El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
que <strong>el</strong> estado de nuestra alma nos <strong>el</strong>eva o nos precipita.<br />
“Me explicaré: un espíritu manchado y abrumado por sus faltas no puede concebir ni desear<br />
una <strong>el</strong>evación que no podría soportar. Creedlo, así como las diferentes especies de seres viven cada<br />
una en la esfera que le es propia, d<strong>el</strong> mismo modo los espíritus, según <strong>el</strong> grado de su ad<strong>el</strong>anto, se<br />
mueven en <strong>el</strong> centro de sus facultades. No conciben otro sino cuando <strong>el</strong> progreso, instrumento de la<br />
lenta transformación de las almas, les saca de sus pensamientos rastreros y les hace despojar de la<br />
crisálida d<strong>el</strong> pecado, a fin de que puedan revolotear, antes de lanzarse rápidos como flechas hacia<br />
Dios, que viene a ser <strong>el</strong> fin único y deseado. ¡Ay de mí! Me arrastro todavía, pero no aborrezco y<br />
concibo la inefable dicha d<strong>el</strong> amor divino. Ruega, pues, siempre por mí, que espero y aguardo.”<br />
En la comunicación siguiente, Clara habla de su marido, de quien había tenido que sufrir mucho en su<br />
vida, y de la posición en la que se encuentra hoy en <strong>el</strong> mundo de los espíritus. Este cuadro, que no había podido<br />
acabar por sí misma, fue completado por <strong>el</strong> guía espiritual d<strong>el</strong> médium.<br />
7. “Vengo a ti después de tanto tiempo que me tienes olvidada, pero he adquirido la<br />
paciencia y no he perdido la esperanza. Tú quieres saber cuál es la situación d<strong>el</strong> pobre Félix. Está<br />
errante en las tinieblas, siendo presa de la profunda desnudez de su alma. Su ser superficial y ligero,<br />
manchado por <strong>el</strong> placer, ha ignorado siempre <strong>el</strong> amor y la amistad. La pasión no le ha iluminado<br />
todavía con sus luces sombrías. Comparo su estado presente al de un niño incapaz para los actos de<br />
la vida y privado d<strong>el</strong> socorro de los que le asisten. Félix anda errante y espantado en este mundo<br />
extraño, donde todo resplandece con <strong>el</strong> esplendor de Dios, a quien ha negado.”<br />
<strong>El</strong> guía d<strong>el</strong> médium:<br />
8. “Clara no puede continuar <strong>el</strong> análisis de los sufrimientos de su marido sin sentirlos<br />
también. Voy a hablar por <strong>el</strong>la.<br />
“Félix, que era superficial tanto en las ideas como en los sentimientos, Violento porque era<br />
débil, disoluto porque era frío, ha vu<strong>el</strong>to a entrar en <strong>el</strong> mundo de los espíritus, desnudo de moral<br />
como lo era en <strong>el</strong> físico. Entrando en la vida terrestre, nada ha adquirido, y por consiguiente, tiene<br />
que empezarlo todo. Como un hombre que se despierta de un largo sueño, y que reconoce cuán<br />
vana era la agitación de sus nervios, este pobre ser, saliendo de la turbación, reconocerá que vivió<br />
de quimeras que fascinaron su existencia. Maldecirá <strong>el</strong> materialismo, que le ha hecho abrazar <strong>el</strong><br />
vacío, cuando creía estrechar una realidad. Maldecirá <strong>el</strong> positivismo, que hacía que llamase<br />
desvaríos a las ideas de una vida futura; a las aspiraciones, locuras; y a la creencia en Dios,<br />
debilidad. <strong>El</strong> desgraciado, despertándose, verá que estos nombres de que ha hecho burla eran la<br />
fórmula de lo verdadero, y que al revés de la fábula, la caza de la presa ha sido menos provechosa<br />
que la de la sombra.”<br />
Georges<br />
Estudios sobre la comunicación de Clara.<br />
Estas comunicaciones son instructivas, sobre todo porque nos demuestran una de las cuestiones más<br />
corrientes de la vida: <strong>el</strong> egoísmo. No se ven en <strong>el</strong>la los grandes crímenes que espantan aun a los hombres<br />
perversos, sino la condición de una porción de gentes que viven en <strong>el</strong> mundo, honrados y buscados, porque<br />
tienen un cierto barniz y que no caen bajo la vindicta de las leyes sociales. Estos no son tampoco, en <strong>el</strong> mundo de<br />
los espíritus, castigos excepcionales cuyo cuadro hace temblar, sino una situación sencilla, natural, consecuencia<br />
de su manera de vivir y d<strong>el</strong> estado de su alma. <strong>El</strong> aislamiento, <strong>el</strong> abandono: he ahí <strong>el</strong> castigo de aqu<strong>el</strong> que no ha<br />
vivido más que para sí. Clara era, como se ha visto, un espíritu muy int<strong>el</strong>igente, pero un corazón seco. En la<br />
Tierra, su posición social, su fortuna, sus ventajas físicas le atraían homenajes que lisonjeaban su vanidad, y esto<br />
le bastaba. Allí no encuentra sino indiferencia, y <strong>el</strong> vacío se hace a su alrededor, castigo más punzante que <strong>el</strong><br />
dolor, porque mortifica, pues <strong>el</strong> dolor inspira piedad, compasión. Además, éste es un medio de atraerse las<br />
miradas, de hacer que se ocupen de <strong>el</strong>la para que se interesen por su suerte.<br />
La sexta comunicación encierra una idea enteramente verdadera respecto a la obstinación de ciertos<br />
espíritus en <strong>el</strong> mal. Se sorprende uno de ver que son insensibles al pensamiento, al mismo espectáculo de la dicha<br />
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