CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal
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objetiva la situación y nos pi<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarla como si se nos planteara la elección <strong>de</strong> uno entre dos<br />
caminos. En otras palabras, pregunta: ¿Estás entregado para siempre a esta vida mundana en la<br />
cual has nacido o vas a <strong>de</strong>jarla para venir a mi? Es una técnica didáctica perfecta y uno no pue<strong>de</strong><br />
imaginar una ilustración mejor que ésta. Con todo, cualquier ejemplo tiene sus límites. Le<br />
preocupa la entrega <strong>de</strong> nosotros mismos, y por ello lo presenta así. En consecuencia, no contiene<br />
ninguna enseñanza que contradiga lo que la Biblia inculca claramente respecto a que todos<br />
<strong>de</strong>bemos nacer <strong>de</strong> nuevo, todos necesitamos una nueva naturaleza, todos somos hijos <strong>de</strong> este<br />
mundo, e hijos <strong>de</strong> Satanás, hasta que llegamos a ser hijos <strong>de</strong> Dios. Nuestro Señor mismo enseña<br />
esto, ¿no es cierto? Da po<strong>de</strong>r a todos los que lo reciben para 'ser hechos' hijos <strong>de</strong> Dios. Ésta es la<br />
enseñanza que se encuentra en los Evangelios, al igual que en las Cartas. Así pues, si lo<br />
consi<strong>de</strong>ramos así, vemos que es sólo un ejemplo para subrayar un punto.<br />
Pero hay otra pregunta. ¿Enseña nuestro Señor que es nuestra <strong>de</strong>cisión y acción lo que<br />
nos salva? "Entrad por la puerta estrecha", parece <strong>de</strong>cir, "y si lo hacéis, y andáis por el camino<br />
angosto, llegaréis a la vida; mientras que si entráis por la otra acabaréis en la <strong>de</strong>strucción!' ¿Enseña,<br />
pues, que el hombre se salva a sí mismo gracias a su <strong>de</strong>cisión y acción?<br />
También este problema lo examinamos <strong>de</strong> la misma manera. Siempre <strong>de</strong>bemos comparar<br />
unos textos <strong>de</strong> la Biblia con otros, y darnos cuenta <strong>de</strong> que nunca se contradicen entre sí. Y la<br />
Biblia enseña que todos son justificados por fe, y salvados por la muerte <strong>de</strong>l Señor Jesucristo por<br />
nosotros. Él vino "a buscar y a salvar lo que se había perdido!' "No hay justo, ni aun uno!' Todos<br />
son culpables <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios. Nadie con sus propios actos se pue<strong>de</strong> salvar a sí mismo; su<br />
justicia no es sino 'trapos <strong>de</strong> inmundicia'. Todos nos salvamos por la gracia <strong>de</strong>l Señor Jesucristo y<br />
no por algo que nosotros podamos hacer. Entonces, preguntaría alguien, ¿qué dice este texto? La<br />
respuesta se podría dar así. No me salvo a mí mismo entrando por la puerta estrecha, sino que al<br />
hacerlo así doy a conocer el hecho <strong>de</strong> que soy salvo. El único que entra por la puerta estrecha es<br />
el que es salvo; los únicos que se encuentran en el camino angosto son los que son salvos; <strong>de</strong> lo<br />
contrario no estarían ahí. "El hombre natural no percibe las cosas que son <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Dios";<br />
"La mente carnal (natural) es enemistad contra Dios", y, en consecuencia, contra el camino<br />
angosto. "No se sujeta a la ley <strong>de</strong> Dios, ni tampoco pue<strong>de</strong>! En consecuencia nadie, por sí mismo,<br />
va a escoger jamás entrar por la puerta estrecha; porque sería una necedad para él hacerlo. No; lo<br />
que nuestro Señor dice aquí es esto. No es porque me haga a mí mismo 'pobre <strong>de</strong> espíritu' que<br />
soy 'bienaventurado'; sino que cuando me vuelvo pobre <strong>de</strong> espíritu como consecuencia <strong>de</strong> la<br />
acción <strong>de</strong>l Espíritu Santo en mí, soy verda<strong>de</strong>ramente bienaventurado. Al ser así y hacer estas<br />
cosas, proclamamos lo que somos, anunciamos alegre y voluntariamente que somos suyos. Sólo<br />
los cristianos se encuentran en el camino angosto y uno no se hace cristiano entrando en él. Se<br />
entra en él y se camina por él porque se es salvo.<br />
Lo podríamos <strong>de</strong>cir en la forma contraria. ¿El fracaso <strong>de</strong> vivir la vida cristiana<br />
plenamente, <strong>de</strong>muestra que estarnos en el camino ancho? Hemos <strong>de</strong>dicado tiempo a examinar las<br />
características <strong>de</strong> los caminos angosto y ancho, y tenemos un cuando claro <strong>de</strong> la vida cristiana en<br />
todo el Sermón <strong>de</strong>l Monte. Pero fallamos <strong>de</strong> muchas maneras; no presentamos la otra mejilla, y<br />
así sucesivamente. ¿Significa esto, por consiguiente, que seguimos todavía en el camino ancho?<br />
La respuesta es 'No'. Ninguna metáfora se <strong>de</strong>be tomar en todos sus <strong>de</strong>talles, <strong>de</strong> lo contrario, como<br />
hemos visto tantas veces, se vuelve ridícula. Las preguntas que han <strong>de</strong> hacerse a la luz <strong>de</strong> este<br />
texto son éstas: ¿Hemos tomado alguna <strong>de</strong>cisión respecto a ese camino <strong>de</strong> vida? ¿Nos hemos<br />
<strong>de</strong>dicado por completo a él? ¿Lo hemos escogido? ¿Es eso lo que queremos ser? ¿Es esto lo que<br />
tratamos <strong>de</strong> ser? ¿Es esa la vida por la que tenemos hambre y sed? Si lo es, puedo asegurarles<br />
que se encuentran en ella. Nuestro Señor mismo dijo, "Bienaventurados los que tienen hambre y