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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

estacionada. En este último caso, sufrió sin provecho, y como siempre, tarde o temprano tiene que<br />

pagar su deuda y principiar de nuevo otra existencia en condiciones todavía más penosas, porque a<br />

una mancha no lavada, añade otra.<br />

Por esta razón, en las encarnaciones sucesivas <strong>el</strong> alma se despoja, poco a poco, de sus<br />

imperfecciones. Se purga, en una palabra, hasta que esté bastante pura para merecer dejar los<br />

mundos de expiación por mundos mejores, y más tarde estos para gozar de la suprema f<strong>el</strong>icidad.<br />

<strong>El</strong> purgatorio no es, pues, una idea vaga e incierta. Es una realidad material que vemos, que<br />

tocamos y que sufrimos. Está en los mundos de expiación, y la Tierra es uno de esos mundos: los<br />

hombres expían en él su pasado y su presente en provecho de su porvenir. Pero en contra de la idea<br />

que se tiene de poder cada uno abreviar o prolongar su permanencia en él, según <strong>el</strong> grado de<br />

ad<strong>el</strong>anto y de depuración a que haya llegado con su propio trabajo, se sale de allí, no porque se haya<br />

cumplido <strong>el</strong> tiempo ni por los méritos de otros, sino por su propio mérito, según estas palabras de<br />

Cristo: A cada uno según sus obras, palabras que resumen toda la justicia de Dios.<br />

5. Aqu<strong>el</strong>, pues, que sufre en esta vida, debe convencerse de que es porque no se purificó<br />

suficientemente en su precedente existencia, y que, si no lo hace en ésta, sufrirá todavía en la<br />

siguiente. Esto es, a la vez, equitativo y lógico. Siendo <strong>el</strong> padecimiento inherente a la imperfección,<br />

se sufre tanto tiempo cuando es uno imperfecto, como se sufre por una enfermedad mientras no se<br />

esté curado de <strong>el</strong>la. Así es que mientras un hombre sea orgulloso, sufrirá las consecuencias de su<br />

orgullo; mientras sea egoísta, sufrirá por su egoísmo.<br />

6. <strong>El</strong> espíritu culpable sufre primero en la vida espiritual en proporción a sus<br />

imperfecciones. Después se le da la vida corporal como un medio de reparación. Por esto se<br />

encuentra allí nuevamente, ya sea con las personas a quienes ofendió, o bien en centros análogos a<br />

aqu<strong>el</strong>los en donde hizo <strong>el</strong> mal, o en situaciones opuestas, como, por ejemplo, en la miseria si fue un<br />

rico avaro, en una situación humillante si fue orgulloso.<br />

La expiación, en <strong>el</strong> mundo de los espíritus y en la Tierra, no es un doble castigo para <strong>el</strong><br />

espíritu. Es <strong>el</strong> mismo que continúa en la Tierra, como complemento, con <strong>el</strong> fin de facilitarle su<br />

mejoramiento por un trabajo efectivo. Depende de él aprovecharlo. ¿Acaso no es preferible para él<br />

volver a vivir en la Tierra con la posibilidad de ganar <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, a ser condenado sin remisión,<br />

dejándola? Esa libertad que se le concede es una prueba de la sabiduría, de la bondad y de la<br />

justicia de Dios, que quiere que <strong>el</strong> hombre lo deba todo a sus fuerzas y que sea autor de su porvenir.<br />

Si es desgraciado, y si lo es más o menos tiempo, sólo a él mismo puede culpar. <strong>El</strong> camino d<strong>el</strong><br />

progreso está siempre expedito para él.<br />

7. Si se considera cuán grande es <strong>el</strong> padecimiento de ciertos espíritus culpables en <strong>el</strong> mundo<br />

invisible, cuán terrible es la situación de algunos, qué ansiedades los devoran, y cuán penosa es esa<br />

situación por la imposibilidad en que están de ver <strong>el</strong> fin de <strong>el</strong>la, se podría decir que es para <strong>el</strong>los <strong>el</strong><br />

infierno, si esta palabra no implicase la idea de un castigo eterno y material. Gracias a la rev<strong>el</strong>ación<br />

de los espíritus y a los ejemplos que nos ofrecen, sabemos que la duración de la expiación está<br />

regulada sobre <strong>el</strong> mejoramiento d<strong>el</strong> culpable.<br />

8. <strong>El</strong> Espiritismo no viene, pues, a negar la penalidad futura. Al contrario, viene a<br />

patentizarla. Lo que destruye es <strong>el</strong> infierno localizado con sus hornos y sus penas irremisibles. No<br />

niega <strong>el</strong> purgatorio, puesto que prueba que estamos en él, lo define y lo precisa, explicando la causa<br />

de las miserias terrestres, y con esto hace que los que lo negaban crean en él. ¿Rechaza, acaso, las<br />

preces por los difuntos? Muy al contrario, puesto que los espíritus que sufren las solicitan y hacen<br />

de <strong>el</strong>las un deber de caridad, demostrando su eficacia para atraerlos al bien y por este medio<br />

abreviar sus tormentos.(2) Hablando a la int<strong>el</strong>igencia, ha vu<strong>el</strong>to a la fe a los incrédulos y a la<br />

oración a aqu<strong>el</strong>los que se burlaban de <strong>el</strong>la. Pero dice que la eficacia de las oraciones está en <strong>el</strong><br />

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