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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

P. Os doy las gracias por habernos hecho <strong>el</strong> favor de venir. Pero no hubiera creído que mi<br />

deseo de conversar con vos tuviese influencia alguna. Debe necesariamente haber una diferencia tan<br />

grande entre nosotros, que sólo lo pienso con respeto.<br />

R. Gracias por ese buen pensamiento, querida mía. Pero debéis saber también que cualquier<br />

distancia que las pruebas acabadas más o menos pronto, más o menos f<strong>el</strong>izmente, pudiesen<br />

establecer entre nosotros, hay siempre un lazo poderoso que nos une: la simpatía. Y este lazo lo<br />

habéis unido más con vuestro pensamiento constante.<br />

P. Aunque muchos espíritus hayan explicado sus primeras sensaciones al despertar, ¿seréis<br />

lo bastante bueno para decirme lo que habéis sentido, reconociéndoos, y cómo se ha verificado la<br />

separación de vuestro espíritu y de vuestro cuerpo?<br />

R. Como para todos. He conocido que se acercaba <strong>el</strong> momento de la libertad. Pero más f<strong>el</strong>iz<br />

que muchos, no me ha causado angustia, porque sabía de esto los resultados, aunque fueron más<br />

grandes de lo que pensaba. <strong>El</strong> cuerpo es una traba de las facultades int<strong>el</strong>ectuales, y cualesquiera que<br />

sean las luces que se hayan conservado, están siempre más o menos ahogadas por <strong>el</strong> contacto de la<br />

materia. ¡Me he dormido esperando un despertar dichoso! ¡<strong>El</strong> sueño fue corto, la admiración<br />

inmensa! Los esplendores c<strong>el</strong>estes descorridos a mis miradas brillaban con toda su hermosura. Mi<br />

vista maravillada se hundía en las inmensidades de estos mundos, de los cuales había afirmado la<br />

existencia y la habitabilidad: era un espejismo que me rev<strong>el</strong>aba y me confirmaba la verdad de mis<br />

sentimientos. <strong>El</strong> hombre, por seguro que se crea cuando habla, tiene a menudo en <strong>el</strong> fondo de su<br />

corazón momentos de duda, de incertidumbre. Desconfía, si no de la verdad que muchas veces<br />

proclama, sí al menos de los medios imperfectos que emplea para demostrarla. Convencido de la<br />

verdad que quería hacer admitir, he tenido que combatir frecuentemente contra mí mismo, contra <strong>el</strong><br />

desaliento de ver, de tocar, por decirlo así, la verdad, y no poder hacerla palpable a los que tendrían<br />

tanta necesidad de creer en <strong>el</strong>la, para marchar con seguridad en la vía que han de seguir.<br />

P. ¿En vuestra vida profesabais <strong>el</strong> Espiritismo?<br />

R. Entre profesar y practicar hay una gran diferencia. Muchas gentes profesan una doctrina<br />

que no la practican: yo practicaba y no profesaba. De la misma manera que todo hombre que sigue<br />

las leyes de Cristo es cristiano, aunque lo ignore, de la misma manera todo hombre puede ser<br />

espiritista si cree en su alma inmortal, en sus muchas existencias, en su marcha progresiva<br />

incesante, en las pruebas terrestres, abluciones necesarias para purificarse. Yo creía en <strong>el</strong>lo: era,<br />

pues, espiritista. He comprendido <strong>el</strong> estado errante, este lazo intermediario entre las encarnaciones,<br />

este purgatorio donde <strong>el</strong> espíritu culpable se despoja de sus vestidos manchados, para volver a<br />

vestir una nueva ropa. Donde <strong>el</strong> espíritu en progreso teje con cuidado <strong>el</strong> traje que va a llevar de<br />

nuevo y que quiere conservar puro. He comprendido, os lo he dicho, y sin profesar, he continuado<br />

practicando.<br />

Observación. Estas tres comunicaciones se obtuvieron por tres médiums diferentes, completamente<br />

ajenos los unos a los otros. En la analogía de los pensamientos, en la forma d<strong>el</strong> lenguaje, se puede admitir al<br />

menos la presunción de la identidad. La expresión : teje con cuidado <strong>el</strong> traje que va a llevar de nuevo, es una<br />

figura encantadora, que pinta <strong>el</strong> cuidado con que <strong>el</strong> espíritu en progreso prepara la nueva existencia que debe<br />

hacerle progresar todavía. Los espíritus atrasados toman menos precauciones y hacen algunas veces <strong>el</strong>ecciones<br />

desgraciadas que les fuerzan a volver a empezar.<br />

Antonio Costeau<br />

Miembro de la Sociedad Espiritista de París, sepultado <strong>el</strong> 12 de septiembre de 1863, en <strong>el</strong><br />

cementerio de Montmartre, en la fosa común. Era un hombre de corazón que <strong>el</strong> Espiritismo condujo<br />

a Dios. Su fe en <strong>el</strong> porvenir era completa, sincera y profunda. Simple obrero empedrador,<br />

practicaba la caridad en pensamientos, en palabras y en acciones, según sus débiles recursos,<br />

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