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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

ci<strong>el</strong>o te ayudará.» Ayudad, pues. a los buenos espíritus en los cuidados que os tienen,<br />

conformándoos estrictamente con sus prescripciones.<br />

“Hace aquí demasiado calor. Ese carbón os es nocivo. Mientras estéis enfermo, no lo<br />

encendáis. Contribuye a aumentar vuestra opresión. Los gases que de él se desprenden son<br />

d<strong>el</strong>etéreos.<br />

“Vuestro amigo.”<br />

Demeure<br />

“Soy yo, Demeure, <strong>el</strong> amigo de Kardec. Vengo a manifestarle que estaba cerca de él en <strong>el</strong><br />

acto d<strong>el</strong> accidente que ha tenido, y que pudo ser funesto sin una intervención eficaz, a la que he<br />

tenido la suerte de concurrir. Según mis observaciones y las noticias que he tomado de buena<br />

fuente, es evidente para mí que cuanto más pronto se verifique su desencarnación más pronto podrá<br />

reencarnarse para poder acabar su obra. Sin embargo, le es preciso dar, antes de partir, la última<br />

mano a las obras que deben completar la teoría doctrinal, de la cual es <strong>el</strong> iniciador, y se hace<br />

culpable de homicidio voluntario contribuyendo, por exceso de trabajo, a lo defectuoso de su<br />

organización que le amenaza de una repentina partida para nuestros mundos. No debe temerse<br />

señalarle toda la verdad, para que esté sobre aviso y siga literalmente nuestras prescripciones.”<br />

Demeure<br />

La comunicación siguiente fue obtenida en Montauban <strong>el</strong> 26 de enero, al día siguiente de su muerte, en<br />

<strong>el</strong> círculo de los amigos espiritistas que había en aqu<strong>el</strong>la ciudad.<br />

“Antonio Demeure. No he muerto para vosotros, mis buenos amigos, sino para aqu<strong>el</strong>los que<br />

no conocen esta santa doctrina que reúne a los que se han amado en esta Tierra, y han tenido los<br />

mismos pensamientos de amor y de caridad.<br />

“Soy f<strong>el</strong>iz, más f<strong>el</strong>iz de lo que podía esperar, porque gozo de una lucidez rara entre los<br />

espíritus separados de la materia hace tan poco tiempo. Tened valor, amigos míos, estaré a menudo<br />

cerca de vosotros, y no dejaré de instruiros sobre muchas materias que ignoramos cuando estamos<br />

sujetos a nuestra pobre materia, que nos oculta tantas magnificencias y tantos goces. Rogad por los<br />

que están privados de esta dicha, porque no saben <strong>el</strong> mal que se hacen a sí mismos.<br />

“No continuaré hoy mucho tiempo, pero os diré que no me encuentro d<strong>el</strong> todo extraño en<br />

este mundo de los invisibles. Me parece que lo he habitado siempre. Soy f<strong>el</strong>iz, porque veo a mis<br />

amigos y puedo comunicarme con <strong>el</strong>los todas las veces que lo deseo.<br />

“No lloréis, amigos míos. Me haríais sentir <strong>el</strong> haberos conocido. Dejad obrar al tiempo , y<br />

Dios os conducirá a esta morada en que debemos todos encontramos reunidos. Buenas noches,<br />

amigos míos, que Dios os consu<strong>el</strong>e. Estoy aquí, cerca de vosotros."<br />

Demeure<br />

Otra carta de Montauban contiene <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato siguiente:<br />

“Ocultamos a la Sra. G..., médium vidente y sonámbula muy lúcida, la muerte d<strong>el</strong> Sr.<br />

Demeure, para no afectar su extrema sensibilidad, y <strong>el</strong> buen doctor, comprendiendo sin duda<br />

nuestras miras, había evitado manifestarse a <strong>el</strong>la. <strong>El</strong> l0 de febrero último, estábamos reunidos a<br />

invitación de nuestros guías, que decían querían aliviar a la Sra. G... de una torcedura de pie, de la<br />

cual sufría cru<strong>el</strong>mente desde la víspera. Nada más sabíamos y estábamos lejos de pensar en la<br />

sorpresa que nos preparaban. Apenas estuvo esta señora en estado de sonambulismo, dio gritos<br />

desgarradores, señalando <strong>el</strong> pie. He aquí lo que pasó:<br />

“La Sra. G... veía un espíritu encorvado sobre su pierna, ocultando sus facciones. Hacía<br />

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