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CAPÍTULO XXXI - iglesia bautista getsemani de montreal

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hermano!' Cuan verda<strong>de</strong>ro es esto. El hecho es que no estamos realmente preocupados<br />

por ayudar a esa otra persona; estamos interesados sólo en con<strong>de</strong>narla. Preten<strong>de</strong>mos<br />

tener este gran interés; preten<strong>de</strong>mos que estamos angustiados en encontrar esa falta.<br />

Pero en realidad, como nuestro Señor ya nos ha mostrado (y esta es la parte terrible),<br />

estamos realmente contentos <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrirla. Esto es hipocresía. Una persona se dirige a<br />

otra como amiga y le dice "es realmente una vergüenza que tengas ese <strong>de</strong>fecto!' Pero<br />

¡cuan a menudo esa acción va envuelta en malicia, y qué placer se procura esa persona!<br />

No, dice nuestro Señor, si <strong>de</strong>seamos realmente ayudar a los <strong>de</strong>más, si somos sinceros en<br />

esto, hay ciertas cosas que nosotros mismos tenemos que hacer. En primer lugar —<br />

<strong>de</strong>bemos advertir esto— hay que sacar la viga <strong>de</strong> los ojos propios, entonces uno podrá<br />

ver con claridad para sacar la paja <strong>de</strong>l ojo <strong>de</strong>l hermano.<br />

Esto se pue<strong>de</strong> interpretar así. Si <strong>de</strong>seas realmente ayudar a los <strong>de</strong>más, y<br />

ayudarlos a eliminar esas manchas, faltas, fragilida<strong>de</strong>s e imperfecciones, ante todo hay<br />

que caer en la cuenta <strong>de</strong> que el espíritu <strong>de</strong> juicio, hipercrítica y censura que hay en ti es<br />

realmente como una viga, si se la compara con la pequeña paja en el ojo ajeno. "La<br />

verdad es" dice <strong>de</strong> hecho nuestro Señor, "que no hay forma más terrible <strong>de</strong> pecado que<br />

este espíritu <strong>de</strong> juicio <strong>de</strong>l cual somos culpables. Es como una viga. La otra persona<br />

quizá ha caído en inmoralida<strong>de</strong>s, en algún pecado <strong>de</strong> la carne, o quizá sea reo <strong>de</strong> algún<br />

pequeño error <strong>de</strong> vez en cuando. Pero esto no es más que una pequeña paja en el ojo si<br />

se la compara con el espíritu que hay en ti, que es como una viga. Has <strong>de</strong> comenzar con<br />

tu propio espíritu' dice en otras palabras; "enfréntate contigo mismo con toda honestidad<br />

y sinceridad y admite la verdad acerca <strong>de</strong> ti mismo!' ¿Cómo hay que hacer todo esto en<br />

la práctica? Leamos 1 Corintios 13 todos los días; leamos esta afirmación <strong>de</strong> nuestro<br />

Señor todos los días. Examinemos nuestra actitud hacia las otras personas; hagamos<br />

frente a la verdad acerca <strong>de</strong> nosotros mismos. Tomemos las afirmaciones que hacemos<br />

respecto a otros; sentémonos a analizarlas y preguntémonos qué queremos <strong>de</strong>cir en<br />

realidad. Es un proceso muy doloroso y angustiador. Pero si nos examinamos a nosotros<br />

mismos, nuestros juicios y pronunciamientos, con honestidad y sinceridad, estamos en<br />

camino <strong>de</strong> sacar la viga <strong>de</strong> nuestro propio ojo. Entonces, una vez hecho esto, estaremos<br />

tan humillados que nos sentiremos libres <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> censura e hipercrítica.<br />

¡Qué lleno <strong>de</strong> lógica está todo esto! Cuando el hombre se ha visto<br />

verda<strong>de</strong>ramente a sí mismo nunca juzga a los <strong>de</strong>más <strong>de</strong> forma equivocada. Dedica todo<br />

el tiempo a con<strong>de</strong>narse a sí mismo, a lavarse las manos y tratar <strong>de</strong> purificarse. Hay sólo<br />

una forma <strong>de</strong> librarse <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> censura e hipercrítica, y es juzgarse y con<strong>de</strong>narse<br />

uno mismo. Esto nos humilla hasta el polvo, y luego se sigue por necesidad que,<br />

habiéndonos, <strong>de</strong> esta manera, librado <strong>de</strong> la viga <strong>de</strong> los ojos propios, estaremos en<br />

condiciones a<strong>de</strong>cuadas para ayudar a los <strong>de</strong>más, y sacarles la paja <strong>de</strong> los ojos.<br />

El proceso <strong>de</strong> sacar la paja <strong>de</strong>l ojo es difícil. No hay órgano más sensible que el<br />

ojo. En cuanto el <strong>de</strong>do lo toca, se cierra; así es <strong>de</strong> <strong>de</strong>licado. Lo que se necesita por<br />

encima <strong>de</strong> todo al tratar <strong>de</strong> hacer esto es afecto, paciencia, calma, equilibrio. Esto es lo<br />

que se necesita, <strong>de</strong>bido a la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> la operación. Trasla<strong>de</strong>mos todo esto al ámbito<br />

espiritual. Vamos a ocuparnos <strong>de</strong> un alma, vamos a tocar la parte más sensible <strong>de</strong>l<br />

hombre. ¿Cómo po<strong>de</strong>mos sacar <strong>de</strong> ella la paja? Sólo una cosa importa a este respecto, y<br />

es ser humil<strong>de</strong>, ser compasivo, estar consciente <strong>de</strong>l propio pecado y <strong>de</strong> la propia<br />

indignidad, a fin <strong>de</strong> que al encontrarla en otra persona, lejos <strong>de</strong> con<strong>de</strong>narla, uno sienta<br />

ganas <strong>de</strong> llorar. Se está lleno <strong>de</strong> compasión y simpatía; se <strong>de</strong>sea realmente ayudar. Se ha<br />

disfrutado tanto <strong>de</strong>l librarse <strong>de</strong> lo malo que había en uno, que se <strong>de</strong>sea que la otra<br />

persona tenga el mismo placer y el mismo gozo. No se pue<strong>de</strong> ser oculista espiritual<br />

hasta que se vea con claridad. Así pues, al enfrentarnos con nosotros mismo y librarnos<br />

<strong>de</strong> la viga, cuando nos hayamos juzgado y con<strong>de</strong>nado y estemos en ese estado <strong>de</strong>

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