El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
Basta saber lo que somos sin que sea necesario saber lo que hemos sido.<br />
Cuando consideramos la dificultad que hay, durante la vida, para que <strong>el</strong> culpable más<br />
arrepentido se rehabilite de la reprobación de que es objeto, debemos bendecir a Dios por haber<br />
echado un v<strong>el</strong>o sobre <strong>el</strong> pasado. Si a Latour le hubieran condenado a tiempo, aunque hubiese<br />
cumplido su condena, por sus antecedentes la sociedad le hubiera rechazado. ¿Quién hubiese<br />
querido admitirle en <strong>el</strong> seno de su amistad. a pesar de su arrepentimiento? Los sentimientos que<br />
manifiesta hoy como espíritu nos dan la esperanza de que en la próxima existencia terrestre será un<br />
hombre honrado, estimado y considerado. Pero suponed que se sepa que ha sido Latour: la<br />
reprobación le perseguirá todavía. <strong>El</strong> v<strong>el</strong>o echado sobre su pasado le abre la puerta de la<br />
rehabilitación, podrá sentarse sin temor y sin vergüenza entre las personas más honradas. ¡Cuántos<br />
hay que quisieran a todo precio borrar de la memoria de los hombres algunos años de su existencia!<br />
¡Que se busque una doctrina que esté más conforme que ésta con la justicia y la bondad de<br />
Dios! Por lo demás, esta doctrina no es una teoría, sino <strong>el</strong> resultado de las observaciones. Los<br />
espiritistas no la han inventado. Han visto y observado las diferentes situaciones en que se<br />
presentan los espíritus, han procurado explicárs<strong>el</strong>as y de esta explicación ha salido la doctrina. Si la<br />
han aceptado, ha sido por <strong>el</strong> resultado de los hechos y porque les ha parecido más racional que<br />
todas las emitidas hasta <strong>el</strong> día sobre <strong>el</strong> porvenir d<strong>el</strong> alma.<br />
No puede negarse que estas comunicaciones son de una alta enseñanza moral. <strong>El</strong> espíritu ha<br />
podido ser, ha debido ser ayudado en sus reflexiones, y sobre todo en la <strong>el</strong>ección de las expresiones,<br />
por espíritus más ad<strong>el</strong>antados. Pero en semejante caso, estos últimos no asisten sino en la forma y<br />
no en <strong>el</strong> fondo, y no ponen jamás al espíritu inferior en contradicción consigo mismo. Han podido<br />
poetizar en Latour la forma d<strong>el</strong> arrepentimiento, pero de ningún modo le hubieran hecho manifestar<br />
<strong>el</strong> arrepentimiento contra su voluntad, porque <strong>el</strong> espíritu tiene su libre albedrío. Veían en él <strong>el</strong><br />
germen de buenos sentimientos, por esto le han ayudado a expresarse y han contribuido a su<br />
desarrollo, al propio tiempo que han llamado sobre él la conmiseración.<br />
¿Puede haber nada más admirable ni más moral, nada capaz de impresionar con más<br />
vehemencia que <strong>el</strong> cuadro de este gran criminal arrepentido, exhalando su desesperación y sus<br />
remordimientos, quien en medio de su sufrir, perseguido por la mirada incesante de sus víctimas,<br />
<strong>el</strong>eva su pensamiento hacia Dios para implorar su misericordia?¿No es un saludable ejemplo para<br />
los culpables? Se comprende la naturaleza de sus angustias: son racionales, terribles, aunque<br />
sencillas y sin <strong>el</strong> carácter de la fantasmagoría.<br />
Tal vez alguno podrá admirarse por <strong>el</strong> gran cambio hecho en un hombre como Latour. Pero,<br />
¿por qué no se había de arrepentir? ¿Por qué no había de existir en él una cuerda sensible que<br />
vibrase? ¿Acaso <strong>el</strong> culpable está para siempre destinado al mal? ¿No llega un momento en que se<br />
hace la luz en su alma? Este momento llegó para Latour. Esa es precisamente la parte moral de sus<br />
comunicaciones: <strong>el</strong> conocimiento que tiene de su estado, sus pesares, sus proyectos de reparación<br />
son eminentemente instructivos. ¿Qué tendría dc extraordinario que se arrepintiese sinceramente<br />
antes de morir? ¿No hubiera dicho antes lo que ha dicho después? ¿No tenemos de <strong>el</strong>lo numerosos<br />
ejemplos?<br />
Si hubiese vu<strong>el</strong>to al bien antes de su muerte a los ojos de sus iguales hubiera sido una<br />
debilidad. Su voz de ultratumba es la rev<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> porvenir que le aguarda. Está en la verdad<br />
absoluta cuando declara que su ejemplo es más propio para reducir a los culpables que la<br />
perspectiva de las llamas d<strong>el</strong> infierno e incluso d<strong>el</strong> cadalso. ¿Por qué no se presenta a dar estos<br />
ejemplos en los presidios? Esto haría reflexionar a algunos, como tenemos de <strong>el</strong>lo muchos ejemplo,<br />
pero, ¿cómo se puede creer en la eficacia de las palabras de un muerto, cuando se cree que después<br />
de la muerte todo ha concluido? Un día, no obstante, vendrá en que se reconocerá la verdad de que<br />
los muertos pueden venir a instruir a los vivos.<br />
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