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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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CAPITULO <strong>XXXI</strong>II<br />

Ayuno<br />

Pasamos ahora a examinar la tercera ilustración que nuestro Señor da en cuanto al modo en que<br />

<strong>de</strong>bemos conducirnos en esta cuestión <strong>de</strong> la justicia personal. En los capítulos cuarto y quinto<br />

volveremos a estudiar en forma <strong>de</strong>tallada su enseñanza sobre la oración, especialmente en lo que<br />

se suele llamar el 'Padre Nuestro'. Pero antes <strong>de</strong> hacerlo, me parece que <strong>de</strong>beríamos tener muy<br />

presentes y claras estas tres ilustraciones específicas <strong>de</strong> la justicia personal.<br />

Recordarán que en esta sección <strong>de</strong>l Sermón <strong>de</strong>l Monte, nuestro Señor habla acerca <strong>de</strong> la<br />

justicia personal. Ya ha <strong>de</strong>scrito al cristiano en su actitud general hacia la vida — su vida mental,<br />

si lo prefieren—. Aquí, sin embargo, examinamos más la conducta cristiana. La afirmación general<br />

<strong>de</strong> nuestro Señor es ésta: "Guardaos <strong>de</strong> hacer vuestra justicia <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los hombres, para ser<br />

vistos <strong>de</strong> ellos; <strong>de</strong> otra manera no tendréis recompensa <strong>de</strong> vuestro padre que está en los cielos."<br />

Ya hemos indicado que nuestro Señor muestra que la vida cristiana pue<strong>de</strong> dividirse en tres<br />

sectores principales. Está el aspecto o porción <strong>de</strong> nuestra vida en el que hacemos el bien a otros<br />

—la limosna. Luego, el aspecto <strong>de</strong> nuestra relación personal íntima con Dios —nuestra vida <strong>de</strong><br />

oración. El tercero es el que vamos a examinar ahora al estudiar los versículos 16-18, —el<br />

aspecto <strong>de</strong> la disciplina personal en la vida espiritual <strong>de</strong> uno, consi<strong>de</strong>rada especialmente en<br />

función <strong>de</strong>l ayuno.<br />

Es importante, sin embargo, señalar que lo que nuestro Señor dice aquí acerca <strong>de</strong>l ayuno<br />

se pue<strong>de</strong> aplicar igualmente a toda la cuestión <strong>de</strong> la disciplina en nuestra vida espiritual. Tengo<br />

relación con hombres y mujeres; tengo relación con Dios, y tengo relación conmigo mismo. O<br />

podríamos expresar esta división triple en función <strong>de</strong> lo que hago a otros, lo que hago respecto a<br />

Dios, y lo que me hago a mí mismo. El último punto es el tema que nuestro Señor contempla en<br />

este corto párrafo.<br />

No po<strong>de</strong>mos examinar esta afirmación acerca <strong>de</strong>l ayuno sin hacer algunas observaciones<br />

preliminares generales. Creo que a todos nos <strong>de</strong>be sorpren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> inmediato el hecho <strong>de</strong> que se<br />

produzca constantemente la necesidad <strong>de</strong> variar el énfasis, no sólo en nuestra predicación <strong>de</strong>l<br />

evangelio, sino también en todo el enfoque hacia él, y en nuestra forma <strong>de</strong> pensar acerca <strong>de</strong>l<br />

mismo. Aunque la verdad es una y siempre la misma, con todo, como tiene una índole<br />

polifacética, y como la naturaleza humana es lo que es como resultado <strong>de</strong>l pecado, hay épocas<br />

particulares <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la <strong>iglesia</strong> que necesitan un énfasis especial en cuanto a aspectos<br />

específicos <strong>de</strong> la verdad. Este principio se encuentra en la Biblia misma. Hay quienes quisieran<br />

que creyéramos que hay un gran conflicto en el Antiguo Testamento entre los sacerdotes y los<br />

profetas, entre los que hacían énfasis en las obras y los que hacían énfasis en la fe. La verdad es,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, que no hay tal conflicto, que no hay contradicción. Había quienes subrayaban<br />

falsamente aspectos específicos <strong>de</strong> la verdad, y necesitaban ser corregidos. Lo que quiero<br />

<strong>de</strong>stacar es que cuando el énfasis sacerdotal ha estado muy en boga, lo que se necesita sobre todo<br />

es el énfasis en el elemento profetice O, en otras épocas, cuando ha llamado la atención excesivamente<br />

lo profético, es necesario restablecer el equilibrio, recordar a las personas lo sacerdotal<br />

y <strong>de</strong>stacarlo.<br />

Lo mismo ocurre en el Nuevo Testamento. No hay contradicción verda<strong>de</strong>ra entre<br />

Santiago y Pablo. Los que dicen que en su enseñanza se contradicen mutuamente, tiene una<br />

visión muy superficial <strong>de</strong>l Nuevo Testamento. No se contradicen, sino que cada uno <strong>de</strong> ellos,<br />

<strong>de</strong>bido a ciertas circunstancias, fue inspirado por el Espíritu Santo para enfatizar ciertos aspectos<br />

<strong>de</strong> la verdad. Santiago trata evi<strong>de</strong>ntemente con personas que tendían a afirmar que, si alguien

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