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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

hace <strong>el</strong> médico haciendo revivir a un moribundo, o <strong>el</strong> físico haciendo caer <strong>el</strong> rayo. <strong>El</strong> que<br />

pretendiese con ayuda de esta ciencia, hacer milagros, sería, o un ignorante de los hechos o un<br />

charlatán (<strong>El</strong> Libro de los Médiums, cap. II).<br />

Ciertas personas se forman una idea muy falsa de las evocaciones. Las hay que creen que<br />

consisten en hacer venir a los muertos, con <strong>el</strong> aparato lúgubre de la tumba. Sólo en los romances, en<br />

los cuentos fantásticos de aparecidos y en <strong>el</strong> teatro, se ve a los muertos desencarnados salir de sus<br />

sepulcros, tapujados con sábanas, y haciendo crujir los huesos. <strong>El</strong> Espiritismo no ha hecho nunca<br />

milagros de ninguna clase, y menos <strong>el</strong> de resucitar un cuerpo muerto. Cuando <strong>el</strong> cuerpo está en la<br />

fosa, está en <strong>el</strong>la definitivamente. Pero <strong>el</strong> ser espiritual, fluídico, int<strong>el</strong>igente, no ha quedado allí con<br />

su envoltura grosera, sino que se ha separado de ésta en <strong>el</strong> momento de la muerte, y una vez<br />

verificada la operación, no tiene nada en común con <strong>el</strong>la (¿Qué es <strong>el</strong> Espiritismo?, cap. II, n.º 48).<br />

11. Nos hemos extendido en estas citas para demostrar que los principios d<strong>el</strong> Espiritismo no<br />

tienen ninguna r<strong>el</strong>ación con los de la magia. Por consiguiente, ningún espíritu está a las órdenes de<br />

los hombres, no existe ningún medio de obligarles, ningún signo o fórmula cabalística, ningún<br />

descubrimiento de tesoros o procederes para enriquecerse, ningún milagro o prodigio, ninguna<br />

adivinación ni apariciones fantásticas. Nada, en fin, de lo que constituye <strong>el</strong> objeto y los <strong>el</strong>ementos<br />

esenciales de la magia. No solamente <strong>el</strong> Espiritismo desaprueba todas esas cosas, sino que<br />

demuestra su imposibilidad e ineficacia. No hay, pues, ninguna analogía entre <strong>el</strong> fin y los medios de<br />

la magia y los d<strong>el</strong> Espiritismo. Querer asimilarlos es demostrar ignorancia o mala fe. Pero como los<br />

principios d<strong>el</strong> Espiritismo no tienen nada secreto y se formulan en términos claros y explícitos, <strong>el</strong><br />

error no podrá prevalecer.<br />

En cuanto a los hechos de curaciones, admitidos en la citada pastoral, debemos decir que <strong>el</strong><br />

ejemplo está mal <strong>el</strong>egido para evadir las r<strong>el</strong>aciones con los espíritus. Es uno de los beneficios que<br />

tocan más de cerca y que cada uno puede apreciar. Pocas gentes estarán dispuestas a renunciar a<br />

<strong>el</strong>los, sobre todo después de haber apurado todos los otros medios, por <strong>el</strong> temor de ser curados por<br />

<strong>el</strong> diablo. Al contrario, más de uno dirá que si <strong>el</strong> diablo cura, hace una buena acción. (2)<br />

2. Queriendo persuadir, a personas curadas por los espíritus, de que lo habían sido por <strong>el</strong> diablo, un<br />

gran número se ha separado de la iglesia, sin que antes pensaran salirse de <strong>el</strong>la.<br />

12. “¿Cuáles son los agentes secretos de estos fenómenos y los verdaderos actores de estas<br />

escenas inexplicables? Los áng<strong>el</strong>es no aceptarían estos pap<strong>el</strong>es indignos, y no se prestarían a todos<br />

los caprichos de una vana curiosidad.”<br />

<strong>El</strong> autor quiere hablar de las manifestaciones físicas de los espíritus. Entre <strong>el</strong>las,<br />

ciertamente, las hay que serían poco dignas de espíritus superiores. Y si a la palabra áng<strong>el</strong>es<br />

sustituís puros espíritus o espíritus superiores. tendréis exactamente lo que dice <strong>el</strong> Espiritismo.<br />

Pero no se podrían poner en la misma línea las comunicaciones int<strong>el</strong>igentes por medio de la<br />

escritura, la palabra, la audición, o cualquier otro medio, que no son indignas de los buenos<br />

espíritus, como no lo son en la tierra de los hombres más eminentes ni las apariciones, ni las<br />

curaciones y una porción de otros hechos que los libros sagrados citan con profusión,<br />

atribuyéndolos a los áng<strong>el</strong>es o a los santos. Si, pues, los áng<strong>el</strong>es y los santos han producido en otro<br />

tiempo fenómenos semejantes, ¿por qué no los han de producir ahora? ¿Por qué los mismos hechos<br />

serían hoy obra d<strong>el</strong> demonio en manos de ciertas personas, siendo así que son reputados milagros<br />

de los santos en las de otras? Sostener una tesis semejante es abdicar de la lógica.<br />

<strong>El</strong> autor de la pastoral está equivocado cuando dice que estos fenómenos son inexplicables.<br />

Al contrario, hoy es cuando se explican perfectamente, y por esto no se los mira como maravillosos<br />

y sobrenaturales. Y aunque no lo fuesen, no sería lógico atribuirlos al diablo, como no lo fue en otro<br />

tiempo <strong>el</strong> hacerle <strong>el</strong> honor de atribuirle todos los actos naturales que no se comprendían.<br />

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