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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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perfección" y tratemos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollar el apetito por estos aspectos más profundos <strong>de</strong> la<br />

verdad.<br />

Por último, se pue<strong>de</strong> plantear ahora una pregunta. Y lo propongo precisamente<br />

en forma <strong>de</strong> pregunta porque admito francamente que no estoy muy seguro <strong>de</strong> cuál sea<br />

la respuesta. ¿Hay acaso, me pregunto, un interrogante, quizá una advertencia, en este<br />

versículo, respecto a la distribución indiscriminada <strong>de</strong> la Biblia? Simplemente planteo la<br />

cuestión para que la examinemos y discutamos con otros. Si se me dice que tengo que<br />

discernir en cuanto a hablar a las personas acerca <strong>de</strong> estas cosas, si tengo que establecer<br />

diferencias entre persona y persona, y respecto a la verdad específica que ofrezco a cada<br />

una, ¿es bueno poner toda la Biblia al alcance <strong>de</strong> personas que pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>scribirse como<br />

perros y cerdos espirituales? ¿No conducirá a veces a blasfemias y maldiciones y a una<br />

conducta <strong>de</strong> carácter porcino? ¿Es siempre bueno, me pregunto, poner ciertos textos <strong>de</strong><br />

la Biblia en carteles, especialmente los textos que se refieren a la sangre <strong>de</strong> Cristo? A<br />

menudo he escuchado blasfemias provocadas por esto mismos. Simplemente planteo las<br />

preguntas. Pensemos en el eunuco <strong>de</strong> Hechos 8 que regresaba <strong>de</strong> Jerusalén. Tenía la<br />

Biblia y la leía en el momento en que Felipe se le acercó para <strong>de</strong>cirle: "¿Entien<strong>de</strong>s lo<br />

que lees?" Y el eunuco contestó, "¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?" En<br />

general, es necesaria la exposición, y, como regla general, no se pue<strong>de</strong> prescindir <strong>de</strong>l<br />

instrumento humano.<br />

"Pero —protestamos— miremos el efecto maravilloso <strong>de</strong> la distribución <strong>de</strong> la<br />

Biblia!' Si pudiéramos conocer los hechos exactos, me pregunto cuántas personas<br />

encontraríamos que se han convertido sin intervención humana. Sé que hay casos<br />

maravillosos y excepcionales. He leído historias <strong>de</strong> personas que se han convertido <strong>de</strong><br />

esa forma. Gracias a Dios que eso pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r. Pero pienso que no es el método<br />

normal. ¿Acaso el hecho <strong>de</strong> que hemos <strong>de</strong> tener cuidado en la elección <strong>de</strong> los aspectos<br />

<strong>de</strong> la verdad según las personas con que tratamos nos pone un interrogante en nuestra<br />

mente? A veces, claro está, tratamos <strong>de</strong> eludir el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> hablar entregando un<br />

evangelio o un tratado, pero esta no es la forma normal <strong>de</strong> Dios. La forma <strong>de</strong> Dios ha<br />

sido siempre presentar la verdad <strong>de</strong> manera directa por medio <strong>de</strong> personalida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong><br />

hombres que expliquen la Biblia. Si un tiene una conversación con alguien y está en<br />

condiciones <strong>de</strong> indicarle la verdad, entonces quizá pida un ejemplar <strong>de</strong> la Biblia, y uno<br />

sienta que <strong>de</strong>be dárselo. Eso está bien. Démosle la Biblia. El interrogante que planteo se<br />

refiere a colocar indiscriminadamente la Biblia don<strong>de</strong> no hay nadie para explicarla, y<br />

don<strong>de</strong> alguien, en la condición que nuestro Señor <strong>de</strong>scribe en el versículo <strong>de</strong> nuestro<br />

texto, se enfrenta con esta verdad gran<strong>de</strong> y po<strong>de</strong>rosa sin una guía humana.<br />

Quizá esto sorprenda a muchos, pero creo que <strong>de</strong>bemos pensar con cuidado<br />

acerca <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> estos puntos. Nos convertimos en esclavos <strong>de</strong> la costumbre y <strong>de</strong><br />

ciertos hábitos y prácticas, y a menudo al hacerlo nos volvemos poco bíblicos. Doy<br />

gracias a Dios <strong>de</strong> que poseemos esta gran Palabra escrita <strong>de</strong> Dios, pero a menudo he<br />

sentido que no sería malo experimentar durante un tiempo con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> no permitir<br />

que nadie posea un ejemplar <strong>de</strong> la Biblia a no ser que muestre señales <strong>de</strong> vida espiritual.<br />

Quizá esto sea ir <strong>de</strong>masiado lejos, pero a menudo he sentido que si lo hiciéramos<br />

inculcaríamos en la gente la naturaleza preciosa <strong>de</strong> este Libro, su carácter maravilloso, y<br />

el privilegio <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r poseerlo y leerlo. Y quizá no sea sólo algo bueno para las almas<br />

<strong>de</strong> los que están fuera; ciertamente daría a la <strong>iglesia</strong> una concepción completamente<br />

nueva <strong>de</strong>l tesoro inapreciable que Dios ha puesto en nuestra mano. Somos los custodios<br />

y expositores <strong>de</strong> la Biblia; y si no adquirimos nada mas, como resultado <strong>de</strong> nuestro<br />

estudio, <strong>de</strong>bemos sentir que hemos sido perezosos, que no nos hemos preparado como<br />

hubiéramos <strong>de</strong>bido para una tarea <strong>de</strong> tanta responsabilidad e importancia. No es tan fácil<br />

como a veces parecemos pensar, y si tomamos la Palabra <strong>de</strong> Dios con seriedad, veremos

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