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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

Ante esta ley, cae igualmente la objeción sacada de la presciencia divina. Dios, al crear un<br />

alma, sabe, en efecto, si, en virtud de su libre albedrío, tomará <strong>el</strong> buen o <strong>el</strong> mal camino. Sabe que<br />

será castigada, si obra mal, pero sabe también que este castigo temporal es un medio de hacerle<br />

comprender su error y de hacerla entrar en la buena senda, a donde llegará tarde o temprano. Según<br />

la doctrina de las penas eternas, se sabe que desfallecerá, y que por anticipado está condenada a<br />

tormentos sin fin.<br />

21. Cada uno sólo es responsable de sus faltas personales. Nadie sufre por las faltas de otro,<br />

a menos que haya dado lugar para <strong>el</strong>lo, ya provocándolas con su ejemplo, o no impidiéndolas<br />

cuando tenía poder para <strong>el</strong>lo.<br />

Así es, por ejemplo, que <strong>el</strong> suicida es siempre castigado. Pero aqu<strong>el</strong> que con su conducta<br />

empuja a un individuo a la desesperación, y de ahí a matarse, sufre una pena todavía más grande.<br />

22. Aunque la diversidad de los castigos sea infinita, los hay que son inherentes a la<br />

inferioridad de los espíritus, y cuyas consecuencias, salvo los matices, son casi idénticas.<br />

<strong>El</strong> castigo más inmediato, entre aqu<strong>el</strong>los sobre todo que se han aferrado a la vida material,<br />

despreciando <strong>el</strong> progreso espiritual, consiste en la lentitud de la separación d<strong>el</strong> alma y d<strong>el</strong> cuerpo,<br />

en las angustias que acompañan a la muerte y al despertar en la otra vida, en la duración de la<br />

turbación, que puede durar meses y años.<br />

Entre los que, por <strong>el</strong> contrario, tienen la conciencia pura, que se han identificado en su vida<br />

con la vida espiritual y despreciando de las cuestiones materiales, la separación es rápida, sin<br />

sacudidas, <strong>el</strong> despertar apacible y la turbación casi nula.<br />

23. Un fenómeno muy frecuente tiene lugar entre los espíritus de cierta inferioridad moral,<br />

que consiste en creerse todavía vivos, y esta ilusión puede prolongarse por muchos años, durante<br />

los cuales sienten todas las necesidades, todos los tormentos y todas las perplejidades de la vida.<br />

24. Para <strong>el</strong> criminal, la vista incesante de sus víctimas y de las circunstancias d<strong>el</strong> crimen son<br />

un cru<strong>el</strong> suplicio.<br />

25. Ciertos espíritus están sumergidos en densas tinieblas. Otros, en un aislamiento absoluto<br />

en medio d<strong>el</strong> espacio, atormentados por la ignorancia de su posición y de su suerte. Los más<br />

culpables sufren tormentos indecibles, tanto más punzantes cuanto más lejos ven sus términos.<br />

Muchos están privados de la vista de los seres que le son queridos. Todos generalmente sufren con<br />

una intensidad r<strong>el</strong>ativa los males, los dolores y las necesidades que han hecho sufrir a los otros<br />

hasta que <strong>el</strong> arrepentimiento y <strong>el</strong> deseo de la reparación vienen a darles un consu<strong>el</strong>o, haciéndoles<br />

entrever la posibilidad de poner por sí mismos un término a esta situación.<br />

26. Es un suplicio para <strong>el</strong> orgulloso ver a mayor altura, en la gloria, apreciados y<br />

acariciados, a los que había menospreciado en la Tierra, mientras que él es r<strong>el</strong>egado a la última<br />

clase. Para <strong>el</strong> hipócrita, <strong>el</strong> verse traspasado por la luz que pone a descubierto sus más recónditos<br />

pensamientos, que todo <strong>el</strong> mundo puede leer, sin medio alguno para ocultarse y disimular; para <strong>el</strong><br />

sensual, <strong>el</strong> tener todas las tentaciones, todos los deseos, sin poder satisfacerlos; para <strong>el</strong> avaro, <strong>el</strong> ver<br />

su oro malgastado y no poder evitarlo; para <strong>el</strong> egoísta, <strong>el</strong> ser abandonado por todo <strong>el</strong> mundo, y <strong>el</strong><br />

sufrir todo lo que los otros han sufrido por él. Tendrá sed y nadie le dará de beber, tendrá hambre y<br />

nadie la dará de comer. Ninguna mano amiga vendrá a apretar la suya, ninguna voz compasiva<br />

vendrá a consolarle. No ha pensado más que en él durante su vida, y por tanto, nadie piensa en él,<br />

ni le compadece, después de su muerte.<br />

27. <strong>El</strong> medio de evitar o de atenuar las consecuencias de los defectos en la vida futura es <strong>el</strong><br />

deshacerse de <strong>el</strong>los lo más pronto posible en la vida presente. Reparar <strong>el</strong> mal para no tener que<br />

repararlo en ad<strong>el</strong>ante de una manera más terrible. Cuanto más tarda en deshacerse de sus efectos,<br />

más penosas son las consecuencias, y más rigurosa la reparación que se debe cumplir.<br />

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