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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

2. Vuestra señora hermana nos ha pedido que os evoquemos, pues aunque es médium, no<br />

está todavía lo bastante formada para estar segura de sí misma.<br />

R. Trataré de responder lo mejor que pueda.<br />

3. Desea saber, en primer lugar, si sois dichoso.<br />

R. Estoy errante, y este estado transitorio no trae jamás ni la f<strong>el</strong>icidad ni <strong>el</strong> castigo absoluto.<br />

4. ¿,Habéis estado mucho tiempo sin reconoceros?<br />

R. He permanecido bastante tiempo en turbación. Y no he salido de ésta sino para bendecir<br />

la piedad de los que no me olvidaban y rogaban por mí.<br />

P. ¿Podéis apreciar la duración de esa turbación?<br />

R. No.<br />

5. ¿Cuáles son los parientes que habéis reconocido primero?<br />

R. He reconocido a mis padres, quienes me han recibido al despertar, y me han iniciado en<br />

la nueva vida.<br />

6. ¿De qué proviene que al fin de vuestra enfermedad parecía que conversabais con los que<br />

habéis amado en la Tierra?<br />

R. Porque tuve, antes de morir, la rev<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> mundo que, iba a habitar. Era vidente antes<br />

de morir y mis ojos se han v<strong>el</strong>ado en <strong>el</strong> pasaje de la separación definitiva d<strong>el</strong> cuerpo, porque los<br />

lazos carnales eran todavía muy vigorosos.<br />

7. ¿En qué consiste que vuestros recuerdos de la infancia os venían, al parecer, con<br />

preferencia?<br />

R. Porque <strong>el</strong> principio y <strong>el</strong> fin de la vida están más en contacto que <strong>el</strong> medio.<br />

P. ¿Cómo entendéis esto?<br />

R. Que los moribundos se acuerdan y ven, como un espejismo de consu<strong>el</strong>o, sus primeros y<br />

más puros años.<br />

Probablemente por un motivo providencial semejante, los ancianos, a medida que se acercan al término<br />

de la vida, tienen algunas veces un recuerdo preciso de los menores detalles de sus primeros años.<br />

8. ¿Por qué, hablando de vuestro cuerpo, hablabais siempre en tercera persona?<br />

R. Porque era vidente, como os he dicho, y conocía claramente las diferencias que existen<br />

entre lo físico y lo moral. Estas diferencias, ligadas entre sí por <strong>el</strong> fluido de vida, son muy marcadas<br />

a los ojos de los moribundos videntes lúcidos.<br />

Es una particularidad singular que ha presentado la muerte de este caballero. En sus últimos momento<br />

decía siempre: “Tiene sed, es preciso darle de beber, tiene frío, es preciso calentarle, sufre en tal paraje, etc.” Y<br />

cuando se le decía: “Pero sois vos quien tiene sed”, respondía: “No, es él.”<br />

Aquí se dibujan perfectamente las dos existencias. <strong>El</strong> yo pensante está en <strong>el</strong> espíritu y no en <strong>el</strong> cuerpo, <strong>el</strong><br />

espíritu, en parte separado ya, considera su cuerpo como otra individualidad que no era él propiamente<br />

hablando. Era, pues, a su cuerpo a quien debía darse de beber y no a su espíritu. Este fenómeno se observa<br />

también entre ciertos sonámbulos.<br />

9. Lo que habéis dicho acerca de vuestro estado errante, y d<strong>el</strong> tiempo que ha durado vuestra<br />

turbación, da a entender que no sois dichoso, y sin embargo, vuestras cualidades deberían hacer<br />

suponer lo contrario. Hay, por otra parte, espíritus errantes que son dichosos, como los hay<br />

desgraciados.<br />

R. Estoy en un estado transitorio. Las virtudes humanas adquieren aquí su verdadero precio.<br />

Sin duda mi estado es mil veces preferible al de la encarnación terrestre, pero he llevado siempre en<br />

mí las aspiraciones d<strong>el</strong> verdadero bien y de lo verdaderamente b<strong>el</strong>lo. Mi alma sólo quedará saciada<br />

cuando vu<strong>el</strong>e a los pies de su Creador.<br />

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