El Cielo y el Infierno
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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
2. Está lejos de nuestro pensamiento querer atormentaros con indiscretas preguntas.<br />
Deseamos solamente saber cuál es vuestra situación en <strong>el</strong> mundo en que estáis, y si podemos seros<br />
útil.<br />
R. ¡Ah! ¡Si lo pudieseis, os lo agradecería infinitamente! ¡Tengo horror por mi crimen, y soy<br />
muy desgraciado!<br />
3. Nuestras oraciones endulzarán vuestras penas, así lo esperamos. Por otra parte parece que<br />
estáis en buenas condiciones, <strong>el</strong> arrepentimiento está en vos, y éste es ya un principio de<br />
rehabilitación. Dios, que es infinitamente misericordioso. tiene siempre piedad d<strong>el</strong> pecador<br />
arrepentido. Orad con nosotros.<br />
Se pronunció la oración por los suicidas que se encuentra en <strong>El</strong> Evang<strong>el</strong>io según <strong>El</strong><br />
Espiritismo.<br />
P. ¿Quisierais manifestarnos ahora de qué crimen os reconocéis culpable'? Esa confesión,<br />
hecha con humildad, se os tomará en cuenta.<br />
R. Dejad que os dé primero las gracias por la esperanza que acabáis de hacer nacer en mi<br />
corazón. ¡Ay de mí! Hace ya mucho tiempo que vivía en una ciudad, cuyas murallas bañaba <strong>el</strong> mar<br />
d<strong>el</strong> Mediodía. Amaba a una hermosa joven que correspondía a mi amor, pero yo era pobre y fui<br />
rechazado por su familia. <strong>El</strong>la me anunció que iba a casarse con <strong>el</strong> hijo de un negociante cuyo<br />
comercio se extendía más allá de los dos mares, y fui despedido. Loco de dolor, resolví quitarme la<br />
vida después de haber satisfecho mi venganza asesinando a mi aborrecido rival. Sin embargo, los<br />
medios violentos me repugnaban. Temblaba a la idea de este crimen, pero mis c<strong>el</strong>os me dominaron.<br />
La víspera d<strong>el</strong> día en que mi amada debía ser suya, murió envenenado por mis manos, encontrando<br />
este medio más fácil. Así se explican aqu<strong>el</strong>las reminiscencias d<strong>el</strong> pasado. Sí, yo he vivido ya, y es<br />
preciso que vu<strong>el</strong>va a vivir todavía... ¡Oh! Dios mío, tened piedad de mi debilidad y de mis lágrimas.<br />
4. Deploramos esta desgracia que ha retardado vuestro ad<strong>el</strong>anto y os compadecemos<br />
sinceramente, pero, puesto que os arrepentís, Dios tendrá piedad. Os suplico que refiráis si pusisteis<br />
en ejecución vuestro proyecto de suicidio.<br />
R. No, confieso con vergüenza que la esperanza vino a mi corazón. Quería gozar d<strong>el</strong> precio<br />
de mi crimen, pero mis remordimientos me hicieron traición. Expié en <strong>el</strong> último suplicio este<br />
momento de extravío: fui ahorcado.<br />
5. ¿Teníais conciencia de esta mala acción en vuestra última existencia?<br />
R. En los últimos años de mi vida solamente, y he aquí cómo. Era bueno por naturaleza.<br />
Después de haber estado sometido, como todos los espíritus homicidas, al tormento de la vista<br />
continua de mi víctima que me perseguía como un vivo remordimiento, me libré de <strong>el</strong>la muchos<br />
años después por mis oraciones y mi arrepentimiento. Volví a empezar otra vez la vida última, y la<br />
atravesé pacífico y tímido. Tenía en mí una vaga intuición de mi debilidad innata y de mi falta<br />
anterior, de la cual había conservado <strong>el</strong> recuerdo latente. Pero un espíritu obsesor y vengativo, que<br />
no es otro sino <strong>el</strong> padre de mi víctima, no tuvo gran trabajo en apoderarse de mí, y en hacer revivir<br />
en mi corazón, como en un espejo mágico, los recuerdos d<strong>el</strong> pasado.<br />
Influido sucesivamente por él y por <strong>el</strong> guía que me protegía, unas veces era <strong>el</strong> envenenador y<br />
otras <strong>el</strong> padre de familia que ganaba <strong>el</strong> pan de sus hijos con su trabajo. Fascinado por este demonio<br />
obsesor, me empujó al suicidio. Soy muy culpable, es verdad, pero menos, sin embargo, que si yo<br />
mismo lo hubiese resu<strong>el</strong>to. Los suicidas de mi categoría, que son demasiado débiles para resistir a<br />
los espíritus obsesores, son menos culpables y menos castigados que los que se quitan la vida por la<br />
sola acción de su libre albedrío.<br />
Rogad conmigo por <strong>el</strong> espíritu que me ha influido tan fatalmente, a fin de que abdique sus<br />
sentimientos de venganza, y rogad por mí a fin de que adquiera la fuerza y la energía necesarias<br />
para no faltar a la prueba de suicidio por libre voluntad, a la cual seré sometido, según me explican,<br />
en mi próxima encarnación.<br />
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