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Las mujeres afrodescendientes y la cultura latinoamericana:

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La herencia negroafricana en <strong>la</strong> identidad <strong>la</strong>tinoamericana.<br />

La responsabilidad institucional<br />

Dina V. Picotti C.*<br />

VI. Reflexiones acerca de ser afrodescendiente en América Latina<br />

* Profesora de <strong>la</strong><br />

Universidad Nacional<br />

de General Sarmiento<br />

(UNGS), Buenos Aires, y<br />

de <strong>la</strong> Universidad Nacional<br />

de Tres de Febrero<br />

(UNTREF), Buenos Aires<br />

[Argentina]<br />

Sabemos que <strong>la</strong> presencia negroafricana<br />

en <strong>la</strong> identidad <strong>la</strong>tinoamericana se registra<br />

ampliamente en rasgos físicos y <strong>cultura</strong>les,<br />

que denotan su protagonismo en todos<br />

los aspectos de <strong>la</strong> vida de nuestras<br />

sociedades, al menos desde el pasado<br />

colonial. Sin embargo, a pesar de que se<br />

ha ido reconociendo una presencia que es<br />

hasta visualmente evidente, sobre todo<br />

en algunas zonas como el Caribe, Brasil<br />

y buena parte de <strong>la</strong> región andina, sin<br />

ignorar el Cono Sur, esta dista mucho de<br />

ser integrada en una política institucional<br />

que corresponda a <strong>la</strong> proc<strong>la</strong>mada<br />

tercera raíz, proporcionándole verdadera<br />

cabida ciudadana en sus derechos y<br />

obligaciones.<br />

La presencia negroafricana en <strong>la</strong> identidad<br />

<strong>la</strong>tinoamericana se registra ampliamente<br />

en rasgos físicos y <strong>cultura</strong>les, que denotan<br />

su protagonismo en todos los aspectos de<br />

<strong>la</strong> vida de nuestras sociedades, al menos<br />

desde el pasado colonial.<br />

En este sentido, <strong>la</strong>s instituciones educativas<br />

formales y no formales, en sus diversos<br />

niveles, tienen un rol fundamental que<br />

cumplir, dando a conocer tal presencia en<br />

todos sus aspectos y dándole lugar para<br />

desplegarse, junto con <strong>la</strong>s demás matrices<br />

<strong>cultura</strong>les que nos constituyen.<br />

Asumir esta responsabilidad institucional<br />

supone una transformación profunda en<br />

el modo de pensar y actuar vigente. Nos<br />

referimos al orden del mundo globalizado,<br />

que debería convertirse en diálogo de<br />

pueblos en lugar de en mezquinas y<br />

autodestructivas luchas por el poder,<br />

sabiendo constituirse desde y con los<br />

diferentes centros históricos y <strong>cultura</strong>s, los<br />

que a su vez tendrían que saber integrarse<br />

desde sus propios valores en lugar de<br />

enredarse en una mera competencia o<br />

en disputas internas. Y en este contexto<br />

nos referimos también a nuestros propios<br />

países, que, salvo honrosas excepciones,<br />

tienen aún que saber hacerse cargo de<br />

su propia experiencia histórica, de <strong>la</strong><br />

totalidad de sus cuerpos comunitarios y<br />

de los recursos que atesoran. Un modo<br />

de pensamiento que, en esta época<br />

signada por <strong>la</strong>s tecnociencias en su último<br />

estadio informático, deberá saber<strong>la</strong>s<br />

ubicar en su propia función y límites, y,<br />

trascendiendo <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción sujeto-objeto<br />

del pensar representativo, reubicar al ser<br />

humano como habitante de un mundo, en<br />

lugar de dominador, reuniendo <strong>la</strong>s cuatro<br />

dimensiones de ser que consideraron<br />

siempre <strong>la</strong>s antiguas <strong>cultura</strong>s, es decir,<br />

acogiendo <strong>la</strong> apertura del cielo, cuidando<br />

y no devastando <strong>la</strong> madre tierra,<br />

acompañando a los mortales y honrando<br />

lo sagrado, al estar entre <strong>la</strong>s cosas, cada<br />

una de <strong>la</strong>s cuales abriga una presencia de<br />

realidad, cuyo propio valor y sentido cabe<br />

reconocer.<br />

Se trata de un modo de pensar que ya no<br />

parte del sujeto sino de lo que acaece,<br />

a lo que responde, auscultando sus<br />

signos o reteniéndose ante su ausencia,<br />

y que discerniendo se instruye en <strong>la</strong>s<br />

diferentes interpretaciones, reconoce<br />

<strong>la</strong>s múltiples identidades en re<strong>la</strong>ción<br />

de sujeto a sujeto, y en consecuencia<br />

se constituye interlógicamente, por lo<br />

que <strong>la</strong> verdad que intenta, en tanto tal<br />

reconocimiento, equivale a justicia. Un<br />

modo de actuar consecuente habrá de<br />

concretar tal reconocimiento en cada uno<br />

de los aspectos de <strong>la</strong> vida, trasuntándose<br />

en un orden socio-político-económico en<br />

el que <strong>la</strong>s instituciones, como órganos<br />

adecuados de todo el cuerpo comunitario,<br />

surgidos de y sostenidos por él, canalizarán<br />

y procurarán satisfacer a sus necesidades<br />

reales. De ello, que parece utópico si lo<br />

confrontamos con <strong>la</strong> situación vigente,<br />

mas como todo lo bueno se erige en ideal<br />

y objetivo a perseguir ante los graves<br />

problemas contemporáneos, somos todos<br />

responsables, gobernantes y ciudadanos,<br />

cada uno en su puesto, si no queremos

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