02.05.2014 Views

El Cielo y el Infierno

El Cielo y el Infierno

El Cielo y el Infierno

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

mayor placer. Mi guía modera mi entusiasmo, y he podido apreciar lo bastante su bondad y su<br />

justicia para dejar de someterme enteramente a su decisión, por más que sienta que me interrumpan.<br />

Me consu<strong>el</strong>o cuando pienso que podré venir a menudo de incógnito a asistir a vuestras<br />

reuniones. Algunas veces os hablaré, os amo y quiero probároslo. Pero otros espíritus más<br />

ad<strong>el</strong>antados que yo reclaman la preferencia, y debo retirarme ante <strong>el</strong>los, que han querido permitir a<br />

mi espíritu la mayor expansión al cúmulo de ideas que tenía reunidas.<br />

Os dejo, amigos, y os debo estar doblemente agradecido, no sólo a los espiritistas que me<br />

habéis llamado, sino también a este espíritu que ha tenido la bondad de permitir que ocupara su<br />

puesto, y que en su vida llevaba <strong>el</strong> nombre ilustre de Pascal.<br />

<strong>El</strong> que fue y será siempre <strong>el</strong> más apasionado de vuestros adeptos.<br />

Dr. Vignal<br />

Víctor Lebufle<br />

Joven práctico, perteneciente al puerto de <strong>El</strong> Havre, muerto a la edad de veinte años.<br />

Habitaba con su madre, modesta revendedora, a la cual dedicaba los cuidados más tiernos y más<br />

afectuosos, y la sostenía con <strong>el</strong> producto de su rudo trabajo. Jamás se le vio frecuentar las tabernas,<br />

ni entregarse a los excesos tan frecuentes en su profesión, porque no quería distraer la menor parte<br />

de su ganancia d<strong>el</strong> piadoso uso a que la consagraba. Todo <strong>el</strong> tiempo que no estaba ocupado en su<br />

oficio, lo dedicaba a su madre para evitarle cansancio. Atacado desde largo tiempo por la<br />

enfermedad, de la cual conocía que debía morir, ocultaba sus sufrimientos por miedo de causarle<br />

inquietud y de que no quisiese encargarse <strong>el</strong>la misma de sus ocupaciones. Era preciso que este<br />

joven tuviese un gran fondo de cualidades naturales, y gran fuerza de voluntad, para resistir, en la<br />

edad de las pasiones, a las perniciosas tentaciones d<strong>el</strong> centro en que vivía. Era de una piedad<br />

sincera, y su muerte ha sido edificante.<br />

La víspera de <strong>el</strong>la exigió de su madre que fuese a descansar un poco, diciéndole que él<br />

también tenía necesidad de dormir. Aquélla tuvo entonces una visión. Se encontraba, según dice, en<br />

una gran oscuridad. Después vio un punto luminoso que se engrandecía poco a poco y la habitación<br />

se encontró iluminada por una brillante claridad, de la cual se destacó la figura de su hijo, radiante y<br />

<strong>el</strong>evándose en <strong>el</strong> espacio infinito. Comprendió que su fin estaba próximo. En efecto, al día siguiente<br />

su alma b<strong>el</strong>la había dejado la tierra, mientras sus labios murmuraban una oración.<br />

Una familia espiritista que conocía su admirable conducta y se interesaba por su madre que<br />

quedaba sola, había tenido la intención de evocarle poco tiempo después de su muerte. Pero se<br />

manifestó espontáneamente, dando la comunicación siguiente:<br />

“Deseáis saber lo que soy ahora: muy dichoso, ¡oh! ¡Muy dichoso! No contéis para nada los<br />

sufrimientos y las angustias, porque son origen de bendiciones y de f<strong>el</strong>icidad más allá de la tumba.<br />

¡La dicha! No comprendéis lo que esta palabra significa. Las f<strong>el</strong>icidades de la Tierra están tan<br />

distantes de lo que sentimos cuando volvemos hacia <strong>el</strong> Señor con una conciencia pura, con la<br />

confianza volvemos d<strong>el</strong> servidor que ha cumplido bien su deber, y que espera, lleno de alegría, la<br />

aprobación de aqu<strong>el</strong> que lo es todo.<br />

“¡Oh! Amigos míos, la vida es penosa y difícil si no miráis <strong>el</strong> fin. Pero, os lo digo en verdad,<br />

cuando vengáis entre nosotros, si vuestra vida ha sido según la ley de Dios, seréis recompensados<br />

mucho más de los sufrimientos y de los méritos que creéis haber ganado para <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Sed buenos,<br />

sed caritativos, con esa caridad desconocida por muchos de entre los hombres, que se llama<br />

benevolencia. Socorred a vuestros semejantes. Haced por <strong>el</strong>los lo que se hiciese por vosotros<br />

mismos. Porque ignoráis la miseria íntima y conocéis la vuestra. Socorred a mi madre, mi pobre<br />

madre, mi único recuerdo de la Tierra. Debe sufrir otras pruebas y es necesario que llegue al ci<strong>el</strong>o.<br />

“Adiós, voy a <strong>el</strong>la.”<br />

Página 122

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!