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La red oscura - Eduardo Casas Herrer

¿Qué es la web profunda (deep web) o red oscura (dark net)? ¿Hay que tenerles miedo? ¿Es, acaso, como pasear por los bajos fondos de una ciudad? ¿Hemos de cuidar nuestra confianza en la red? No solemos pararnos a pensar cómo funciona un motor de búsqueda de Internet y, precisamente, en su manera de actuar se encuentra su punto débil: la araña. Por mucho que se esfuerce el robot, hay lugares a los que no es capaz de llegar porque no está diseñado para ello. Y de esa red oscura a la que no puede acceder solo es visible el uno por ciento, el resto está escondido, como si de un iceberg se tratara. Negocios ilegales, tráfico de armas y de productos, muertes retransmitidas, pornografía infantil… conforman el lado negativo de Internet; un pozo sin fondo que se abre desde nuestras pantallas. El autor de este libro, miembro del Cuerpo Nacional de Policía, que lleva desde 2004 trabajando en la Unidad de Investigación Tecnológica (UIT), nos explica con notable claridad cómo persiguen sin tregua y sacan a la luz los delitos de ese universo desconocido de la red.

¿Qué es la web profunda (deep web) o red oscura (dark net)? ¿Hay que
tenerles miedo? ¿Es, acaso, como pasear por los bajos fondos de una
ciudad? ¿Hemos de cuidar nuestra confianza en la red?
No solemos pararnos a pensar cómo funciona un motor de búsqueda de
Internet y, precisamente, en su manera de actuar se encuentra su punto
débil: la araña. Por mucho que se esfuerce el robot, hay lugares a los que no
es capaz de llegar porque no está diseñado para ello. Y de esa red oscura a
la que no puede acceder solo es visible el uno por ciento, el resto está
escondido, como si de un iceberg se tratara.
Negocios ilegales, tráfico de armas y de productos, muertes retransmitidas,
pornografía infantil… conforman el lado negativo de Internet; un pozo sin
fondo que se abre desde nuestras pantallas. El autor de este libro, miembro
del Cuerpo Nacional de Policía, que lleva desde 2004 trabajando en la
Unidad de Investigación Tecnológica (UIT), nos explica con notable claridad
cómo persiguen sin tregua y sacan a la luz los delitos de ese universo
desconocido de la red.

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arrancara a mordiscos, pero fue imposible de realizar, por lo que usó un cuchillo— y<br />

dárselo a probar. Como resultó demasiado difícil de comer crudo, lo cocinó con sal,<br />

pimienta, vino y ajo, utilizando como aceite parte de la grasa corporal del ingeniero.<br />

Se quemó hasta ser incomestible, por lo que acabó cortándolo en trocitos y dándoselo<br />

a su perro. Después de aquello, dejó que Brandes se desangrara durante tres horas<br />

antes de degollarlo y colgarlo de un gancho de carnicero en una habitación-matadero<br />

que había adaptado a tal efecto en su pequeño apartamento. Grabó todo el proceso en<br />

una cinta de dos horas de duración, que, no obstante, no hizo nunca pública —por lo<br />

que tampoco se puede considerar snuff—. Durante los siguientes meses, consumió<br />

hasta veinte kilos de la carne, que guardaba en un congelador bajo cajas de pizza,<br />

hasta que un estudiante de Innsbruck denunció a la policía nuevos anuncios en los<br />

que buscaba otra persona a la que matar y comer. Fue detenido en diciembre de 2002<br />

y condenado en primera instancia a ocho años de prisión. <strong>La</strong> revisión del caso, sin<br />

embargo, convirtió la sentencia en cadena perpetua, que se encuentra cumpliendo en<br />

la actualidad. Algunas personas estiman que la grabación obtendría un valor de hasta<br />

cincuenta mil euros en el mercado negro, si bien es algo demasiado abierto a la<br />

interpretación. En cualquier caso, es muy improbable que alguna vez vea la luz.<br />

Un daño colateral de todo este asunto fue el cierre en 2004 de The Cannibal<br />

Cafe, que desapareció sin dejar rastro. Su matriz, Necrobabes, aguantó diez años más.<br />

Hoy, ninguna de las dos páginas existe, si bien tienen su reflejo en diversos sitios<br />

alojados en TOR.<br />

Otros que grabaron sus atrocidades fueron los jóvenes ucranianos conocidos<br />

como Los Maniacos de Dnepropetrovsk. En 2008 apareció en los lugares más oscuros<br />

de Internet un vídeo llamado 3 guys & 1 hammer (tres tipos y un martillo).<br />

Homenajeaba con el título a otra grabación más inocente aunque muy desagradable<br />

llamada 2 girls & 1 cup (dos chicas y una copa), que era el muy gráfico tráiler<br />

publicitario de un película sobre coprofagia; llegó a alcanzar tal fama que incluso en<br />

la televisiva Padre de familia hay una escena que la recrea. Esta segunda filmación,<br />

sin embargo, era mucho más abyecta y terrible. Comienza con un varón de mediana<br />

edad tirado en el suelo, semiinconsciente, que sostiene un objeto pesado sobre su<br />

estómago. A los pocos segundos, se lo quita de encima con esfuerzo. Acto seguido,<br />

aparece en el encuadre un joven cuyo rostro no se ve, que porta un martillo envuelto<br />

en una bolsa de plástico. Sin dudar y sin mediar palabra, le golpea el rostro de manera<br />

salvaje. Después del brutal ataque, le clava un destornillador en el ojo y más tarde en<br />

el abdomen. Por fin vuelve a golpearle con el martillo en la cabeza para asegurarse de<br />

que está muerto. Durante el vídeo, uno de los dos asesinos sonríe a la cámara y se<br />

mofa del occiso. Después caminan de vuelta a un turismo negro aparcado en la<br />

cercana carretera y comentan con calma lo que acaban de hacer. Se sorprenden de que<br />

siguiera respirando después de hurgar con el destornillador en su cerebro desnudo.<br />

Acaban riéndose mientras se lavan las manos con una botella de agua.<br />

<strong>La</strong> víctima era Sergei Yatzenko, un hombre de cuarenta y ocho años que residía<br />

www.lectulandia.com - Página 77

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