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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

<strong>El</strong> Espiritismo no viene, pues, con su autoridad privada, a formular un código de fantasía. Su<br />

ley, respecto al porvenir d<strong>el</strong> alma, deducida de las observaciones tomadas de los hechos, puede<br />

resumirse en los puntos siguientes:<br />

1. <strong>El</strong> alma o espíritu sufre en la vida espiritual las consecuencias de todas las imperfecciones<br />

de que no se ha despojado durante la vida corporal. Su estado dichoso o desgraciado es inherente al<br />

grado de su depuración o de sus imperfecciones.<br />

2. La dicha perfecta es inherente a la perfección, es decir, a la depuración completa d<strong>el</strong><br />

espíritu. Toda imperfección es a la vez una causa de sufrimiento y de goce, de la misma manera que<br />

toda cualidad adquirida es una causa de goce y atenuación de los sufrimientos:<br />

3. “No hay una sola imperfección d<strong>el</strong> alma que no lleve consigo sus consecuencias molestas<br />

e inevitables, ni buena cualidad que no sea origen de un goce.”<br />

La suma de penas es, de este modo, proporcional a la suma de imperfecciones, de la misma<br />

manera que la suma de goces está en razón de la suma de buenas cualidades.<br />

<strong>El</strong> alma que tiene, por ejemplo, diez imperfecciones, sufre más que la que tiene tan sólo tres<br />

o cuatro. Cuando de estas diez imperfecciones no le quede más que la cuarta parte o la mitad,<br />

sufrirá menos. Y cuando no le quede ninguna ya no sufrirá y será enteramente dichosa. Así sucede<br />

en la Tierra con aqu<strong>el</strong> que, teniendo muchas enfermedades, sufre más que <strong>el</strong> que no tiene más que<br />

una o <strong>el</strong> que no tiene ninguna. Por la misma razón, <strong>el</strong> alma que posee diez cualidades tiene más<br />

goces que la que posee menos.<br />

4. En virtud de la ley d<strong>el</strong> progreso, teniendo <strong>el</strong> alma la posibilidad de adquirir <strong>el</strong> bien que le<br />

falta y de deshacerse de lo malo que tiene según sus esfuerzos y voluntad, se deduce que <strong>el</strong> porvenir<br />

no está cerrado a ninguna criatura. Dios no repudia a ninguno de sus hijos, recibiéndolos en su seno<br />

a medida que alcanzan la perfección, y dejando así a cada uno <strong>el</strong> mérito de sus obras.<br />

5. <strong>El</strong> sufrimiento, siendo inherente a la imperfección, como <strong>el</strong> goce lo es a la perfección, <strong>el</strong><br />

alma lleva consigo misma su propio castigo en todas partes donde se encuentre. No hay necesidad<br />

para eso de un lugar circunscrito. Donde hay almas que sufren está <strong>el</strong> infierno, así como <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o<br />

está en todas partes donde hay almas dichosas.<br />

6. <strong>El</strong> bien y <strong>el</strong> mal que se hace son producto de las buenas y malas cualidades que se poseen.<br />

No hacer <strong>el</strong> bien cuando se está en disposición de hacerlo es resultado de una imperfección. Si toda<br />

imperfección es una causa de sufrimiento, <strong>el</strong> espíritu debe sufrir no sólo por todo <strong>el</strong> mal que ha<br />

hecho, sino también por todo <strong>el</strong> bien que pudo hacer y no hizo durante su vida terrestre.<br />

7. <strong>El</strong> espíritu sufre por <strong>el</strong> mismo mal que hizo, de modo que estando su atención<br />

incesantemente dirigida sobre las consecuencias de este mal, comprende mejor los inconvenientes<br />

y es incitado a corregirse de él.<br />

8. Siendo infinita la justicia de Dios, lleva una cuenta rigurosa d<strong>el</strong> bien y d<strong>el</strong> mal. Si no hay<br />

una sola mala acción, un solo mal pensamiento que no tenga sus consecuencias fatales, no hay una<br />

sola buena acción, un solo movimiento bueno d<strong>el</strong> alma, <strong>el</strong> más ligero mérito, en una palabra, que<br />

sea perdido, aun en los más perversos, porque constituye un principio de progreso.<br />

9. Toda falta cometida, todo mal realizado es una deuda que se ha contraído y que debe ser<br />

pagada. Si no lo es en una existencia lo será en la siguiente o siguientes, porque todas las<br />

existencias son solidarias las unas con las otras. Aqu<strong>el</strong> que ha pagado en la existencia presente, no<br />

tendrá que pagar por segunda vez.<br />

10. <strong>El</strong> espíritu sufre la pena de sus imperfecciones, bien en <strong>el</strong> mundo espiritual o bien en <strong>el</strong><br />

mundo corporal. Todas las miserias y vicisitudes que se sufren en la vida corporal son consecuencia<br />

de nuestras imperfecciones o expiaciones de faltas cometidas, ya sea en la existencia presente o en<br />

las precedentes.<br />

Por la naturaleza de los sufrimientos y de las vicisitudes que acontecen en la vida corporal<br />

se puede juzgar la naturaleza de las faltas cometidas en una anterior existencia, y las imperfecciones<br />

causantes de <strong>el</strong>las.<br />

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