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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

tener que lavar una falta o un crimen algunas veces. Sufrid, pues, con paciencia y resignación<br />

vuestros dolores físicos y morales por cru<strong>el</strong>es que os parezcan, y pensad en <strong>el</strong> labrador cuya fatiga<br />

le quebranta los miembros pero que continúa su obra sin detenerse, porque tiene siempre ante él las<br />

espigas doradas que serán <strong>el</strong> fruto de su perseverancia. Tal es la suerte d<strong>el</strong> desgraciado que sufre<br />

sobre vuestra Tierra. La aspiración hacia la dicha que debe ser <strong>el</strong> fruto de su paciencia, le hará<br />

fuerte contra los dolores pasajeros de la Humanidad.<br />

“Así es en cuanto a tu madre. Cada dolor que acepta como una expiación, es una mancha<br />

borrada de su pasado, y cuanto más pronto se borren todas las manchas, tanto más pronto será f<strong>el</strong>iz.<br />

Sólo la falta de resignación hace <strong>el</strong> sufrimiento estéril, porque entonces las pruebas se han de volver<br />

a empezar. Lo que es más útil para <strong>el</strong>la, <strong>el</strong> ánimo y la sumisión, esto es lo que es necesario pedir a<br />

Dios y a los buenos espíritus para que se le conceda.<br />

“Tu madre fue en otro tiempo un buen médico, acreditado entre una clase en que no cuesta<br />

nada asegurarse un bienestar, y donde fue colmado de dones y honores. Ambicioso de gloria y<br />

riquezas, queriendo alcanzar <strong>el</strong> apogeo de la ciencia, no con la idea de aliviar a sus hermanos,<br />

porque no era filántropo, sino en vista de aumentar su reputación y en consecuencia su client<strong>el</strong>a,<br />

nada le importaba con tal que sus estudios tuviesen <strong>el</strong> fin que apetecía.<br />

“La madre era martirizada en su lecho de sufrimiento, porque preveía un estudio en las<br />

convulsiones que provocaba. <strong>El</strong> niño era sometido a los experimentos que debían darle la llave de<br />

ciertos fenómenos. <strong>El</strong> anciano veía apresurar su fin. <strong>El</strong> hombre vigoroso se sentía debilitado por los<br />

ensayos que debían acreditar la acción de tal o cual brebaje, y todos estos experimentos se<br />

practicaban sobre <strong>el</strong> desgraciado sin desconfianza.<br />

“La satisfacción de la concupiscencia y d<strong>el</strong> orgullo, la sed de oro y de su fama, tales fueron<br />

los móviles de su conducta.<br />

“Han sido necesarios siglos y terribles pruebas para domar este espíritu orgulloso y<br />

ambicioso. Después empezó <strong>el</strong> arrepentimiento, su obra regeneradora, y la reparación se acaba,<br />

porque las pruebas de esta última existencia son dulces al lado de las que ha sufrido. Ánimo, pues,<br />

si la pena ha sido larga y cru<strong>el</strong>, la recompensa acordada a la paciencia, a la resignación y a la<br />

Humanidad, será grande.<br />

“Ánimo, vosotros todos los que sufrís. Pensad en <strong>el</strong> poco tiempo que dura vuestra existencia<br />

material. Pensad en las alegrías de la eternidad. Acudid a la esperanza, amiga íntima de todo<br />

corazón que sufre. Acudid a la fe, hermana de la esperanza, la fe que os muestra <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o donde la<br />

esperanza os hace penetrar antes de tiempo. Llamad también a esos amigos que <strong>el</strong> Señor os da que<br />

os rodean, os sostienen, os aman, y cuya constante solicitud os conduce a aqu<strong>el</strong> a quien habéis<br />

ofendido y cuyas leyes habéis violado.”<br />

Después de su muerte. la Sra. B... ha dado, ya a su hija, ya a la Sociedad Espiritista de París,<br />

comunicaciones donde se reflejan las mas eminentes cualidades, y donde confirma lo que había sido dicho de sus<br />

antecedentes.<br />

Carlos de San G..., idiota<br />

Sociedad Espiritista de Paris<br />

Carlos de San G... era un joven idiota, de trece años edad. Sus facultades int<strong>el</strong>ectuales eran<br />

de tal nulidad, que no reconocía a sus padres y podía apenas tomar alimento. Había en él<br />

paralización completa de desarrollo en todo <strong>el</strong> sistema orgánico.<br />

A San Luis:<br />

1. ¿Querríais manifestarnos si podemos hacer la evocación d<strong>el</strong> espíritu de este niño?<br />

R. Podéis evocarle como si evocaseis al espíritu de un muerto.<br />

Página 213

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