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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

CAPÍTULO IV<br />

Espíritus en sufrimientos<br />

<strong>El</strong> castigo<br />

Exposición general d<strong>el</strong> estado de los culpables a su entrada en <strong>el</strong> mundo de los espíritus, dictada a la Sociedad<br />

Espiritista de París en octubre de l860.<br />

“Los espíritus malos, egoístas y endurecidos, están, después de la muerte, entregados a una<br />

duda cru<strong>el</strong> sobre su destino presente y futuro. Miran a su alrededor, no ven al principio ningún<br />

objeto sobre <strong>el</strong> que puedan ejercerse sus fechorías, y la desesperación se apodera de <strong>el</strong>los, porque <strong>el</strong><br />

aislamiento y la inacción son intolerables para los malos espíritus: no se <strong>el</strong>evan hacia los lugares<br />

habitados por los espíritus puros. Consideran lo que les rodea, e impresionados al instante por <strong>el</strong><br />

abatimiento de los espíritus débiles y castigados, se adhieren a <strong>el</strong>los como a una presa, y les<br />

recuerdan sus pasadas faltas, que ponen sin cesar en acción por sus gestos irrisorios. No bastándoles<br />

esta burla, se sumergen en la Tierra como buitres hambrientos, buscan entre los hombres <strong>el</strong> alma<br />

más accesible a sus tentaciones, se apoderan de <strong>el</strong>la, exaltan su concupiscencia, procuran apagar su<br />

fe en Dios, y cuando, en fin, dueños de su conciencia, consideran su presa asegurada, extienden<br />

sobre todo lo que rodea a su víctima <strong>el</strong> fatal contagio.<br />

“<strong>El</strong> espíritu malo, cuando puede ejercer su ira, es casi f<strong>el</strong>iz. No sufre sino en los momentos<br />

en que no puede obrar y en los que <strong>el</strong> bien triunfa sobre <strong>el</strong> mal.<br />

“Sin embargo, los siglos corren. <strong>El</strong> espíritu malo siente de repente que las tinieblas le<br />

invaden, su círculo de acción se estrecha, su conciencia, sorda hasta entonces, le hace sentir las<br />

puntas aceradas d<strong>el</strong> arrepentimiento. Inactivo, llevado por <strong>el</strong> torb<strong>el</strong>lino, corre al azar sintiendo,<br />

como dice la escritura, erizárs<strong>el</strong>e de espanto los cab<strong>el</strong>los. Pronto se hace un gran vacío a su<br />

alrededor. <strong>El</strong> momento de su expiación ha llegado, la encarnación se le presenta amenazadora. Ve<br />

como en espejismo las pruebas terribles que le aguardan. Quisiera retroceder, ad<strong>el</strong>anta, y<br />

precipitado en <strong>el</strong> ancho abismo de la vida, divaga espantado hasta que <strong>el</strong> v<strong>el</strong>o de la ignorancia cae<br />

sobre sus ojos. Vive, obra, aún es culpable. Siente en él no sé qué recuerdos que le inquietan,<br />

presentimientos que le hacen temblar, pero no retrocede en la vía d<strong>el</strong> mal. Cargado de violencias y<br />

de crímenes, va a morir. Extendido en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o o sobre su cama, ¡qué importa! <strong>El</strong> hombre culpable<br />

siente, bajo su aparente inmovilidad, removerse y vivir un mundo de sensaciones olvidadas. Bajo<br />

sus párpados cerrados ve apuntar una luz, oye sonidos extraños. Su alma, que va a dejar su cuerpo,<br />

se agita impaciente, mientras que sus manos crispadas tratan de agarrarse a las sábanas. Quisiera<br />

hablar, quisiera gritar a los que le rodean: Retenedme, veo <strong>el</strong> castigo. No lo consigue: la muerte se<br />

fija sobre sus labios descoloridos, y los asistentes exclaman: ¡Descansa en paz!<br />

“No obstante, lo oye todo. Gira alrededor de su cuerpo, que no quiere abandonar. Una fuerza<br />

secreta le atrae. Lo ve y reconoce todo. Desatinado, se lanza en <strong>el</strong> espacio, donde quiere ocultarse.<br />

¡No puede retroceder! ¡No tiene reposo! Otros espíritus le vu<strong>el</strong>ven <strong>el</strong> mal que ha hecho, y<br />

castigado, burlado, confuso a su vez, camina y caminará al azar, hasta que la divina luz se deslice<br />

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