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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

todavía de vuestros dolores? ¿Qué sensación tenéis, comparando vuestra situación presente con la<br />

de hace dos días?<br />

R. Mi situación es muy f<strong>el</strong>iz, porque no siento ninguno de mis antiguos dolores. Estoy<br />

regenerado y reparado de nuevo, como decís entre vosotros. La transición de la vida terrestre a la<br />

vida de los espíritus, al principio me lo había hecho todo incomprensible, porque permanecemos<br />

algunas veces muchos días sin recobrar nuestra lucidez. Pero antes de morir, hice una súplica a Dios<br />

para pedirle poder hablar a los que amo, y Dios me ha escuchado.<br />

4. ¿Al cabo de cuánto tiempo habéis recobrado la lucidez de<br />

vuestras ideas?<br />

R. Al cabo de ocho horas. Dios, os lo repito. me había dado una señal de su bondad. Me<br />

juzgó bastante digno, y nunca podré darle suficientemente las gracias.<br />

5. ¿Estáis bien seguro de que no pertenecéis a nuestro mundo? ¿En qué fundáis vuestra<br />

seguridad?<br />

R. ¡Oh, ciertamente! No, no soy de vuestro mundo, pero estaré siempre cerca de vosotros,<br />

para protegeros y sosteneros, a fin de predicar la caridad y la abnegación, que fueron los guías de<br />

mi vida, y después enseñaré la fe verdadera, la fe espiritista, que debe levantar la creencia d<strong>el</strong> justo<br />

y d<strong>el</strong> bueno. Soy fuerte, muy fuerte, transformado, en una palabra. No reconoceríais al viejo<br />

enfermizo que debía olvidarlo todo, echando muy lejos de sí <strong>el</strong> placer y la alegría. Soy espíritu, mi<br />

patria es <strong>el</strong> espacio, y mi porvenir Dios, que irradia en la inmensidad. Bien quisiera hablar a mis<br />

hijos, porque les enseñaría lo que todavía no han tenido la voluntad de creer.<br />

6. ¿Qué efecto os hace experimentar la vista de vuestro cuerpo, que está a nuestro lado?<br />

R. ¡Mi cuerpo, pobre e ínfimo despojo, tú debes ir al polvo, y yo conservo <strong>el</strong> recuerdo de<br />

todos los que me estimaban! ¡Miro esta pobre carne, disforme envoltura de mi espíritu, prueba de<br />

tantos años! ¡Gracias, pobre cuerpo mío! Tú has purificado mi espíritu, y <strong>el</strong> sufrimiento, diez veces<br />

santo, me ha proporcionado un lugar bien merecido, puesto que encuentro enseguida la facultad de<br />

hablaros.<br />

7. ¿Habéis conservado vuestras ideas hasta <strong>el</strong> último momento?<br />

R. Sí. mi espíritu ha conservado sus facultades. No veía, pero presentía. Toda mi vida se ha<br />

descorrido ante mi memoria, y mi último pensamiento, mi última plegaria ha sido <strong>el</strong> poder hablaros,<br />

lo que hago, y luego he pedido a Dios que os proteja, a fin de que <strong>el</strong> sueño de mi vida se cumpliera.<br />

8. Tuvisteis conciencia d<strong>el</strong> momento en que vuestro cuerpo dio <strong>el</strong> último suspiro? ¿Qué es lo<br />

que os ha pasado en aqu<strong>el</strong> momento? ¿Qué sensación habéis tenido?<br />

R. La vida se rompe, y la vista, o mejor dicho, la vida d<strong>el</strong> espíritu se apaga, se encuentra <strong>el</strong><br />

vacío, lo desconocido, y llevado no sé por qué efecto, se encuentra uno en un mundo donde todo es<br />

alegría y grandeza. No sentía, no me daba cuenta, y sin embargo una dicha inefable me llenaba. No<br />

sentía la opresión d<strong>el</strong> dolor.<br />

9. ¿Tenéis conocimiento... (de lo que me propongo leer sobre vuestra tumba)?<br />

Apenas pronunciadas las primeras palabras de la pregunta, <strong>el</strong> espíritu respondió, antes de dejar<br />

concluir. Respondió, además, sin preguntárs<strong>el</strong>o, a una discusión que se había promovido entre los asistentes,<br />

sobre la oportunidad de leer esta comunicación en <strong>el</strong> cementerio, en razón de las personas que podrían no<br />

participar de estas opiniones.<br />

R. ¡Oh! Amigo mío, lo sé, porque os vi ayer y os veo hoy. ¡Grande es mi satisfacción!...<br />

¡Gracias! ¡Gracias! ¡Hablad a fin de que se me comprenda y de que se os estime. Nada temáis,<br />

porque se respeta la muerte. Hablad, pues, a fin de que los incrédulos tengan fe. Adiós. ¡Hablad,<br />

ánimo, confianza y ojalá que mis hijos pudiesen convertirse a una creencia venerada!...<br />

J. Sanson<br />

Durante la ceremonia d<strong>el</strong> cementerio, dictó las palabras siguientes:<br />

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