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El Cielo y el Infierno

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<strong>El</strong> <strong>Ci<strong>el</strong>o</strong> y <strong>el</strong> <strong>Infierno</strong> o la Justicia Divina según <strong>el</strong> Espiritismo - Allan Kardec<br />

1 . Evocación de Clara Rivier.<br />

R. Estoy cerca de vosotros. dispuesta a responder.<br />

2. ¿De dónde os venían, aunque tan joven y sin instrucción, las ideas <strong>el</strong>evadas que habíais<br />

expresado sobre la vida futura, antes de vuestra muerte?<br />

R. D<strong>el</strong> poco tiempo que tenía que pasar sobre vuestro globo y de mi precedente encarnación.<br />

Cuando dejé la Tierra, era médium, y lo soy también volviendo entre vosotros. Esto era una<br />

predestinación, sentía y veía lo que expresaba.<br />

3. ¿Cómo es que una niña de vuestra edad no se haya quejado durante cuatro años de<br />

sufrimientos?<br />

R. Porque <strong>el</strong> sufrimiento físico estaba dominado por una potencia más grande, la de mi<br />

áng<strong>el</strong> de la guarda, a quien veía continuamente cerca de mí. Sabía aliviar todo lo que sentía, hacía<br />

que mi voluntad fuese más fuerte que <strong>el</strong> dolor.<br />

4. ¿Cómo os han prevenido d<strong>el</strong> instante de vuestra muerte?<br />

R. Mi áng<strong>el</strong> de la guarda me lo rev<strong>el</strong>aba, jamás me ha engañado.<br />

5. Habíais dicho a vuestro padre: “Consuélate, vendré a visitarte.” ¿Cómo es que, animada<br />

de tan buenos sentimientos para vuestros padres, venís a atormentarles después de vuestra muerte,<br />

haciendo ruido en su casa?<br />

R. Tengo, sin duda, una prueba, o mejor dicho, una misión que cumplir. Si vu<strong>el</strong>vo a ver a<br />

mis padres, ¿creéis que es sin objeto? Estos ruidos, esta perturbación, estas luchas causadas por mi<br />

presencia, son una advertencia. Estoy ayudada por otros espíritus cuya perturbación tiene un objeto,<br />

como yo tengo <strong>el</strong> mío, apareciendo a mi hermana. Gracias a nosotros, muchas convicciones van a<br />

nacer. Mis padres tenían que sufrir una prueba. Cesará pronto, pero solamente después de haber<br />

llevado la convicción a una multitud de espíritus.<br />

6. De este modo, ¿no sois vos en persona la que causa esta perturbación?<br />

R. Soy ayudada por otros espíritus, que sirven para la prueba reservada a mis queridos<br />

padres.<br />

7. ¿Cómo es que vuestra hermana os ha reconocido, si no sois vos quien producía estas<br />

manifestaciones?<br />

R. Mi hermana no ha visto a nadie sino a mí. Posee ahora la doble vista, y no será la última<br />

vez que mi presencia vendrá a consolarla y a animarla.<br />

8. ¿Por qué, siendo tan joven, habéis sido afligida con tantas dolencias?<br />

R. Tenía que expiar faltas anteriores, había hecho mal uso de la salud y de la posición<br />

brillante de que gozaba en mi anterior encarnación. Entonces Dios me dijo. “Tú has gozado<br />

grandemente, desmedidamente, y sufrirás lo mismo. Tú eras orgullosa, serás humilde. Tú estabas<br />

envanecida de tu hermosura, serás desfigurada. En lugar de la vanidad, te esforzarás en adquirir la<br />

caridad y la bondad.” He cumplido la voluntad de Dios, y mi áng<strong>el</strong> de la guarda me ha ayudado.<br />

9. ¿Tendríais que encargar algo para vuestros padres?<br />

R. A petición de un médium. han hecho mis padres mucha caridad. Razón han tenido en no<br />

rogar siempre con los labios: es preciso hacerlo con la mano y <strong>el</strong> corazón. Dar a los que sufren es<br />

orar, ser espiritista.<br />

Dios ha dado a todas las almas <strong>el</strong> libre albedrío, esto es, la facultad de progresar. Ha dado a<br />

todas la misma aspiración, y por esta razón, la ropa de paño burdo está más cerca de la ropa de<br />

oro de lo que generalmente pensáis. Por lo tanto, estrechad las distancias por la caridad. Introducid<br />

al pobre en vuestra casa, animadle, levantadle, no le humilléis. Si se supiese practicar por todas<br />

partes esta gran ley de la conciencia, no se tendría en épocas determinadas esas grandes miserias<br />

que deshonran a los pueblos civilizados, y que Dios envía para castigarles y abrirles los ojos.<br />

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