CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal
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vacila en corregir la enseñanza <strong>de</strong> los fariseos y <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s que utilizaban. 'A los<br />
antiguos', como ya vimos, se refería a ciertos fariseos y a su exposición <strong>de</strong> la ley mosaica. No<br />
dudó en <strong>de</strong>jarla <strong>de</strong> lado y corregirla. ¡Este artesano, este carpintero que nunca había asistido a las<br />
escuelas, diciendo: "Yo os digo"! Se arroga esta autoridad para sí mismo y para su enseñanza.<br />
Más aún, no vacila en afirmar en esa expresión que Él, y sólo Él, pue<strong>de</strong> dar una interpretación<br />
espiritual <strong>de</strong> la ley que fue promulgada por Moisés. Su argumentación consiste siempre en que la<br />
gente nunca había visto la intención o contenido espirituales <strong>de</strong> la ley dada por Moisés; la<br />
interpretaban mal y la reducía al plano físico. Con tal <strong>de</strong> no cometer adulterio físico, pensaba que<br />
nada importaba. No veían que Dios se preocupa por el corazón, el <strong>de</strong>seo, el espíritu. Por eso, se<br />
presenta <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ellos como el único intérprete genuino <strong>de</strong> la ley. Dice que su interpretación<br />
sola pone <strong>de</strong> manifiesto el sentido espiritual <strong>de</strong> la ley; más aún, no vacila en hablar <strong>de</strong> sí mismo y<br />
en consi<strong>de</strong>rar como legislador: "Yo os digo!'<br />
Luego recordaremos cómo al final <strong>de</strong>l Sermón lo dice en forma todavía más explícita.<br />
"Cualquiera, pues", dice, "que me oye estas palabras, y las hace..!' Adviértase la importancia que<br />
le atribuye a sus propias palabras. Al <strong>de</strong>cir esto, dice algo acerca <strong>de</strong> sí mismo. Utiliza la<br />
ilustración aterradora <strong>de</strong> las dos casas. Ya ha hablado acerca <strong>de</strong>l juicio, y lo plantea todo en<br />
función <strong>de</strong> 'estas palabras' suyas. Dice <strong>de</strong> hecho: "Quiero que las escuchéis, quiero que las<br />
practiquéis —estas palabras—; ¿os dais cuenta <strong>de</strong> quién soy yo y, en consecuencia, <strong>de</strong> la<br />
importancia <strong>de</strong> lo que digo?" Así pues, vemos que en lo que dijo acerca <strong>de</strong> su predicación se<br />
pronunció en forma rotunda acerca <strong>de</strong> sí mismo. Se arroga esta autoridad única.<br />
Pero no se nos <strong>de</strong>ja, simplemente, con indiferencia e implicaciones; las referencias que<br />
hace a sí mismo son no sólo indirectas. ¿Ha examinado alguna vez las alusiones directas que<br />
hace a sí mismo en este Sermón <strong>de</strong>l Monte? Veámoslas por or<strong>de</strong>n según aparecen. Primero, en<br />
5:11, cuando acaba <strong>de</strong> concluir las Bienaventuranzas, dice: "Bienaventurados sois cuando por mi<br />
causa os vituperen y os persigan", o sea, "bienaventurados sois si, por <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> poner en práctica<br />
esta enseñanza tan elevada, sufrís persecución y quizá incluso muerte." No dice: "Si sufrís así por<br />
el nombre <strong>de</strong> Dios, vuestro Padre en los cielos, sois bienaventurados!' No; dice 'por mi causa'.<br />
¡Qué necedad tan in<strong>de</strong>cible es que algunos digan que se interesan por el Sermón <strong>de</strong>l Monte sólo<br />
como enseñanza moral, ética o social! Ahí, antes <strong>de</strong> llegar al 'volver la otra mejilla' y a los otros<br />
puntos que les gustan tanto, nos dice que <strong>de</strong>beríamos estar dispuestos a sufrir por su causa y que<br />
tenemos que sufrir persecución por su causa y que incluso <strong>de</strong>bemos estar dispuestos a morir por<br />
su causa. Esta afirmación tremenda está al comienzo mismo <strong>de</strong>l Sermón. Luego, casi <strong>de</strong><br />
inmediato pasa a repetir lo mismo en forma implícita. "Vosotros sois la sal <strong>de</strong> la tierra", y<br />
"vosotros sois la luz <strong>de</strong>l mundo". ¿Vemos lo que esto implica? Dice <strong>de</strong> hecho, "Vosotros, que<br />
sois mis discípulos y seguidores, vosotros, que os habéis entregado a mi hasta el punto <strong>de</strong> sufrir<br />
persecución por mi nombre, e incluso muerte por mi causa, vosotros, quienes me escucháis y<br />
vais a repetir mi enseñanza para propagarla por todo el mundo, vosotros sois la sal <strong>de</strong> la tierra y<br />
la luz <strong>de</strong>l mundo!' Sólo cabe una conclusión verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> todo esto, a saber, que van a ser un<br />
pueblo muy especial y único que, <strong>de</strong>bido a su relación con Él, pasa a ser la sal <strong>de</strong> la tierra y la luz<br />
<strong>de</strong>l mundo. Es la doctrina <strong>de</strong>l nuevo nacimiento. No son sólo personas que escuchan una<br />
enseñanza para luego repetirla y <strong>de</strong> este modo producir el efecto <strong>de</strong> sal y luz. No, ellos mismos<br />
van a convertirse en sal y luz. Tenemos ahí la doctrina <strong>de</strong> la relación mística <strong>de</strong> su pueblo con Él,<br />
<strong>de</strong> la unión entre ambos; Él morando en ellos y comunicándoles su naturaleza. Por consiguiente,<br />
ellos a su vez pasan a ser la luz <strong>de</strong>l mundo así como Él es luz <strong>de</strong>l mundo. Es, pues, una tremenda<br />
afirmación respecto a sí mismo. En estas palabras, afirma su divinidad única y su carácter <strong>de</strong><br />
Salvador. Afirma que es el Mesías por tanto tiempo esperado.