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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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CAPITULO LIX<br />

La Prueba y la Crisis <strong>de</strong> la Fe<br />

Llegamos a las consi<strong>de</strong>raciones finales en torno al cuadro que ofrecen los versículos 24-27 y<br />

también en torno a las dos metáforas previas que ya hemos estudiado. Recor<strong>de</strong>mos que la<br />

enseñanza en general tiene como propósito ponernos sobre aviso en contra <strong>de</strong>l peligro terrible y<br />

sutil <strong>de</strong>l autoengaño. Sorpren<strong>de</strong> advertir cuánto espacio <strong>de</strong>dica el Nuevo Testamento a<br />

advertencias. Pero somos muy lentos en observarlas y en prestarles atención. Contiene advertencias<br />

constantes en contra <strong>de</strong> una creencia ligera y superficial, en contra <strong>de</strong> la ten<strong>de</strong>ncia a<br />

limitarse a <strong>de</strong>cir, 'Señor, Señor', y no hacer nada más; advertencias en contra <strong>de</strong>l peligro <strong>de</strong><br />

confiar en las obras y en las propias activida<strong>de</strong>s. Se nos ha recordado esto con mucho vigor en la<br />

segunda metáfora. Es algo que se encuentra en todo el Nuevo Testamento; se encuentra a<br />

menudo en la enseñanza <strong>de</strong> nuestro Señor mismo, y luego en la enseñanza <strong>de</strong> los apóstoles.<br />

Pero incluye al mismo tiempo el peligro <strong>de</strong> confiar en sentimientos, especialmente en<br />

sentimientos falsos. No hay nada que sorprenda más a la mente natural que lo que el Nuevo<br />

Testamento dice acerca <strong>de</strong>l tema <strong>de</strong>l amor. Por una razón u otra, ten<strong>de</strong>mos a pensar en el amor<br />

como algo puramente sentimental y emocional; ten<strong>de</strong>mos a consi<strong>de</strong>rarlo sólo como tal. Y<br />

hacemos lo mismo cuando pensamos respecto al gran evangelio <strong>de</strong>l amor que contiene el Nuevo<br />

Testamento, y a la proclamación <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios a los pecadores. Pero pensemos por un<br />

momento en el evangelio <strong>de</strong> Juan y en su primera carta, en los cuales se dice tanto acerca <strong>de</strong>l<br />

amor, y también en primera Corintios 13. Veremos cómo lo que resaltan es el hecho <strong>de</strong> que el<br />

amor es algo muy práctico. ¡Cuan a menudo dice nuestro Señor <strong>de</strong> distintas formas "el que tiene<br />

mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama!'!<br />

Ésta es la enseñanza precisa en este punto. Toda esta amonestación al final <strong>de</strong>l Sermón<br />

<strong>de</strong>l Monte tiene simplemente como fin enfatizar una cosa, que "no todo el que me dice: Señor,<br />

Señor, entrará en el reino <strong>de</strong> los cielos, sino el que hace la voluntad <strong>de</strong> mi Padre que está en los<br />

cielos". El énfasis repetido en esto tiene como fin evitar que nos engañemos a nosotros mismos<br />

pensando que todo está bien en nuestra vida <strong>de</strong>bido a que quizá poseamos un sentimiento vago y<br />

general. Nuestro Señor dice que <strong>de</strong> nada sirve hablar acerca <strong>de</strong> amarle a no ser que guar<strong>de</strong>mos<br />

sus mandamientos. "El que me ama <strong>de</strong> verdad", parece <strong>de</strong>cir, "hace lo que yo le digo que haga".<br />

No hay nada tan falaz como poner sentimientos y sensibilida<strong>de</strong>s en lugar <strong>de</strong> obediencia concreta.<br />

Esto es algo que se subraya enfáticamente en estas gran<strong>de</strong>s palabras finales <strong>de</strong> advertencia y por<br />

esto hemos examinado en <strong>de</strong>talle qué significa hacer la voluntad <strong>de</strong>l Padre que está en los cielos.<br />

El hombre pru<strong>de</strong>nte es el que, habiendo oído estas cosas, las hace.<br />

Pero nos queda todavía por examinar por qué nuestro Señor plantea su enseñanza en esta<br />

forma específica. Se pue<strong>de</strong> advertir que en todas estas metáforas está presente una nota <strong>de</strong><br />

advertencia. Hemos venido haciendo alusiones pasajeras a eso a medida que examinábamos cada<br />

una <strong>de</strong> estas metáforas. Pero es evi<strong>de</strong>nte que no po<strong>de</strong>mos evitar esta serie <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>raciones sin<br />

examinar la cuestión <strong>de</strong>l juicio que se anuncia en todas las metáforas a partir <strong>de</strong>l versículo 13.<br />

Recor<strong>de</strong>mos que en este versículo se habla <strong>de</strong> entrar por la puerta estrecha y que a partir <strong>de</strong> él se<br />

comienza a aplicar el mensaje <strong>de</strong>l Sermón y a hacer hincapié en su doctrina; y <strong>de</strong> ahí en a<strong>de</strong>lante<br />

aparece la nota <strong>de</strong> juicio. "Entrad por la puerta estrecha", dice, "porque ancha es la puerta y<br />

espacioso el camino que lleva a la perdición". De inmediato se advierte la nota <strong>de</strong> advertencia.<br />

Se encuentra otra vez en la misma forma en relación con la segunda metáfora, en la que se<br />

compara al verda<strong>de</strong>ro cristiano con el árbol bueno y al cristiano falso con el árbol malo. Se nos<br />

dice que "todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego". En la siguiente

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