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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

podido ser jamás áng<strong>el</strong>es de virtud, y que durante <strong>el</strong> tiempo indefinido que estuvieron entre éstos no<br />

dejaran entrever la menor señal de su naturaleza perversa. Si ésta fuera la voluntad de Dios, se<br />

comprendería menos, aunque impusiera como castigo la imposibilidad de volver al bien después de<br />

haber pecado la primera vez. <strong>El</strong> evang<strong>el</strong>io no expresa nada de esto.<br />

19. Igualmente se añade que para lo sucesivo su pérdida no tiene rescate y perseveran<br />

orgullosos en presencia de Dios. ¿Para qué les serviría <strong>el</strong> dejar de perseverar en él, si todo<br />

arrepentimiento sería inútil? Si tuviesen la esperanza de que pudieran rehabilitarse, a cualquier<br />

precio que fuese, <strong>el</strong> bien tendría un objeto para <strong>el</strong>los, pero esta esperanza no existe. Pues si<br />

perseveran en <strong>el</strong> mal es porque la puerta de la esperanza les está cerrada. ¿Y por qué la cierra Dios?<br />

Para vengarse de la ofensa que ha recibido por su falta de sumisión. Así es que satisfacer su<br />

resentimiento contra algunos culpables prefiere verles, no solamente sufrir, sino hacer <strong>el</strong> mal antes<br />

que <strong>el</strong> bien. Inducir al mal, e inducir a la perdición eterna a todas sus criaturas, a todo <strong>el</strong> género<br />

humano, cuando bastaba un simple acto de clemencia para evitar tan gran desastre, ¡desastre<br />

previsto en la eternidad!<br />

¿Se entiende, acaso, por acto de clemencia, pura y simplemente una gracia que hubiera sido<br />

quizás un estímulo al mal? No, sino un perdón condicional, subordinado a una sincera vu<strong>el</strong>ta al<br />

bien. En lugar de una palabra de esperanza y misericordia, se quiere que Dios haya dicho: ¡Perezca<br />

toda la raza humana, antes que deje de cumplirse mi venganza! ¡Y nos admiramos de que con tal<br />

doctrina haya incrédulos y ateos! ¿Es así como Jesús nos representa su padre? ¿Él, que <strong>el</strong>eva a la<br />

ley expresa <strong>el</strong> olvido y <strong>el</strong> perdón de las ofensas; que nos dice “volved bien por mal”; que coloca <strong>el</strong><br />

amor de los enemigos en <strong>el</strong> primer lugar de las virtudes con las cuales debemos alcanzar <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o; él,<br />

que querría que los hombres fuesen mejores, más justos, más compasivos que <strong>el</strong> mismo Dios?<br />

Los demonios según <strong>el</strong> Espiritismo<br />

20. Según <strong>el</strong> Espiritismo, ni los áng<strong>el</strong>es ni los demonios son seres excepcionales. La<br />

creación de los seres int<strong>el</strong>igentes es una. Unidos a cuerpos materiales, constituyen la Humanidad<br />

que puebla la Tierra y las otras esferas habitadas. Separadas de este cuerpo, constituyen <strong>el</strong> mundo<br />

espiritual o de los espíritus que pueblan los espacios. Dios los ha creado perfectibles, les ha dado<br />

como fin la perfección y la dicha, que es su consecuencia, pero no les ha dado la perfección, sino<br />

que ha querido que la debiesen a su trabajo personal, a fin de que tuviesen <strong>el</strong> mérito de <strong>el</strong>la. Desde<br />

<strong>el</strong> instante de su formación, progresan, ya sea en <strong>el</strong> estado de encarnación, ya sea en <strong>el</strong> estado<br />

espiritual. Llegados al apogeo, son espíritus puros o áng<strong>el</strong>es, según se llaman vulgarmente, de<br />

forma que desde <strong>el</strong> embrión d<strong>el</strong> ser int<strong>el</strong>igente hasta <strong>el</strong> áng<strong>el</strong>, hay una cadena no interrumpida de la<br />

cual cada eslabón marca un grado en <strong>el</strong> progreso.<br />

Resulta de esto que existen espíritus de todos los grados de ad<strong>el</strong>anto moral e int<strong>el</strong>ectual,<br />

según estén en lo alto, en lo bajo o en medio de la escala. En consecuencia, los hay en todos los<br />

grados de saber y de ignorancia, de bondad y de maldad. En los puestos inferiores, los hay que<br />

están aún profundamente inclinados al mal, y que se complacen en él. Se pueden llamar demonios si<br />

se quiere, porque son capaces de todas las maldades atribuidas a estos últimos. Si <strong>el</strong> Espiritismo no<br />

les conoce por este nombre, es porque indica la idea de seres distintos de la Humanidad, de una<br />

naturaleza esencialmente mala, dedicados al mal eternamente o incapaces de progresar en <strong>el</strong> bien.<br />

21. Según la doctrina de la iglesia, los demonios han sido creados buenos y han venido a ser<br />

malos por su desobediencia. Son áng<strong>el</strong>es caídos, fueron colocados por Dios en lo alto de la escala, y<br />

han descendido. Según <strong>el</strong> Espiritismo, son espíritus imperfectos, pero que se mejorarán. Están<br />

todavía en <strong>el</strong> primer p<strong>el</strong>daño, pero ascenderán.<br />

Los que por su indiferencia y negligencia, su obstinación y su voluntad, permanecen largo<br />

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