidad especial <strong>de</strong><br />

concentrarme enteramente, con todo mi ser, en Dios y en mi adoración a Él. Este es el momento<br />

<strong>de</strong> ayunar, y ésta es la forma <strong>de</strong> enfocar este asunto.<br />

Pero veamos el otro aspecto. Después <strong>de</strong> haberlo examinado en general, veamos la forma<br />

en que ha <strong>de</strong> hacerse. El modo equivocado es llamar la atención hacia el hecho <strong>de</strong> que lo estamos<br />

haciendo. "Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos <strong>de</strong>mudan sus<br />

rostros para mostrar a los hombres que ayunan!' Es evi<strong>de</strong>nte que al hacerlo <strong>de</strong> esta forma, la<br />

gente se daba cuenta <strong>de</strong> que se <strong>de</strong>dicaban al ayuno. No se lavaban la cara ni ungían la cabeza.<br />

Algunos <strong>de</strong> ellos incluso iban más allá; se <strong>de</strong>sfiguraban la cara y se ponían ceniza sobre la cabeza.<br />

Deseaban llamar la atención hacia el hecho <strong>de</strong> que estaban ayunando, y por ello tenían el<br />

aspecto triste, infeliz, y todo el mundo los miraba y <strong>de</strong>cía, "Ah, se está <strong>de</strong>dicando al ayuno. Es<br />

una persona muy espiritual. Mírenlo; miren lo que se está sacrificando y sufriendo por su <strong>de</strong>voción<br />

a Dios!' Nuestro Señor con<strong>de</strong>na esa actitud y sus consecuencias. Para Él, cualquier forma <strong>de</strong><br />

anunciar el hecho <strong>de</strong> lo que estamos haciendo, o llamar la atención acerca <strong>de</strong> ello, es<br />

completamente reprensible, como en el caso <strong>de</strong> la oración y <strong>de</strong> la limosna. El principio es<br />

exactamente el mismo. No hay que ir tocando la trompeta para proclamar lo que uno hace. No

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