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La red oscura - Eduardo Casas Herrer

¿Qué es la web profunda (deep web) o red oscura (dark net)? ¿Hay que tenerles miedo? ¿Es, acaso, como pasear por los bajos fondos de una ciudad? ¿Hemos de cuidar nuestra confianza en la red? No solemos pararnos a pensar cómo funciona un motor de búsqueda de Internet y, precisamente, en su manera de actuar se encuentra su punto débil: la araña. Por mucho que se esfuerce el robot, hay lugares a los que no es capaz de llegar porque no está diseñado para ello. Y de esa red oscura a la que no puede acceder solo es visible el uno por ciento, el resto está escondido, como si de un iceberg se tratara. Negocios ilegales, tráfico de armas y de productos, muertes retransmitidas, pornografía infantil… conforman el lado negativo de Internet; un pozo sin fondo que se abre desde nuestras pantallas. El autor de este libro, miembro del Cuerpo Nacional de Policía, que lleva desde 2004 trabajando en la Unidad de Investigación Tecnológica (UIT), nos explica con notable claridad cómo persiguen sin tregua y sacan a la luz los delitos de ese universo desconocido de la red.

¿Qué es la web profunda (deep web) o red oscura (dark net)? ¿Hay que
tenerles miedo? ¿Es, acaso, como pasear por los bajos fondos de una
ciudad? ¿Hemos de cuidar nuestra confianza en la red?
No solemos pararnos a pensar cómo funciona un motor de búsqueda de
Internet y, precisamente, en su manera de actuar se encuentra su punto
débil: la araña. Por mucho que se esfuerce el robot, hay lugares a los que no
es capaz de llegar porque no está diseñado para ello. Y de esa red oscura a
la que no puede acceder solo es visible el uno por ciento, el resto está
escondido, como si de un iceberg se tratara.
Negocios ilegales, tráfico de armas y de productos, muertes retransmitidas,
pornografía infantil… conforman el lado negativo de Internet; un pozo sin
fondo que se abre desde nuestras pantallas. El autor de este libro, miembro
del Cuerpo Nacional de Policía, que lleva desde 2004 trabajando en la
Unidad de Investigación Tecnológica (UIT), nos explica con notable claridad
cómo persiguen sin tregua y sacan a la luz los delitos de ese universo
desconocido de la red.

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apertura del portal hermano The Armory, <strong>La</strong> Armería, que quebró en poco tiempo por<br />

falta de ventas. Para completar el interfaz, en la parte superior se podía acceder a un<br />

servicio de mensajería privado con el que contactar con el administrador o entre<br />

usuarios.<br />

¿Y qué sacaba el Temido Pirata Roberts de todo esto? ¿Dónde está el negocio<br />

después de invertir bastante en poner en marcha todo el tinglado? Por cada<br />

transacción efectuada a través de Silk Road se embolsaba entre el seis y el quince por<br />

ciento de su valor. Es decir, dados los costos de desarrollo y operación, para ser<br />

rentable necesitaba una cantidad alta de ventas o un precio muy alto de las mismas.<br />

Lo segundo era ocasional, dependiendo, sobre todo, del servicio a prestar. Lo primero<br />

lo consiguió cuando Gawker, uno de los blogs más seguidos del mundo —veintitrés<br />

millones de visitas mensuales—, de referencia para el neoyorquino medio en<br />

especial, le dedicó un artículo cuatro meses después de que el mercado hubiese<br />

empezado a funcionar.<br />

Para el cliente, hacerse una cuenta en Silk Road era gratuito, cuestión de<br />

registrarse y a comprar. El vendedor tenía que hacer un cierto desembolso<br />

económico. Al principio, había un número limitado de nuevas cuentas, que se<br />

ofertaban en pública subasta y ganaba el mejor postor. Más tarde, se abrió la<br />

posibilidad de registro abonando una cantidad fija que podía llegar, según la<br />

fluctuación de la Bitcoin, a los cuatrocientos euros.<br />

Uno de esos vendedores, especializado en marihuana, era el canadiense Roger<br />

Thomas Clark, que se hacía llamar Variety Jones, conocido además por su oposición<br />

a la guerra contra las drogas. No tardó en contactar con Roberts, con el que forjó una<br />

buena amistad además de un lucrativo tándem al que también se sumaría un<br />

misterioso personaje, cuya identidad a día de hoy se ignora, que se hacía llamar<br />

Smedley y llegó atraído por el artículo de Gawker y se dedicó a implementar mejoras<br />

técnicas como programador, incluido el proyecto de correo electrónico SilkMail, que<br />

dejó sin finalizar.<br />

Variety Jones se convirtió en el consejero de Ulbricht, programador, auditor de<br />

seguridad —esto es, si el sitio era vulnerable a ataques de hackers o de la policía— e,<br />

incluso, relaciones públicas. Juntos hicieron mucho dinero. Tanto que, en el momento<br />

de ser desmantelado, el 2 de octubre de 2013, se calcula que el beneficio total<br />

obtenido por el sitio en conjunto era de mil doscientos millones de dólares, de los<br />

cuales, los administradores habían ganado casi ochenta en concepto de comisiones.<br />

Eso en poco más de dos años y medio.<br />

Como es natural, Gawker también lo leen las fuerzas de seguridad. Además, eran<br />

ya multitud los paquetes con droga que habían interceptado antes de que llegasen a<br />

sus compradores. Se creó un equipo conjunto en Baltimore en el que participó la<br />

DEA (la agencia antidroga), el Servicio Secreto, Hacienda, Seguridad Interior e<br />

Inspección Postal. Al mismo tiempo, los expertos en cibercrimen del FBI estaban<br />

trabajando a todo ritmo en Nueva York. Mientras los primeros aplicaban los<br />

www.lectulandia.com - Página 98

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