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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

misericordia.<br />

R. ¡Puede haber en <strong>el</strong>lo un término, se dice, pero no sé dónde! ¡Lo busco desde hace mucho<br />

tiempo y no veo más que sufrimiento eterno! ¡Siempre sufriendo, siempre!<br />

7. ¿Cómo habéis venido aquí hoy?<br />

R. Un espíritu, que me sigue muchas veces, me ha conducido aquí.<br />

P. ¿Desde cuándo veis a este espíritu?<br />

R. No hace mucho.<br />

P. ¿Y desde cuándo os dais cuenta de las faltas que habéis cometido?<br />

(Después de una larga reflexión.)<br />

R. Sí, tienes razón. Entonces fue cuando le vi.<br />

8. ¿No comprendéis ahora la r<strong>el</strong>ación que hay entre vuestro arrepentimiento y la ayuda<br />

visible que os presta vuestro espíritu protector? Ved como origen de este apoyo <strong>el</strong> amor de Dios, y<br />

como fin su perdón y su misericordia infinita.<br />

R. ¡Oh! ¡Cuánto lo desearía!<br />

P. Creo poder prometéroslo en <strong>el</strong> nombre sagrado de aqu<strong>el</strong> que no ha sido jamás sordo a la<br />

voz de sus hijos afligidos. Llamadle desde <strong>el</strong> fondo de vuestro arrepentimiento. Él os oirá.<br />

R. No puedo, tengo miedo.<br />

9. Oremos juntos, Él nos oirá.<br />

(Después de la oración.)<br />

P. ¿Estas aún ahí?<br />

R. Sí, ¡gracias! ¡No me olvides!<br />

l0. Venid aquí a inscribiros todos los días.<br />

R. Sí, sí, volveré siempre.<br />

<strong>El</strong> guía d<strong>el</strong> médium.<br />

“No olvides jamás las enseñanzas que adquieres en los sufrimientos de tus protegidos, y<br />

sobre todo en las causas de estos sufrimientos. Que sirvan a todos de enseñanza para preservaros de<br />

los mismos p<strong>el</strong>igros y de los mismos castigos.<br />

“Purificad vuestros corazones, sed humildes, amaos, ayudaos y que vuestro corazón<br />

reconocido no olvide jamás la fuente de todas las gracias, fuente inagotable donde cada uno de<br />

vosotros puede beber con abundancia. Fuente de agua viva que apaga la sed y nutre a la vez. Fuente<br />

de vida y de dicha eternas. Id a <strong>el</strong>la, mis muy amados, bebed con fe, echad vuestras redes, y saldrán<br />

de las olas cenagosas cargadas de bendiciones. Dad parte a vuestros hermanos, advirtiéndoles los<br />

p<strong>el</strong>igros que pueden encontrar. Derramad las bendiciones d<strong>el</strong> Señor. <strong>El</strong>las renacen sin cesar, cuanto<br />

más las vertáis alrededor de vosotros, más se multiplicarán. Las tenéis en vuestras manos, porque<br />

diciendo a vuestros hermanos «allí están los escollos, seguidnos para evitarlos, imitadnos, nosotros<br />

os damos <strong>el</strong> ejemplo», derramaréis las bendiciones d<strong>el</strong> Señor sobre los que os escuchen.<br />

“Benditos sean vuestros esfuerzos, mis muy amados. <strong>El</strong> Señor ama los corazones puros.<br />

Mereced su amor.”<br />

San Paulino<br />

<strong>El</strong> príncipe Ourán<br />

Burdeos, 1862<br />

Un espíritu que sufre se presenta bajo <strong>el</strong> nombre de Ourán, antes príncipe ruso.<br />

P. ¿Queréis darnos algunos detalles sobre vuestra situación?<br />

R. ¡Oh! ¡Bienaventurados los humildes de corazón, porque <strong>el</strong> reino de los ci<strong>el</strong>os les<br />

pertenece! Rogad por mí. ¡Bienaventurados son aqu<strong>el</strong>los que, humildes de corazón, <strong>el</strong>igen para<br />

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