El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
de este lapso de tiempo comprendí que <strong>el</strong> objeto de la encarnación era otro que <strong>el</strong> que mis sentidos<br />
groseros y obtusos me habían hecho seguir, obtuve a fuerza de oraciones, de resignación y de<br />
pesares, <strong>el</strong> permiso de ocuparme en la tarea material de soportar los mismos sufrimientos, y más<br />
aún, que había hecho pasar a los otros. Obtuve este permiso, y Dios me dejó <strong>el</strong> derecho, por mi libre<br />
albedrío, de amplificar mis sufrimiento morales y físicos. Gracias al socorro de buenos espíritus que<br />
me asistían, persistí en mi resolución de practicar <strong>el</strong> bien, y les doy gracias por esto, porque<br />
evitaron que sucumbiera en la tarea que tomé.<br />
He cumplido, en fin, una existencia que ha rescatado por su abnegación y su caridad lo que<br />
la otra tenía de cru<strong>el</strong> y de injusta. Nací de padres pobres; huérfano, muy joven aprendí a bastarme a<br />
mí mismo, en la edad en que uno es considerado como incapaz de comprender. Vivía solo, sin<br />
amor, sin afectos, y aún, al principio de mi vida, soporté la brutalidad que había ejercido sobre los<br />
otros. Se comenta que las sumas recogidas por mí fueron todas consagradas al alivio de mis<br />
semejantes. Es un hecho exacto, y sin énfasis ni orgullo, añado que, muy a menudo, al precio de<br />
privaciones r<strong>el</strong>ativamente fuertes, muy fuertes, aumenté <strong>el</strong> bien que me permitía hacer la caridad<br />
pública.<br />
He muerto con calma, confiando en <strong>el</strong> precio a que había obtenido la reparación hecha por<br />
mi última existencia, y estoy recompensado con exceso a mis secretas aspiraciones. Hoy día soy<br />
dichoso, muy dichoso de poder afirmaros que cualquiera que se <strong>el</strong>eve será humillado, y que <strong>el</strong> que<br />
se humille será <strong>el</strong>evado.<br />
P. Os rogamos nos digáis en qué ha consistido vuestra expiación en <strong>el</strong> mundo de los<br />
espíritus, y cuánto tiempo ha durado desde vuestra muerte hasta <strong>el</strong> momento en que vuestra suerte<br />
fue endulzada por efecto d<strong>el</strong> arrepentimiento y de las buenas resoluciones que habéis tomado.<br />
Decidnos también a quién debéis este cambio en vuestras ideas, en estado de espíritu.<br />
R. ¡Me traéis a la memoria muy dolorosos recuerdos! ¡Cuánto he sufrido...! ¡Pero no me<br />
quejo, me acuerdo...! Queréis saber de qué naturaleza ha sido mi expiación. H<strong>el</strong>a aquí en todo su<br />
terrible horror.<br />
Verdugo, como os he dicho, para todo <strong>el</strong> que tuviera buenos sentimientos, permanecí mucho<br />
tiempo, mucho, adherido por mi periespíritu a mi cuerpo, que se descomponía. ¡Me sentí, hasta su<br />
completa putrefacción, roído por los gusanos, que me hacían sufrir mucho! Cuando estuve<br />
desembarazado de los lazos que me aferraban al instrumento de mi suplicio, sufrí todavía uno más<br />
cru<strong>el</strong>. Después d<strong>el</strong> sufrimiento físico, vino <strong>el</strong> sufrimiento moral, y éste ha durado mucho más<br />
tiempo que <strong>el</strong> primero. He sido puesto en presencia de todas las víctimas que había<br />
atormentado periódicamente, y por una fuerza más grande que la mía, era conducido a presencia de<br />
mis culpables acciones. Veía física y moralmente todos los dolores que había hecho sufrir. ¡Oh!<br />
Amigos míos, ¡cuán terrible es la vista constante de aqu<strong>el</strong>los a quienes se ha hecho mal! Tenéis de<br />
esto un débil ejemplo entre vosotros en <strong>el</strong> careo d<strong>el</strong> acusado con su víctima.<br />
Ahí tenéis, en pocas palabras. lo que he sufrido durante dos siglos y medio, hasta que Dios,<br />
movido por mi dolor y por mi arrepentimiento, solicitado por los guías que me asistían, permitió<br />
que tomase la vida de expiación que conocéis.<br />
P. ¿Un motivo particular os ha inducido quizás a <strong>el</strong>egir vuestra última existencia en la<br />
r<strong>el</strong>igión isra<strong>el</strong>ita?<br />
R. No fue <strong>el</strong>egida por mí, sino que la acepté según <strong>el</strong> consejo de mis guías. La r<strong>el</strong>igión<br />
isra<strong>el</strong>ita añadía una pequeña humillación más a mi vida de expiación. Porque en ciertos países,<br />
sobre todo, la mayoría de los encarnados desprecian a los isra<strong>el</strong>itas, y particularmente a los judíos<br />
mendicantes.<br />
P. En vuestra última existencia, ¿en qué edad habéis empezado a poner en ejecución las<br />
resoluciones que habíais tomado? ¿Cómo os ha venido este pensamiento? Mientras ejercíais así la<br />
caridad con tanta abnegación, ¿teníais alguna intuición de la causa que os empujaba a <strong>el</strong>lo?<br />
Página 202