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Descargar PDF - Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

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40 - El ignorante <strong>de</strong>l maestro: sobre ignorancia y emancipación¿Es esto cierto? ¿Les bastaron las palabras <strong>de</strong>Fénelon? No, en absoluto, porque las palabras<strong>de</strong> Fénelon estaban en francés y ellos no sabían enun primer momento el francés. Lo cierto es que tuvieronque recurrir a una traducción, a unas palabrasque hablaban <strong>de</strong> otras palabras, a unas palabrasholan<strong>de</strong>sas (más claras para ellos) que hablabanacerca <strong>de</strong> otras palabras francesas que ellos no comprendían.Dicho <strong>de</strong> otro modo: tuvieron que recurrira un traductor, a un intermediario, a alguien que lesexplicara el texto <strong>de</strong> Fénelon. Por tanto, digámoslocon rotundidad: a los alumnos <strong>de</strong> Jacotot no les bastócon las palabras <strong>de</strong> Fénelon, se vieron en la obligación<strong>de</strong> recurrir a las palabras <strong>de</strong>l traductor. Ahorase pue<strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r por qué Rancière silencia elnombre <strong>de</strong>l traductor holandés <strong>de</strong> Fénelon.Dice Rancière, por ejemplo, “No hay nada quecompren<strong>de</strong>r. Todo está en el libro” (p. 36). 44 Pero noes cierto, porque en el caso <strong>de</strong> que lo fuera, a losalumnos holan<strong>de</strong>ses les habría bastado con Lasaventuras <strong>de</strong> Telémaco <strong>de</strong> Fénelon, con la isla quees este libro. Y no fue así, tuvieron que ir <strong>de</strong> esa islaa otra isla, la creada por el traductor en holandéspara que los alumnos pudieran dar el salto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> uncódigo conocido a un código <strong>de</strong>sconocido. No erasuficiente, por tanto, el libro <strong>de</strong> Fénelon, no se pue<strong>de</strong><strong>de</strong>cir que les bastó Fénelon, porque recurrierona un traductor, a otro texto, a otras palabras, a otraexplicación. Jacotot no sabía holandés, pero menosmal que el traductor sí porque en caso contrario, sia<strong>de</strong>más <strong>de</strong> un maestro ignorante hubiéramos tenidoun traductor ignorante, una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> ignorantes,entonces los alumnos <strong>de</strong> Jacotot todavía le estaríanbuscando. La oposición que antes representábamosgráficamente <strong>de</strong> este modo: Apren<strong>de</strong>r por sí mismo/apren<strong>de</strong>r gracias a la explicación <strong>de</strong> otro, ahora sehace astillas porque en el “sí mismo” puro <strong>de</strong> uno <strong>de</strong>los dos lados <strong>de</strong> la oposición se ha injerido justo ese“otro” que pertenece al otro lado, ese Otro sin el queel aprendizaje no habría sido posible. Y la “A” mayúscula<strong>de</strong>l “Apren<strong>de</strong>r por sí mismo” va menguandohasta reconocer el carácter mayúsculo <strong>de</strong> esa “a” <strong>de</strong>l“apren<strong>de</strong>r gracias a la explicación <strong>de</strong>l otro”.Sorpren<strong>de</strong>ntemente Rancière hace gala <strong>de</strong> unanoción <strong>de</strong> “traducción” canónica y conservadora, laentien<strong>de</strong> como un trasvase <strong>de</strong> sentido <strong>de</strong> una lenguaorigen a una lengua término. A este respecto tiene lamisma noción <strong>de</strong> traducción que sus compatriotasVinay y Darbelnet según quienes para toda expresiónX <strong>de</strong> una lengua (pongamos el texto <strong>de</strong> Fénelon)existe un “equivalente i<strong>de</strong>al” en otra lengua (la traducciónholan<strong>de</strong>sa). 45 Si no partiera <strong>de</strong> este supuesto,sería difícil que pudiera sostener que “Basta puescon las frases <strong>de</strong> Fénelon para compren<strong>de</strong>r las frases<strong>de</strong> Fénelon y para <strong>de</strong>cir lo que se ha comprendidoen ellas” (p. 19). 46 ¿Por qué empeñarse en afirmarque los alumnos solo contaban con Fénelon cuandoentre ellos y Fénelon estaba un traductor haciendo<strong>de</strong> intermediario y explicador? Por dos razones: porqueRancière se olvida <strong>de</strong> la materialidad <strong>de</strong> una lengua,<strong>de</strong> la red significante propia <strong>de</strong> cada lengua, yporque para él traducir es <strong>de</strong>cir lo mismo con otraspalabras en un idioma diferente. Siendo así, ¿paraqué mencionar al traductor y dar rienda suelta a unamediación?El hecho se agrava aún más por cuanto Rancièreasegura que el acto <strong>de</strong> Fénelon como escritor erael <strong>de</strong> una traducción: “para traducir una lección<strong>de</strong> política en un relato legendario, Fénelon habíapuesto en el francés <strong>de</strong> su siglo el griego <strong>de</strong> Homero,el latín <strong>de</strong> Virgilio…” (p. 19). 47 Al expresarse <strong>de</strong>este modo <strong>de</strong>scubre que para él la traducción no esmás que la emigración <strong>de</strong> un sentido a través <strong>de</strong>ltesoro significante <strong>de</strong> diferentes lenguas. Por ello,pue<strong>de</strong> escribir con absoluta tranquilidad que “ellossolos buscaron las palabras francesas que correspondíana las palabras que conocían” (pp. 12, 11).¿Y si no pudiéramos dar por sentado la equivalenciaentre el discurso en francés y el discurso enholandés? ¿Y si tuviéramos en cuenta el trabajomaterial <strong>de</strong>l traductor obligado a operar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>una trama significante autónoma hasta el martirioque le hubiera complicado la vida? Pero para Rancièreno ha lugar, simplemente calla el nombre <strong>de</strong>ltraductor, su trabajo y el reconocimiento <strong>de</strong> queesa era la figura que acompañaba a los alumnos<strong>de</strong> Jacotot. No estaban solos ni aprendieron soloscomo él <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>.Se da a<strong>de</strong>más el hecho <strong>de</strong> que el libro <strong>de</strong> Fénelonno era un simple relato <strong>de</strong> aventuras (si es quetal cosa existe), sino que, entre otras cosas, era unmanual <strong>de</strong> aprendizaje y <strong>de</strong> enseñanza <strong>de</strong> la lenguafrancesa. 48 Se enten<strong>de</strong>rá todavía mejor hasta quépunto ese texto y su traducción cumplían una funciónmetalingüística <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n pedagógico. El propioRancière lo comenta en un capítulo posterior: “esun libro clásico, uno <strong>de</strong> esos en los que la lenguapresenta lo esencial <strong>de</strong> sus formas y <strong>de</strong> sus po<strong>de</strong>res”(p. 33). 49 Lo que los alumnos <strong>de</strong> Jacotot estabanleyendo, y repitiendo una y otra vez según laor<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l maestro, era la traducción holan<strong>de</strong>sa <strong>de</strong>una novela en francés que entre sus varias funcionesexpone implícitamente lo propio <strong>de</strong> esta últimalengua. No resulta extraño que justo en ese libro,y a través <strong>de</strong> la mediación <strong>de</strong> la traducción, unoslectores aprendieran la semántica, la morfología yla sintaxis <strong>de</strong>l francés. Lo referido al nivel fonéticoes algo que Rancière no aclara, cualquiera que lea

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