El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
El Cielo y el Infierno
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />
Observación. Cualquier espiritista formal e ilustrado deducirá fácilmente de estas comunicaciones las<br />
enseñanzas que resultan de <strong>el</strong>las. No llamaremos, pues, la atención sino sobre dos puntos. <strong>El</strong> primero es que este<br />
ejemplo nos demuestra la posibilidad de no encarnarse en la Tierra, y de pasar de aquí a un mundo superior, sin<br />
estar por esto separado de los seres amados que se dejan en <strong>el</strong>la. Aqu<strong>el</strong>los, pues, que temen la reencarnación a<br />
causa de las miserias de la vida, pueden librarse de la misma haciendo lo que es necesario, esto es, trabajando en<br />
su mejoramiento, así como aqu<strong>el</strong> que no quiere vegetar en las clases inferiores, debe instruirse y trabajar para<br />
ascender un grado.<br />
<strong>El</strong> segundo punto es la confirmación de la verdad de que, después de la muerte, estamos menos<br />
separados de los seres que nos son queridos que durante la vida. La Sra. Foulon, retenida por la edad y los<br />
achaques en una pequeña ciudad d<strong>el</strong> Mediodía, no tenía a su lado más que una parte de su familia.<br />
La mayor parte de sus hijos y de sus amigos estaban lejos de <strong>el</strong>la. Obstáculos materiales se oponían a<br />
que pudiese verles tan a menudo como unos y otros hubiesen deseado. La gran distancia hacía también que la<br />
correspondencia fuese rara y difícil para algunos. Apenas se desembarazó de su envoltura, corre ligera al lado<br />
de cada uno, salva las distancias sin fatiga, con la rapidez de la <strong>el</strong>ectricidad, les ve, asiste a sus reuniones íntimas,<br />
les rodea con su protección, y puede por la mediumnidad conversar con <strong>el</strong>los en todos los instantes, como cuando<br />
vivía, ¡Y decir que a este consolador pensamiento hay gentes que prefieren la idea de una separación indefinida!<br />
Un médico ruso<br />
<strong>El</strong> Sr. P... era un médico de Moscú, tan distinguido por sus eminentes cualidades morales<br />
como por su saber. La persona que le evocó le conocía tan sólo por su reputación, y no había tenido<br />
con él más que r<strong>el</strong>aciones indirectas. La comunicación original estaba en idioma ruso.<br />
P. (Después de la evocación). ¿Estáis aquí?<br />
R. Sí. <strong>El</strong> día de mi muerte os perseguía con mi presencia, pero habéis resistido a todas mis<br />
tentativas para haceros escribir. Había oído vuestras palabras sobre mí: esto me hizo conoceros, y<br />
entonces, para seros útil, tuve <strong>el</strong> deseo de entablar conversación con vos.<br />
P. ¿Por qué, siendo tan bueno, habéis sufrido tanto?<br />
R. Esto era una de las bondades d<strong>el</strong> Señor, que quería que sintiera doblemente <strong>el</strong> precio de<br />
mi libertad, y hacerme ad<strong>el</strong>antar todo lo más posible en la Tierra.<br />
P. ¿La idea de la muerte os ha causado terror?<br />
R. No. Tenía mucha fe en Dios y me sirvió en este caso.<br />
P. ¿La separación ha sido dolorosa?<br />
R. No. Lo que llamáis <strong>el</strong> último momento, no es nada. No he sentido más que un ligero<br />
crujido, y después me he considerado muy f<strong>el</strong>iz, viéndome desembarazado de mi miserable<br />
envoltura.<br />
P. ¿Qué ha sucedido entonces?<br />
R. He tenido la dicha de ver una porción de amigos que me salían al encuentro, dándome la<br />
bienvenida, especialmente aqu<strong>el</strong>los a quienes tuve la fortuna de ayudar.<br />
P. ¿Qué región habitáis? ¿Estáis en un planeta?<br />
R. Todo lo que no es mundo, es lo que vosotros llamáis <strong>el</strong> espacio, en <strong>el</strong> cual estoy. Pero,<br />
¡qué grados en esta inmensidad de la cual <strong>el</strong> hombre no puede formarse una idea! ¡Qué gradación<br />
en esta escala de Jacob que va de la tierra al ci<strong>el</strong>o, esto es, d<strong>el</strong> envilecimiento de la encarnación en un<br />
mundo inferior como <strong>el</strong> vuestro, hasta la purificación completa d<strong>el</strong> alma! A donde estoy no se llega<br />
sino en virtud de muchas pruebas, lo que significa muchas encarnaciones.<br />
P. ¿Según esto, debéis haber tenido muchas existencias?<br />
R. ¿Cómo podría ser de otra manera? Nada es excepcional en <strong>el</strong> orden inmutable establecido<br />
por Dios. La recompensa no puede venir sino después de la victoria conseguida en la lucha. Y<br />
cuando la recompensa es grande, es de toda necesidad que la lucha lo sea también. Pero la vida<br />
humana es tan corta, que la lucha no es real sino por intervalos, y estos intervalos son las diferentes<br />
existencias sucesivas. Así pues, si yo estoy en uno de los escalones más <strong>el</strong>evados, he alcanzado esta<br />
Página 111