CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal
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No importa lo <strong>de</strong>sesperados que estemos, no importa lo aguda que sea la tensión, no<br />
importa que sea enfermedad física, guerra, calamida<strong>de</strong>s o algún problema terrible que se nos<br />
presenta <strong>de</strong> repente: sea lo que fuere, nunca <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> observar el or<strong>de</strong>n que se nos<br />
enseña aquí <strong>de</strong> labios <strong>de</strong> nuestro bendito Señor y Salvador. Antes <strong>de</strong> comenzar a pensar en<br />
nosotros mismos y nuestras necesida<strong>de</strong>s, incluso antes <strong>de</strong> la preocupación que tengamos por<br />
otros, <strong>de</strong>bemos comenzar con esta gran preocupación acerca <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> su honor y gloria. No<br />
hay ningún otro principio en relación con la vida cristiana que tenga más importancia que éste.<br />
Muy a menudo erramos en el campo <strong>de</strong> los principios. Tenemos la ten<strong>de</strong>ncia a dar por supuesto<br />
que nuestros principios son muy sanos y claros, y que lo único que necesitamos es instrucción<br />
acerca <strong>de</strong> los <strong>de</strong>talles. Claro está que la verdad, <strong>de</strong> hecho, es exactamente lo opuesto. Si<br />
comenzáramos siempre la oración con este sentido genuino <strong>de</strong> la invocación; si nos<br />
recogiéramos para pensar que estamos en la presencia <strong>de</strong> Dios, y que el Dios eterno y<br />
todopo<strong>de</strong>roso está ahí, mirándonos como nuestro Padre, mucho más dispuesto a ben<strong>de</strong>cirnos y a<br />
ro<strong>de</strong>arnos <strong>de</strong> su amor que nosotros lo estamos a recibir su bendición, conseguiríamos más en ese<br />
momento <strong>de</strong> recogimiento que lo que todas nuestras oraciones juntas vayan a po<strong>de</strong>r alcanzar sin<br />
esta toma <strong>de</strong> conciencia. ¡Si todos tuviéramos esta preocupación por Dios y por su honor y<br />
gloria!<br />
Afortunadamente, nuestro Señor conoce la <strong>de</strong>bilidad nuestra, se da cuenta <strong>de</strong> la necesidad<br />
que tenemos <strong>de</strong> instrucción, y por eso nos la ha subdividido. No sólo ha anunciado el principio;<br />
nos lo ha dividido en estas tres secciones que vamos a examinar. Veamos ahora la primera petición:<br />
'Santificado sea tu nombre'.<br />
Nos damos cuenta ahora <strong>de</strong> que estamos en la presencia <strong>de</strong> Dios, y que Él es nuestro<br />
Padre. En consecuencia, dice Cristo, éste <strong>de</strong>bería ser nuestro primer <strong>de</strong>seo, nuestra primera<br />
petición: 'Santificado sea tu nombre'. ¿Qué significa esto? Examinemos brevemente las palabras<br />
que contiene. La palabra 'santificar' significa reverenciar, hacer santo, mantener santo. ¿Pero por<br />
qué dice 'Santificado sea tu nombre'? ¿A qué equivale este término 'nombre'? Sabemos que esta<br />
era la forma que los judíos solían emplear en aquel tiempo para referirse a Dios mismo. Dígase<br />
lo que se diga acerca <strong>de</strong> los judíos <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong>l Antiguo Testamento, y por gran<strong>de</strong>s que fueran<br />
sus <strong>de</strong>fectos, en un aspecto siempre fueron muy dignos <strong>de</strong> encomio. Me refiero al sentido que<br />
poseían <strong>de</strong> la gran<strong>de</strong>za, majestad y santidad <strong>de</strong> Dios. Los lectores recordarán que tenían tal respeto<br />
que nunca utilizaban el nombre 'Jehová'. Sentían como si el nombre mismo, las letras<br />
mismas, por así <strong>de</strong>cirlo, eran tan santas y sagradas, y ellos tan pequeños e indignos, que no se<br />
atrevían a mencionarlo. Se referían a Dios como 'El Nombre', a fin <strong>de</strong> evitar el empleo <strong>de</strong>l<br />
término Jehová. Así pues, 'Nombre", en este caso significa Dios mismo, y vemos que el<br />
propósito <strong>de</strong> la petición es expresar el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que Dios mismo sea reverenciado, sea santificado,<br />
que el nombre mismo <strong>de</strong> Dios y todo lo que <strong>de</strong>nota y representa, sea honrado entre los<br />
hombres, sea tenido por santo en todo el mundo. Pero quizá, a la luz <strong>de</strong> la enseñanza <strong>de</strong>l Antiguo<br />
Testamento, sería bueno que ampliáramos esto un poco. El 'nombre', en otras palabras, significa<br />
todo lo que es cierto acerca <strong>de</strong> Dios, todo lo que ha sido revelado acerca <strong>de</strong> Él. Significa Dios en<br />
todos sus atributos, Dios en todo lo que es en sí mismo y por sí mismo, Dios en todo lo que ha<br />
hecho y lo que está haciendo.<br />
Recordarán que Dios se había revelado a los hijos <strong>de</strong> Israel bajo nombres distintos. Había<br />
empleado un término respecto a sí mismo (El o Elohim) que significa su 'fortaleza' y su 'po<strong>de</strong>r'; y<br />
cuando empleaba este nombre específico, transmitía al pueblo un sentido <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r, su dominio,<br />
su fortaleza. Luego se reveló con ese nombre gran<strong>de</strong> y maravilloso <strong>de</strong> Jehová que<br />
significa en realidad 'el que existe por sí mismo', 'Yo soy el que soy', el que existe eternamente